Opinión Nacional

Presidente Chávez, carta abierta a medias

“Es una manía miserable el querer mandar a todo trance”, Simón Bolívar, texto a Santander.

Sirva esta cita para abrir el camino. Ciudadano Presidente Chávez, sabe usted de mi y conoce en persona a algunos de los míos, estos arriesgaron sus vidas, su reputación, su bienestar, para impedir que, por su derrota militar del 4F fuese ajusticiado, tal vez, la única vez que ha estado cerca de un homicidio de verdad, quiero decir de muerte, menos magno pero igualmente inhumano. Fue un desprendimiento único, salvado usted, se retiraron al encuentro, cada vez mejor, consigo mismos, casi al tono del poeta, “del monte a la ladera por mi mano plantado tengo un huerto”, pero a diferencia de la descansada vida que Fray Luis dibuja, los míos viven la inmensa angustia, a pesar de su probado valor, que la indefensión, la impunidad, la inseguridad, el terrorismo de estado y el estado de terror que tal entretejido nos provoca a todos los venezolanos y a quienes aquí llegan, pero, además, con el horror a cuestas de tener qué defender los bellos bienes, pocos muy pocos, pero bellos muy buenos que mis padres de una u otra manera legaron y que ellos con sus manos han hecho crecer sus espacios y sus sueños.

De mí es insignificante que algo o nada sepa, sólo que he sido maestro de escuela toda mi vida y que de ese espacio jamás saldré, a fin de cuentas es mi única inversión para buscar garantizar la vida ética, moral de mis hijos, y no enturbiar la dignidad de mi familia ni menoscabar la grandeza de la amistad, únicos lugares donde me refugio para el encuentro de mi ser conmigo. En ese empeño diario de ser maestro me ha tocado estudiar cuidadosamente su discurso, no en el plano del psicoanálisis, para el cual bien pudiera ser una exquisitez, tampoco como expresión de su conducta, banquete para la psiquiatría, sino en el plano de su habla, digo mejor, su habla como cosa, como objeto, como mensaje y tratar de desvelar su armadura y descubrir su sentido, su significación. De modo, pues, que todo cuanto usted sea como ser hijo, presidente, esposo, amigo, militar, enemigo, sus aventuras y venturas y desventuras, sus logros y sus fracasos, son problemas de otros y será de ellos.

La muestra estadística es simple. La determinación o intento de definición de su socialismo tiene una virtud, es pintoresca, pero de tal incoherencia que se hace racionalmente, lógicamente, poéticamente, incluso, incomprensible, inasible. Originario, indoamericano, bolivariano, robinsoniano, zamorano, humanista, cristiano…entre otros adjetivos, no son contrastables ni con la historia como hecho ni de los valores semánticos que comportan. Pero, en ello está la magia, su religiosidad también. No hace fala al creyente cristiano conocer la Biblia, viejo y nuevo testamentos, sino creer en Cristo y allí está la clave de su sabiduría. El seguidor no cree en el socialismo sino en usted, en sus promesas. Y más en la recompensa a su fe, las dádivas, las limosnas, y, siendo así, es imposible evaluar resultados y la praxis social se repite, sólo que el discurso pseudo moral se cambia. Ayer se era corrupto por ser adeco, hoy se es apóstol si el delito, la corrupción incluida, se comete para desarrollar o salvar la revolución. Por ahora tampoco es definible ni aceptable como un discurso sincrético, habida cuenta que el sincretismo tiene posibilidades de re-creación, lo cual ha hecho posible la diversidad cultural en dinámica abierta.

El otro resultado estadístico es el uso de la agresión, de la descalificación, de la blasfemia, etc., para destruir a quien usted estima su enemigo. A Bush, Uribe,…al PCV, PPT, Monseñores, disidentes, el Pollo, Rosales, etc., mientras se elogia a quienes considera sus amigos o sirven como sus ecos ampliados, el caso La Hojilla es la mas brutal demostración, Dando y Dando y otros de peor especie. La beligerancia exigida para las FARC, el minuto de silencio a Reyes, su reconocimiento, su casi idolatría por Fidel, visto desde fuera como su moisés y su Moisés. De no ser por las heridas que se marcan en las familias por la difamación, podríase repetir con Juan Tenorio, “los muertos que vos matasteis, Señor, gozan de buena salud”. Pero no, el daño moral pesa como un fardo y ni siquiera la justicia puede resarcir su crueldad.

