Opinión Nacional

¿Puede la paz derrotarse la violencia?

Por razones de muy compleja explicación, la historia del hombre, en sus relaciones con los demás, ha sido marcada por la violencia,  expresión con la cual se quiere determinar el conjunto de acciones, métodos, ideologías, dogmas, etc., a las cuales recurre el ser humano,   para imponer y para mantener el poder que ha alcanzado, en contra de sus pares, el hombre. Y que ha alcanzado de maneras diversas, la violencia como el más expedito de los caminos, y que una vez conquistado, es la violencia el arma de la existencia misma del poder.  Supo el hombre, desde cuando no se, que una de las maneras de imponerse al otro es por su fuerza. Hecho que tiene como su primer escenario la propia casa, constituida en familia o en simulacro*. En términos muy groseros, constituye la violencia doméstica, que tiene como dominador, en general, al padre, dominio que se ejercía (ejerce?) sobre la mujer y sobre los hijos. Lo demás es  abrir los ojos, cada momento  de la historia es la expresión de sus relaciones de poder y siempre ha sido lo mismo, unos dominan, otros son dominados, Unos oprimen otros son oprimidos. Unos luchan sin escrúpulo alguno para mantenerse en el poder, otros  recurren a métodos homólogos para zafarse de él.  Las sabias explicaciones del psicoanálisis han sido  insuficientes para el análisis y comprensión de este hecho, pero, ha de reconocerse su positivo esfuerzo. Se supo también que una manera de derrotar la fuerza la constituía la inteligencia cuando alcanzaba dominio  científico y técnico, de modo que a la razón de la fuerza se le opusiese exitosamente la fuerza de la razón.  No se a quien corresponda este grafema pero su elocuencia permite de la mejor manera, visualizar lo que se intenta expresar. Y de manera muy especial ha de destacarse que la división de poderes en el mundo político social, constituye una conquista, irreversible, en su empeño por limitar el poder, de  modo que,  dividido, disminuye el poder absoluto, se logra limitar la brutalidad de su fuerza. La vinculación casi determinante entre la violencia como opresión y la libertad, para zafarse de ella,  no importa a que niveles, ha estado vinculado al poder económico, al desarrollo de la cultura, y cada vez mas al desarrollo científico y tecnológico, que de una u otra manera, da  en peso “equilibrado” a la mujer ante el  poder del hombre, ya sea en el dominio del conocimiento, el arte, la filosofía, ya sea en el universo del trabajo y del consumo.

            La violencia para la imposición de las ideologías ha sido una de las mayores tragedias de la humanidad. Cada ideología dominante, particularmente las religiosas, parten del mismo principio: su Dios está por encima de los otros que pudiera haber, cuando se admite su posibilidad de existencia, o el rechazo absoluto a esa posibilidad, y todo lo que implica, el corpus “teológico y político” y de dominación en torno a ello.  La inquisición, las cruzadas, el fundamentalismo islámico, etc., son ejemplos de esta realidad, aun cuando sea una aberración que, en lo fundamental, se opone al propio credo que se sustenta a tales religiones.  También las inquisiciones políticas, por ejemplo, justificar crímenes, invasiones, descalificaciones, etc. en nombre  de la democracia, convertida esta en “valor absoluto” por encima de la historia, porque a fin e cuentas sería su fin.  Los inquisidores actúan por “amor a Dios, en defensa de sus verdades”  y  los “inquisidores” de la democracia, actúan en defensa de sus valores absolutos, entre los cuales están los derechos humanos, los derechos políticos, económicos etc.; pero todo ello  como mera ideología, incapaz de soportar un análisis critico desmitificador, en situaciones concretas. Muchas cosas se podrían  añadir a este cuadro muy breve que se mueve en un gran laberinto, y del cual, al parecer no pudiésemos tener una cuerda ni una buena lámpara para  hallar el camino y salir de él.

