Preparen sus armas, se cae la democracia y el psuv
Democracia en trance, más bien en cuidados intensivos.
El espectáculo que pudimos observar el domingo pasado, en ocasión del simulacro de votación organizado por el Consejo Nacional Electoral, no tiene parangón alguno. La Democracia da claras señales de derrumbarse ante nuestros ojos. La conducta de las instituciones, nos demostró claramente el estado de debilidad de nuestro sistema de Gobierno. Los militares permitiendo agresiones en los centros electorales y los funcionarios del consejo electoral restringiendo el derecho a participar de los ciudadanos que no tienen alma roja. Se cae la democracia.
El partido de gobierno nos enseñó su lado oscuro, preparando un montaje organizado para hacernos creer que su fanaticada es grande, ardorosa y comprometida. Así estará su alma, que hasta para un pequeño simulacro, tuvieron que hacer traslados de gente para aparentar que todavía arrastran. La semana pasada, El estadio La Carolina en Barinas, no se llenó, en un acto de masas y patrullas socialistas, en el lugar donde nace la revolución, lo que representa una clara muestra de una debilidad que ya no pueden esconder. Se cae el PSUV y su mito de fortaleza y crecimiento.
Un fresquito llena mi alma cuando observo estos actos, en plenos estertores de esta ineficiente farsa que nos quieren inyectar a los venezolanos. El fresquito refresca mi esperanza de que estamos más cerca que nunca del final: preparen todas sus “armas” democráticas; sus poderosos votos, pues dentro de un mes, estaremos contándolos en todas las esquinas de este país, hasta en los lugares que nunca soñaron. No hay venezolano de cualquier estrato social, de cualquier edad, sexo y religión, que no comente – ahora a viva voz- que esta mentira nos está llevando por el camino equivocado.
La semana pasada tuvieron que usar el ejercito para contener a los empleados de Friosa, empresa guayanesa distribuidora de alimentos, que se “cogieron” impunemente y en sólo noventa días acabaron con un emporio de distribución que tomó décadas forjarlo. Ahora son los propios empleados los que exigen que se reverse la intervención. Están viendo de cerca la muerte de su empleo. Así está toda Guayana, destruida por las malas decisiones y las malas administraciones de estos muñequitos que se dicen gerentes.
En sólo cinco semanas, tendremos el sagrado derecho de asistir a las urnas para decir una vez más que no queremos un comunismo, que se viste de socialismo, o un socialismo, que se disfraza de militarismo. Que no queremos que acaben con nuestro país, con nuestros hijos, con nuestra siembra, con nuestra industria y con nuestro derecho a progresar en sana paz. Ese día, sacaré mis “armas” democráticas y les enseñare mi voto en un centro electoral. Seremos muchísimos, no tengo duda alguna.