Pero el discurso político tiene un límite inmenso. Cuando se descubre su venalidad, cuando se contrasta con los hechos, entonces empieza a “conspirar” contra quien lo provoca. El “axioma” nazi, que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad, se resquebraja, primero, y, se destruye, luego, por su incoherencia, también por su ineficacia, limitada no por la verdad que pueda exhibirse de la fuente, sino porque se manipula la verdad de su texto para el beneficio de quien lo maneja y no por el valor ético y científico de quien lo produjo y cuya trascendencia está en ser útil para toda la humanidad. Vea usted. No fueron los judíos, comunistas los responsables de la tragedia alemana, como acusó el discurso de Hitler, ni fue el capitalismo el que destruyó a la URSS. Ni el imperialismo impide su revolución ni usted es culpable de la crisis del capitalismo. La procesión venía por dentro, a fin de cuentas por muy hábil que sea el embustero, cierto será siempre que más rápido se descubre al embustero que al cojo. Tiempo es, presidente, de rectificar, aún. De hacerse y ser ciudadano. Si no, será usted protagonista de su propio réquiem. Pero, antes le pido un ejercicio. Imagínese que el poder está en otras manos, que usted ha sido desvestido de él, y, ya en esa situación, piense que usted es un complejo híbrido que reúne en su ser a Manuit, al Pollo, a Rosales, y que el Contralor es rufián, que el fiscal es y la defensoría del pueblo clones son de los actuales, que el TSJ, en fin todos, son idénticos a esos que a usted sumisos obedecen, ¿qué pensaría usted de la justicia? ¿Qué del abuso del poder y sus miserias? Reiteraría usted como en Roma las víctimas, Ave Caesar, morituri te saluntam, Salve, señor, salve quienes van a morir te saludan.

Pero, tal vez el peor de los límites del discurso sea cuando el receptor descubre las trampas de su emisor. Cuando se adquiere consciencia de que parte de esa trampa tiene la deliberada intención de apropiarse de la verdad del autor en estricto beneficio del trampeador. Cuando se pervierte la intención original de su creador, históricamente condicionada mas no determinada fatalmente, para sustituir al creador, para apoyarse en él, en el mejor de los casos. El aquí y el ahora existen y son, pero la obra del creador, a partir de esa inmanencia va siempre mas allá si verdaderamente su pensamiento alcanza trascendencia por sus valores, que se convierten en valores de toda la humanidad, atemporalmente. Cuando los valores son inherentes al texto mismo, su referente es su ser, entonces la atemporalidad supera todo límite, salvo el de las incompletitudes, ese todavía no del saber y la ciencia. Así, las verdades de la geometría de Euclides más que negarse se superan por las nuevas geometrías no euclidianas…las de la física de Newton por los aportes de Einstein, estos por la Cuántica, y así…perdone estos ejemplos, pero los sitúo porque son frecuentes sus afirmaciones y poses magistrales, para expresar sus deleites matemáticos y de la física, y, desde luego, la capacidad de ilustrar la política con ellas. En el campo de la política las cosas son mas ricas y probablemente mas complejas y, muchas veces no porque lo sean, sino porque nos tocan y, entonces, la verdad duele o nos conforta. Siempre he citado la trascendencia e intemporalidad de los Diez Mandamientos, ayer creía que por sus valores morales, hoy voy más lejos, es porque en ellos se descubre la condición humana y es bueno ponerles un límite para que podamos existir, vivir, obrar. La idea sustantiva de este párrafo, ayuda a comprender los siguientes.