          Autores extraordinarios han pasado muy severa revista a este proceso, a este modo de hacerse la historia humana, a la cabeza de los cuales  se encuentra Nietzsche, aun cuando sus inferencias pudiesen estar  muy cuestionadas,  pero no me atrevo a señalar con exactitud si lo están por las probables consecuencias y si  cuestionado Nietzsche se impide volver a mirar con atención la tragedia de Occidente y,  la del mundo, que ha asumido para su “desarrollo” el modelo occidental de ciencia, de filosofa e incluso en las expresiones artísticas. No hay, pues, ni puede haber un desarrollo en cualquier parte del planeta que se funde, desarrolle y crezca fuera del pensamiento científico occidental, afirmación que nada tiene  de temeraria, sino sencillamente es un hecho empírico contrastable,  más que ello,  mientras más se  acerca a las fuentes, a los principios, más fortalecido queda el pensamiento critico científico occidental.  Es probable afirmar, como en descargo de la humanidad, que procedimientos análogos se viven en el mundo animal. La violencia del macho entre los tigres, leones, elefantes, etc., y su éxito está en proporción directa a su fuerza. Pero, dejemos este mundo a Darwin y a todos los  grandes maestros que han abordado este complejo tema y que si  observo, no tienen otra intención que tratar de prevenir al lector de que pudiese ser la violencia un componente orgánico, genético, y que para el caso humano, se completa con las relaciones culturales, entre las cuales las relaciones de poder son el dominio de la fuerza sobre la razón. Todas las leyes conocidas incluso las mas liberadoras tiene una inmensa carga de violencia, tanto mas cuanto que en  definitiva, son medios formales para legalizar el castigo. 

            Ante este hecho, la violencia todavía triunfante, ha recibido severos golpes, severas advertencias, cuando menos.  Sócrates es uno de los  primeros en meditar sobre este hecho, tratando de poner  descifrar las relaciones  de poder en el universo legal, empero, la respuesta suya ante  esta opresión, pudiera no ser el más  cabal ejemplo para enfrentar tanta violencia. Tomar la cicuta, le suicidio, pudiera no constituir la respuesta adecuada. En Cristo vemos un discurso y una práctica mucho más acabada, mejor elaborada.  Ante la inmensa violencia del poder romano y de sus socios locales, Él optó por la paz, no sin haber pasado por  la aplicación de la violencia en situaciones como  la expulsión de los mercaderes del templo. Pero, sin duda, el discurso de Cristo, es un ejemplo de enfrentar la violencia con la palabra, encubierta en parábolas casi siempre, desnudas al acceso de la gente, mucho menos, otras. Pero, como se sabe, Cristo hombre fue derrotado por la violencia que  reclamaba  la hegemonía para mantenerse en el poder. No es posible, aun cuando tangencialmente, olvidar que el dominio del hombre sobre la naturaleza, ha sido igualmente una acto de incomparable crueldad, de inenarrable violencia. La propia idea de que el hombre es el rey de la tierra, de que ésta está para su servicio, para su explotación, es, pues, una acto de grotesca violencia. La destrucción de bosques, selvas, ríos, etc., es parte de ese macabro juego. La razón desaparece para dejar lugar a intereses, contra natura y contra el hombre mismo.

