Principios de la antigerencia
Hace unos veinte años los consultores Peters y Waterman de McKinsey and Co., establecieron ocho principios de la excelencia organizacional basados en la experiencia de las empresas americanas más exitosas.
En esta ocasión, voy a reflexionar, de acuerdo con experiencias organizacionales pasadas y recientes, sobre los principios que caracterizan a la Antigerencia.
1. Aíslese: Enciérrese en su despacho todo el día, su espectro gerencial es el que le brindan las paredes y cristales de su oficina que impiden incordios y molestias de subordinados y clientes. A todos los efectos UD. es inaccesible en medio de su aparente cordialidad.
2. Atienda sólo a sus propios intereses: Solamente lo que a UD. le interesa es lo que verdaderamente importa, la organización debe supeditarse a sus más altas expectativas, a su éxito económico o sentimental, a su gloria personal, a sus deseos de figuración y reconocimiento, en fin, a su mitomanía.
3. No le pare: Lo que ocurra más allá de sus intereses profesionales no es asunto suyo; la empresa, la organización empieza y termina en lo que a UD. estrictamente le compete, lo otro, lo que no es de su incumbencia estricta, son asuntos de los demás, no suyos. En fin, hágase el loco, saque el cuerpo, quédese como muerto, no tenga espíritu corporativo.
4. Rodéese de incondicionales y aduladores: No admita críticas sino loas y alabanzas, UD. es el perfecto, el que todo lo sabe y todo lo puede, el Indispensable, la última palabra, el primus inter pares, el Maestro dixit, la última chupada del mate, la Coca – Cola fría en el desierto.
5. Adule: Aplique el viejo principio de duro pa’ abajo, blandito pa’ arriba. Aplauda las actuaciones de sus superiores, no los critique, no les enmiende la plana, muéstrese como el Iluminado, el Indispensable.
6. No se preocupe por sus subordinados: Lo que pueda sucederle al personal bajo su supervisión es asunto de ellos o de otro departamento de la organización. No es propósito suyo el aire acondicionado, la impresora, la computadora, el baño sucio o el compañero enfermo o en infortunio.
7. No promueva ni reconozca los logros de sus colegas: Es peligroso mostrar los logros de los demás asociados, a menos que sean de los suyos e incondicionales. Atrase, posponga, diluya, desentiéndase, ya otro proveerá.
8. No se ocupe de los detalles: UD. está llamado a los más altos destinos, a mirar por encima del hombro, a ser distinguido y homenajeado. No se ocupe de las nimiedades, de costos y salarios, de procedimientos administrativos, de planillas y formularios, elúdalos, déjelos en manos de un pendejo o del destino.
9. Descalifique: Nada mejor que hablar mal de sus subordinados y colegas: nada saben, nada pueden, UD. es el omnisciente, el que no se pela, muestre siempre sus logros y reconocimientos, su excelsa trayectoria, su impecable currículo.
10. Trabaje pa´fuera: Lo que hay que hacer es venir de afuera pa´dentro; enséñele a sus compañeros de trabajo que el reconocimiento no es el de sus pares, superiores y mucho menos el de sus subordinados, sino el de la sociedad, el de las páginas sociales, el del brindis, el de la entrevista, el del exclusivo club y la más selecta sastrería, en fin, su foto exhibida por doquier como prócer carente aún de busto de bronce, de estatua de mármol y placa de reconocimiento. Váyase temprano del despacho de la oficina, que la gloria requerida se la brinda la calle.
En fin, Señor Presidente, Director General, Rector, Gobernador, Decano, Administrador, Obispo, Supervisor, Patriarca, Caudillo, Comandante, Nuncio, Regente, Jefe de Departamento, Gerente Funcional, General de Cuatro Soles, etc., si UD. reúne varios de estos requisitos cambie ya su tarjeta de presentación y reconózcase como un Antigerente.