Presidente transitorio por dos años
Es muy posible, quizás probable, que Chávez nos sorprenda, en la mesa de negociación, con la oferta de unas elecciones generales inmediatas. Lo cual es perfectamente constitucional con la renuncia del Presidente y la convocatoria a elecciones por el Vicepresidente, quien asumiría la jefatura del Estado por 30 días. Esta estrategia es la más racional y razonable para Chávez, que no puede obviamente dejarse contar en un referéndum cuyo resultado, en el mejor de los casos para él, demostraría que el 70% de los venezolanos lo rechaza. El mito de Chávez, héroe salvador de su pueblo, terminaría en el basurero de la historia. La opción de elecciones generales anticipadas sería calurosamente apoyada por la comunidad internacional y la oposición, evidentemente, no podría rehusarse. Sin embargo, en unas elecciones generales inmediatas, la oposición tendría serias dificultades no sólo en tratar de lograr un candidato único para enfrentar a Chávez , sino también en relación con los candidatos a gobernaciones y alcaldías.
Además, algunos opinan que, en un país polarizado, el candidato de la oposición con más posibilidades de ganarle a Chávez será espontáneamente seleccionado por la mayoría de los electores. El Dr. Salas Romer, quizás influenciado por su experiencia en las elecciones de 1998, parece inclinarse por esta tesis. El problema consiste en que, en 1998, al final de una larga campaña electoral, se habían derrumbado en las encuestas las candidaturas de Irene y Alfaro y quedó absolutamente claro que el único candidato con alguna opción contra Chávez era Salas Romer. En la actualidad, en cambio, las encuestas dan una ligera ventaja a Enrique Mendoza, seguido de cerca por Julio Borges y el mismo Salas. Además, una campaña sumamente breve, que favorece a Chávez porque no necesita hacerse conocer por sus potenciales electores, haría más difícil discernir con indiscutible evidencia el nombre del “campeón” de la oposición. Frente a este riesgoso escenario, considero que la oposición debería estudiar la posibilidad de presentar una candidatura única transitoria para un mandato autolimitado de dos años. El candidato debería ser un personalidad “supra partes”, aceptable para todos, que no tenga aspiraciones presidenciales, alguien parecido al Dr. Ramón J. Velásquez, con algunos años menos de experiencia, quien se comprometería a renunciar después de dos años de gobierno y llamar a elecciones presidenciales anticipadas. Este candidato unitario presentaría al país un programa mínimo común apoyado por toda la oposición, que debería incluir una decidida lucha contra la pobreza y la recuperación de la confianza en el país, lo cual requeriría, después de las elecciones, la inclusión del chavismo democrático en un nuevo acuerdo de gobernabilidad. Para los candidatos “naturales” de la oposición postergar por dos años sus legítimas aspiraciones no debería ser tan “terrible”, en aras de la segura derrota de Chávez y el inicio del camino de la reconciliación nacional.