Ha manipulado usted de la peor manera el pensamiento y obra del Libertador. Ese esfuerzo suyo tuvo algún éxito, no tanto por sus habilidades, sino por la mezquindad y pereza mentales de muchos de sus adversarios y probablemente enemigos, para quienes Bolívar está demodé, así dicen. Otros porque tienen otros mitos mas cercanos y, muchos, tal vez los mas por subestimar sus propósitos o descalificarlos a priori, caben entre estas descalificaciones las misiones, que si bien utilizadas por usted como meros medios de “katekesis” llenan profundos huecos que el régimen anterior dejó profundos. El Bolívar de Angostura, le queda muy angosto a sus maniobras y, par zafarse, viaja a Bolivia, se esconde usted y el general Mueller Rojas, la bella mula roja, así la identifica el humor dentro y fuera de los cuarteles, reclama su elección indefinida y probablemente hereditaria. Y le quedan muy grandes las tesis de Angostura y sus afirmaciones morales, de ética política… En la primera se condena el ejercicio del poder y su concentración en un solo ser, para evitar se haga sátrapa, dictador, en la segunda, se apoya usted para reivindicar la presidencia vitalicia, hereditaria, propuesta para ese país. Etapas, culturas distintas. A Bolivia había que crearla, a Venezuela darle las líneas para su desarrollo, cuyo origen estaba bien fundamentado y definido. En Angostura, Bolívar protagoniza la civilidad, tal las condiciones posibles. En angostura se define nuestra cultura y se proyecta su porvenir, ajeno, entre otras cosas, al racismo, al autocratismo, y en medio de severos riesgo, se perfila la democracia y el control ciudadano para garantizarla, hacer verdad la ley, hacer viva la constitución. Bolivia es un hacer y sin dejar detalles, Bolívar se asumió como padre mucho mas que como autócrata. No hay posibilidad de una comparación sin agredir la historia, y mucho menos para creerse el médium o su reencarnación.

Bueno es que nos detengamos unos espacios. Es una constante de Bolívar su amor y lucha por la libertad. Su amor y privilegio por la civilidad. En Angostura enfático señala que prefiere el título de Ciudadano al de Libertador, porque este proviene de la guerra, aquel de las leyes. Tendencia constante dado su esencial amor a la libertad. Casi al final de su vida escribe a O´Leary: “es insoportable el espíritu militar en el mando civil” y Ud., ha hecho todos los esfuerzos por negar estas sentencias. Militariza las funciones públicas, militariza la sociedad y militariza la estructura organizativa de su partido, y se exhibe usted como soldado ahogando al ciudadano bajo las charreteras y el uniforme. Finalmente hace del gobierno un gobierno esencialmente militar. etc. Negación absoluta a Bolívar. Ya lo había advertido, en noviembre de 1816, “el sistema militar es de de la fuerza, y la fuerza no es gobierno”. Y se podría rastrear en todas sus huellas el espíritu de civilidad del Libertador, del ciudadano Bolívar. Pero, ese inmenso amor a la libertad es categórico, cuando en medio de tantas dificultades, en 1814, dijo entre los franciscanos: “huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos”… Y aquí, todos los poderes son suyos. Sus deseos son órdenes. Sabe que no deformo la verdad. La jefa del TSJ, en un acto de inmoralidad sin límites asume como legal y legitima la enmienda, esa que cambia la esencia democrática y participativa de la Constitución. La AN acató su mandato. A esta la comprendo, porque tal como se maneja en esos medios la política, ésta carece de principios, de fundamentos. Pero a la señora, es inadmisible. Su postura la inhibe, según las reglas más elementales del derecho.

Pero quien esto escribe no lo hace para desnudar al rey, sino sencillamente para pedir a usted que vuelva al Bolívar ético, ciudadano, amante del saber, de la ciencia, del arte. Al Bolívar critico, culto. Devuelva los soldados a los cuarteles no para enterrarlos sino para reivindicar sus funciones de ser custodios de la Patria, elevando su capacidad científica, tecnológica, histórica, humana. Seguro estoy que de no renunciar usted a su mal talante cavará su propia tumba y no habrá palabra para identificarlo. Hágase ciudadano y evitará que su república, la V República, se desmorone y no haya nadie que quiera conservar un fósil de ella.

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