Opinión Nacional

Profesores y Maestros

Todos quienes hemos estudiado algo, hemos tenido profesores. Quienes hemos culminado estudios universitarios y ya peinamos canas, tenemos dificultad en recordar el inmenso número de profesores que tuvimos desde que accedimos a la educación preescolar hasta que culminamos nuestras carreras.

Si hacemos unos burdos números, tenemos que en primaria, durante ocho años aproximadamente, atendemos a unos doce profesores distintos. Más tarde, en el bachillerato, atendimos unas siete materias por año, durante cinco años, lo que arroja algo así como treinta y cinco profesores y en la carrera universitaria podemos calcular que nos dieron clases unos cuarenta profesores pues aunque el número de las materias puede reducirse, algunas de ellas fueron dictadas, en su parte teórica por un profesor y el la práctica por otro. Total, que cuando uno se gradúa, le ha atendido clases a un número de profesores que se acerca a noventa.

Cuantos de esos profesores merecen el calificativo de Maestros. Si, así, con mayúsculas.

Para nosotros el título de Maestro quiere identificar a aquel profesor que nos enseña bastante más de cuanto está especificado en el programa oficial de su materia. Un Maestro es aquel que con su prédica y con su ejemplo nos enseña a ser hombres (en la más amplia acepción de la palabra, donde naturalmente se incluye a las mujeres) de bien, que se desempeñan para lograr una familia mejor, una sociedad mejor y un país digno de sus habitantes.

Sería de muy alto riesgo el tratar de listar a los muchos Maestros que tuvimos durante nuestra educación. Nos sentiríamos muy mal si al recorrer una lista nos encontráramos que se nos olvidó alguien. Tampoco tenemos la memoria necesaria para recordar a todos los que nos dieron clases ni en el colegio ni en el liceo.

Uno que siempre hemos tenido presente como quien más influyó en nuestra educación, bastante más acá de los años universitarios fue el doctor Armando Vegas Sánchez. Sus clases de Materiales de Construcción que dictó desde 1942, sus enseñanzas desde el INVESTI, donde durante casi un año y junto a Rafael Armando Yanes y el siempre recordado Miguel Ángel Yelicci (q.e.p.d.) realizamos los estudios y ensayos necesarios para elaborar, en 1963, nuestro trabajo de grado, sus actuaciones como hombre de la profesión y de la cátedra y como hombre prestado a la política, donde llegó a desempeñar la Presidencia del Congreso Nacional en 1968, cuando esa instancia de los Poderes Públicos tenía una significación singular, los consideramos como una hito en nuestra formación. Podríamos hacerlo acompañar de algo así como una docena de hombres y mujeres singulares en nuestra formación, a todos ellos nuestro recuerdo y eterno agradecimiento.

En estos tiempos cercanos a la Navidad hacemos votos porque nuestros nietos puedan decir dentro de unos años que contaron con Maestros que, yendo mucho más allá de lo estipulado en los programas oficiales, completaron su educación con una formación sólida, honesta y valiosa para el futuro de una Venezuela que lo pide a gritos.

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