Presento excusas
(%=Image(6491071,»C»)%)
A mis paisanos y a quienes sin serlo comparten conmigo este espacio de tierra. En especial a los recién llegados que padecen la prédica discriminatoria que practica el presidente y sus seguidores. La exaltación de los llamados aborígenes y afrodescendientes, a los que privilegia sobre el resto de los venidos a esta tierra de gracia, es una soberana estupidez. Les pido que lo perdonen porque no sabe lo que dice.
También presento excusas por los que animados por esa prédica escriben carteles como el exhibido por el oficialismo para enfrentar la manifestación estudiantil de ayer, que decía: “Hijos de inmigrantes de mierda fuera de la patria de Bolívar. Sus malditas raíces están en Europa. Basuras son.”
Les agradezco que hayan venido y también a los que vinieron antes que ustedes. A la enorme oleada de europeos desde Rusia hasta Portugal que concluida la II Guerra Mundial y durante el curso de ella hicieron de esta tierra su casa, con excepción de los españoles, que vinieron antes con la Guerra Civil y ya eran parte del árbol de las tres raíces, español, indio y negro, que conforma nuestra base étnica fundamental; y que son culpables del crimen de haberle dado un idioma en que expresarse a los que los insultan.
A la colonia judía llegada escapando de la persecución racista que Hitler iniciara en Europa y que nuestro presidente parece querer reeditar; y a los que los precedieron por muchos años, mayormente de la rama sefardita. A los que aquí llamamos turcos, con connotación amistosa, no despectiva, que comprende libaneses, sirios, turcos propiamente tales, armenios y otros grupos de esa zona de terribles conflictos, que incluye al mundo árabe ya presente en nuestra sangre desde el Descubrimiento, en la enorme empresa colonizadora en que parte importante tuvo Andalucía, Al Ándalus.
Y a los venidos de las antípodas, hindúes y chinos, término este último que al igual que turco, lleva calor de acogida y que abarca japoneses, coreanos y toda la gama de los ojos rasgados, porque en Venezuela casi no hay una familia que no tenga su chinita, excluida la región zuliana donde el desiderátum de nuestro crisol de razas es la propia Virgen, la chinita, que hasta aeropuerto tiene.
A los aborígenes base inicial del mestizaje, que deben estar conscientes que no son tales sino sólo los primeros en llegar, pues hace muchos años que nadie sustenta la tesis del origen americano del hombre sobre la tierra, quizá con la excepción de nuestro presidente que cree que tiene XX siglos; y cuya prioridad merece respeto no privilegios.
Finalmente, a los afrodescendientes, con lo que se quiere decir los negros, venidos del África, que sufrieron esclavitud y que son la tercera pata de esa mezcla racial ya mencionada, por la que toda familia venezolana, sin desprecio, tiene su negro. Yo mismo lo soy en la mía.
Si esto no es suficiente para rechazar el racismo que se trata de fomentar desde el poder como elemento de confrontación de estos dos grupos frente a los otros aludidos en la pancarta como “Europa” y que no es sino la civilización occidental judeo-greco-romana-cristiana; será bueno destacar que todos somos afrodescendientes pues el origen del hombre está ubicado en esa zona del mundo, y no precisamente hace XX siglos.
Por último, presento excusas a Simón Bolívar por el mal uso que de su nombre hace el presidente y porque sus malditas raíces al igual que las mías están en Europa.