Proyecto alternativo: dilema falso
Dentro de los factores de la oposición, se ha creado un falso dilema bajo un falso supuesto. El lingüista George Lakoff afirma como principio básico de la comunicación política que cuando discutas con el adversario, no utilices su lenguaje. Su lenguaje, dice, elige un marco, pero no será el marco que tú quieres. De tanto machacar desde el lado de la oposición que le hace falta para convencer a la mayoría del país un proyecto que presentar a los electores alternativo al oficialista, automáticamente le da entidad a que el chavismo sí tiene uno. Esta polémica dentro de la oposición le ha producido tales aires de arrogancia al gobierno, que se dan el tupé de sacarle en cara para atacarla, que ellos, la oposición, no tienen un proyecto que presentar a los venezolanos; como si el personalismo caudillista y la codiciosa perpetuidad de Chávez en el poder, fueran de verdad una tesis programática y un proyecto de largo alcance que define las coordenadas de lo que quiere y necesita Venezuela para su desarrollo.
Si algo comprueba los asombrosos giros de las dinámicas políticas, se encuentra relacionado en Venezuela con la actual Constitución.
Este es el verdadero programa que da naturaleza a los Estados, sus metas y sus valores fundamentales.
La misma que promulgó Chávez como su oferta política principal y que contó con el rechazo de parte de lo que era la oposición en 1999, es hoy y debe serlo, paradójicamente el programa alternativo del que tanto se habla y que casi nos muerde desde la mesita de noche para que volteemos a verla. El 2 de diciembre de 2007, los venezolanos que por mayoría votaron contra la reforma de este texto, se comprometieron a defenderlo como su carta política. El pisoteo permanente, el estupro descarado y el abuso continuo para desconocer los derechos allí consagrados, con independencia de la reciente enmienda, hacen de esa Constitución hoy un poderoso programa de país y un instrumento de acción política que puede servir muy bien a los fines útiles de seguir tumbándole la cara al impostor, que bajo estafa, como padre de la criatura, se viene defecando en ella y por rebote en las líneas maestras de los derechos civiles y políticos, que pegando gritos de fe de vida desde el sótano de sus páginas maltratadas, luchan por sobrevivir.
Por otra parte, hablar de programa de país es hueco en la medida en que la política descansa en lo básico en emociones. Chávez, por ejemplo, que es más un profeta que un político, no tiene militancia sino fieles.
Pero los profetas son susceptibles de ser descreídos, esa es la etapa actual por la que pasa el barinés. La oposición debe buscar desatar un nuevo entusiasmo y eso no lo va a lograr ningún programa. Es la cualidad del liderazgo de tener capacidad de ser creído. La que tiene en la mano la oposición se concentra en la gestión de sus autoridades electas.
Siendo actualmente saboteadas pero demostrando que quieren trabajar para sus comunidades, como lo vienen haciendo, se convierten en un elemento posible de crear una alternativa para gobernar y la nada descartable probabilidad del nacimiento de un necesario como renovado fervor.