Pregúntenle a las bases

A propósito del Foro Social Mundial que se escenifica en Caracas, al
observar las múltiples expresiones de emoción y solidaridad de quienes nos
visitan, principalmente los jóvenes, es oportuno meternos de lleno en ese
espíritu mundial que ha generado la revolución bolivariana, y retomar en
este mismo momento el planteamiento de la Plataforma Unitaria, con base en
la metódica desde abajo.

Vernos reflejados en los rostros de los participantes del Foro es saber que
las organizaciones políticas de la revolución no pueden seguir ancladas en
la reforma. El cogollo, cúpula o élite de mando, estructura del anterior
sistema político, tiene que cambiar. La coyuntura que genera la reelección
del Presidente Hugo Chávez y con ello profundizar el Proceso y consolidar el
socialismo, obliga a asumir con mayor celeridad los postulados de los
cambios estructurales. No es que lo diga yo, o cualquier revolucionario con
tres dedos de frente. Es la demanda que se viene haciendo desde que se
inició el Proceso. Pero, la capacidad de aguante permitió “correr la
arruga”. Siempre se encontró un motivo para posponer la elección de base.

Siempre se daba una excusa sustentándose en la incapacidad del pueblo para
decidir por sí mismo. Siempre se manipuló la opinión alegando instrucciones
del líder. Sin embargo, siete años han transcurridos y ya es tiempo de bajar
a las bases y consultarle. Preguntarle si quieren decidir acerca de sus
propios líderes naturales o seguir aceptando el dedo que impone.

Ya es hora de sincerar la situación política y más en esta coyuntura donde
se conjuga la reelección presidencial, el nuevo escenario latinoamericano y
la conciencia antiimperialista. La suma de seis Presidentes progresistas en
América Latina y muy especialmente con la ascensión de Evo Morales al
gobierno de Bolivia, hacen del Proceso Bolivariano un paradigma continental
para la transformación del sistema político. Y eso significa materializar en
todo su alcance el poder popular. Que es, en última instancia, la propuesta
de la revolución.

Entonces, si el Proceso venezolano es paradigma de un nuevo modo de hacer la
revolución, ejemplo de juventudes y satisfacción de generaciones, ¿cómo
pueden mantenerse fuera de la línea revolucionaria los resortes que activan
la acción cotidiana como lo son los partidos, movimientos y organizaciones
políticas?

La propuesta de la Plataforma Unitaria es oportuna porque nos lleva a
reflexionar al respecto y preguntarnos con responsabilidad si de verdad los
partidos y movimientos políticos del Proceso son revolucionarios. Si hay
conciencia y por lo tanto se manejan los conceptos básicos de la revolución,
la respuesta apunta a saber que la coyuntura del 2006 no es para continuar
como veníamos. Se acaba de iniciar otra fase del Proceso y por lo tanto es
tiempo de ceder y aceptar que ha comenzado la etapa de transferirle la toma
de decisiones al pueblo por medio de las comunidades organizadas.

Entenderlo es muy sencillo. Antes que nada, hay que asumir con humildad que
la revolución es bien común y nunca usufructo de poder. El bien común se
sustenta en el amor al prójimo y en la buena voluntad y, en consecuencia, no
propicia la rivalidad. Por lo tanto, cualquiera que así se identifique puede
ser el elegido, ya que éste, nunca decidirá por sí mismo sino que consultará
con su grupo o comunidad. La humildad convertirá al líder en un vocero y no
en un poderoso seducido por el usufructo del poder. Luego, una vez
convencido de la esencia de la revolución, hay que proceder a capacitar a
esos líderes naturales de la organización para que asuman el liderazgo como
voceros de su grupo y así activar la metódica desde abajo o lo que es lo
mismo, la elección de las autoridades por la base.

Cuando se alcance este nivel de conciencia y se logre la nueva estructura
orgánica, estaremos listos para iniciar la constitución de la plataforma
unitaria. Y entonces podremos con mayor legitimidad enseñarle al mundo la
verdadera revolución fundamentada en el poder popular. Iremos, con toda
seguridad, por el camino de los 10 millones de votos.

No obstante, si la terquedad permanece y las cúpulas todavía no lo quieren
reconocer, entonces, pregúntenle a las bases y escuchen sus respuestas.