Porto Alegre
Símbolo de protestas del mundo sur. Recipiente de la riqueza intelectual de los rebeldes que confrontan al imperio y su globalización. Escenario del Foro Social Mundial, tribuna de los movimientos contestatarios que no claudican jamás. Ciudad brasileira que por seis días estuvo en la primera página de la prensa internacional. En Porto Alegre se hicieron acuerdos y se fijaron fechas. Se escucharon diagnósticos y pronósticos. Se renovó el espíritu de la lucha revolucionaria de los nuevos tiempos. Se convocó a protestar ante la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) a efectuarse en Cancún, México, en Septiembre y ante la reunión ministerial del Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA), en Miami, en Octubre.
Al Foro acudió el Presidente Hugo Chávez. Espacio que le permitió analizar el rumbo que va tomando el proceso político venezolano y su consolidación en el tiempo. Resaltó además, en este foro que albergó a 100.000 conciencias transformadoras, el paralelismo entre el proyecto bolivariano de Venezuela y el comienzo de una etapa de cambios en el continente. Recordó que nuestro país fue propulsor de las guerras de la independencia del siglo XIX y que fue en Caracas, en 1989, donde se dio la primera reacción popular en masa contra un programa neoliberal. Reacción a una serie de medidas de austeridad que ponía de manifiesto que tras la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, el mundo no estaba ante el fin de la historia. Dijo también que «…no es el mercado lo que va a solucionar los problemas del mundo, sino la política. Por eso hay que replantear el orden mundial. Por eso la importancia de este foro social…», sentenció el Presidente.
La cita de Porto Alegre fue un remozamiento ideológico para la vanguardia del mundo y para el proceso venezolano también. Y es precisamente un nuevo orden lo que plantea el proyecto bolivariano para Venezuela. En concordancia con Porto Alegre y la intervención del Presidente, hay que darle al proceso lo que siempre le falto por haber sido desviado. Postulados originarios como: (i) el gobierno se transforma en instrumento del pueblo, y (ii) se crea el poder constituyente, son traídos al tiempo de ahora. Profundizar la revolución y el poder del pueblo, son principios que hay que aplicarlos y enseñarlos al colectivo nacional. La conciencia revolucionaria de esta nueva fase del proceso, no puede continuar siendo negada. El estímulo a la imposición (decisiones cupulares) y dominio de las bases (manipulación de su discernimiento), sin crear la conciencia colectiva, arrojan resultados que obstruyen el fomento de la práctica revolucionaria. Mientras no se escuche a las bases populares (pueblo, ciudadanos y sociedad) ni se les considere que en ellas reside el poder popular, no se puede dar ningún paso revolucionario. Seguiremos inmersos en el ejercicio de los programas reformistas, tipo democracia representativa, que somete al pueblo, le niega su emancipación y permite reflotar el poder de los amos del valle.
Esta nueva fase del proceso exige de los gobiernos (en todos sus niveles políticos-administrativos) mirar hacia el pueblo y entender que se está en ese nivel de mando no para usufructuar, sino para servir a la comunidad. Estos son los momentos que el proceso le pide también al colectivo, asumir su rol de convertirse en poder soberano.
Todo lo de Porto Alegre, incluyendo los manifiestos reivindicadores del poder del pueblo, se traduce en estos dos conceptos de profundo contenido ideológico: (i) el gobierno se transforma en instrumento del pueblo, y (ii) se crea el poder constituyente. Esto es la revolución. Así de simple.