            En nuestra era,  hemos tenido liderazgos que han intentado zafarse y con éxito de las garras de la violencia para derrotarla, la profesora Marbel Kastegrob ha observado los liderazgos de Gandhi, Martin Luther King, Mandela, José Antonio Abreu, All Gore,  y otros más, pero presenta a estos como paradigmáticos. El caso de Gandhi, observa, que gracias a una actitud  y a un discurso de paz, de concordia, de razón, pudo zafarse del dominio británico, aun cuando  por paradoja él mismo fuese objeto, luego, de la violencia inhernete  al fanatismo. Pero ello no invalida la conducta de Gandhi hacia ese nuevo liderazgo que pudiese  ir creciendo en la mediada  en que crece la razón ética, si mal no traduzco su pensameinto.  El del MLK, es otro ejemplo, en donde la igualdad entre los hombres va hacia lo esencial, hacia sus valores que él  enecuetra en el cristianismo, la tolerancia, sus vectores de apoyo.  Pero, el caso Mandela,  Abreu, y  Gore, tienen otra dimensión. Aquel vio en la posibilidad de unir a su  pueblo a partir de expresiones integradoras, tal como emblemáticamente descubrió en el deporte. La praxis deportiva es integradora. El maestro Abreu, a partir del arte, se va aproximando cada vez mas y con mas eficacia, al crecimiento de un ser social mucho mas comprensivo, mas abierto, mas unviersl y mas comprometido con su condición  humana, social. En este caso, descubre no sólo una nueva forma de enfrentar la vida, sino que el propio modelo  pedagógico tradicional, cargado de una inmensa violencia, la cual pasa por negar  el placer mismo de la música, se asume otra forma mas liberadora,  a saber, a partir del placer mismo de la música, independientemente de las inmensa dificultades técnicas y culturales que reclaman acercarse a ella.  Y en el caso de All Gore, ha sido una avance  gigantesco, pues, desde el poder, del cual dispone tanto por razones políticas, científicas,  cuando por su peso económico y de su prestigio, ha desarrollado un movimiento, primero, que pone en evidencia los grandes limites y barbaries de su propia país y a la par, propone alternativas para superar estos gravísimos errores que, sin duda alguna, ponen en peligro la existencia de la vida toda, la extinción del planeta.

            Lo trascendente de esta perspectiva ha de verse, entre otras cosas, en la capacidad de la razón ética de insurgir y convertirse en cierto grado en fuerza social por la existencia  humana, por la vida plena, por la vida en su totalidad. Es probable pensar, entonces, que en estas circunstancias  con  los inmensos avances tecnológicos en la informática, en la comunicación y con los desarrollos, lamentablemente mas lentos, del pensamiento critico, puedan surgir gradualmente nuevos liderazgos que hacen de la paz su objetivo, su medio y, sin paradoja alguna, su fuerza.  No se si el análisis de esta posibilidad bien observado por Marbel Kastegrob ha tocado situaciones especificas de este perro mundo nuestro, el de  la muy desventurada África, nuestra América Latina, verdaderos los laboratorios en donde el atraso cultural, científico, humano es tan  gigantesco que se pueda asumir críticamente este enfoque. Allí la violencia es una “necesidad” para salir de ella.  Empero, es probable que aun en estas condiciones, circunstancias, sea posible superar esa necesidad, porque sencillamente no lo sea.  Asumo el riesgo de no traducir bien el planteamiento original, pero es inferible pensar que si  se asumen los grandes problemas que tenemos y a ellos propones soluciones cuidadosamente fundamentadas en la ciencia y con una rigurosa orientación ética, ese camino es viable y muy “rentable”. Veamos, si los zulianos y los valencianos,  asumiesen la salvación de sus lagos como su  tarea prioritaria, todos los esfuerzos girarían en devolver  su vida y con ello a que nosotros, sus moradores cercanos y el país todo,  podamos asegurarnos un buen rato largo de buena vida y dejarla de herencia. No se trata solo de movimientos ecologistas, ni por la paz, los derechos humanos que son imprescindibles y hay que darlas, sino que a partir de ese tipo de  problema surja un liderazgo que permita, en muy breve tiempo, la reflexión critica y, por tanto, superar el discurso del odio, de la violencia.  El Colegio de Ingenieros ha dicho, pruebas en manos, diagnostico en mano, el Puente sombre el Lago, tiene Cáncer.  Pero aún  ese flagelo es reversible, lo podemos curar, advierten. Solo que la medicina y la terapia están en manos de sus habitantes, de la ciencia, de la tecnología, y ese  hecho permitirá, si se asume responsablemente, generar liderazgos afincados en la razón, en la ética, con una ventaja, allí no tiene espacio la demagogia. Incluso, una lucha política muy fuerte por la participación critica, protagónica, etc. del pueblo de estas regiones alcanzaría una nueva dimensión, nuevos valores. Nadie podría detener la descentralización si de  ese acartonado academicismo fatuo  pasamos a la acción concreta por la salvación del lago, del puente, del  Cabriales, de la Sierra de Perijá, del Guaire…pero, ello impone a los nuevos líderes: capacidad, ética, generosidad, desprendimiento, reconocimiento del otro.

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