Porqué votar
El chavismo sin el carisma, la energía vital y la voluntad de poder hipertrofiadas del jefe difunto está condenado, rápida o gradualmente, a perder fuerza y unidad. Algunos que no concuerdan con esta tesis, recuerdan que el comunismo soviético se mantuvo por casi cuatro décadas después de la muerte de Stalin. Se olvidan que en la fenecida URSS el carisma y la legitimidad fundamentales residían en la poderosa institución del Partido Comunista. En la Venezuela chavista, el PSUV es una mera organización electoral, absolutamente dependiente del Estado, la legitimidad y el carisma estaban fundamentalmente anclados a la figura del extinto caudillo. Otros analistas advierten que el chavismo podría convertirse en algo similar al peronismo, la fuerza hegemónica en Argentina desde hace décadas. Es verdad que Chávez podría describirse como una peculiar mezcla de Perón y Castro, sin embargo hay que recordar que Perón también en sus años como Ministro del Trabajo promovió la fundación de la poderosa Confederación General del Trabajo (CGT), la institución fundamental del movimiento peronista. En cuanto al aspecto político irracional, hay que recordar que el mito peronista es el de Evita, lo que hizo Perón fue aprovecharlo y gestionarlo magistralmente, empezando por preparar su embalsamamiento antes del fallecimiento. Además, los militares “gorilas” y la oligarquía agraria al darle el “golpe” después de 9 años de gobierno, favorecieron la imagen de que los “ricos” no dejaron seguir gobernando al “Presidente del Pueblo”. También hay que mencionar que, a diferencia del chavismo que tiene una marcada posición ideológica neocomunista, el peronismo es una franquicia vacía, que utilizó tanto un neoliberal como Menem, como los populistas Kirshner.
El chavismo, sin Chávez, es derrotable, antes o después. Con el caudillo presente, la Unidad Democrática logró, a pesar del brutal ventajismo, la intimidación y la ilegal utilización sin control, ni escrúpulos del dinero y las instituciones del Estado, reducir el voto chavista desde el 63% del 2006 al 55%, obteniendo el 45% en las elecciones del 7 de octubre. Hay que subrayar que, en todas las elecciones en las cuales la persona del jefe máximo no estuvo directamente involucrada, hubo un marcado abstencionismo en las filas chavistas. Los meses del gobierno Maduro han estado caracterizados por dos devaluaciones, escasez de productos básicos, aceleración de la inflación y recrudecimiento de la inseguridad. Grupos chavistas, como la Liga de Trabajadores Socialistas y el Partido Socialismo y Libertad que, además de atacar al gobierno por incapaz y corrupto, lo acusan de criminal por el asesinato de algunos de sus militantes como el cacique indio Sabino . Estos grupos están llamando al voto nulo. Capriles tiene serias posibilidades de ganar, siempre y cuando todos los demócratas vayamos a votar. A los abstencionistas crónicos les recuerdo que Dante reservó los puestos más hirvientes en el infierno para aquellos que, en tiempos de crisis moral, mantienen su neutralidad. A los que se abstienen porque creen que es inútil votar, dado que el gobierno prepara un fraude, les recuerdo que, por lógica, deben votar, porque si tienen razón, votar o no votar es absolutamente intrascendente, en cambio si están equivocados su voto puede ser relevante, por tanto, en la duda tienen que votar. Al reducido grupo de liberales-libertarios a la Ayn Rand, que consideran que tanto los chavistas como la alternativa democrática son todos “socialistas” y que por tanto no vale la pena votar , les recuerdo que, apartando el hecho que no se pueden comparar la socialdemocracia finlandesa y la economía social de mercado alemana con el colectivismo comunista cubano o soviético, que la decisión fundamental en Venezuela es entre democracia y totalitarismo y un verdadero liberal no debería tener dudas para ir a votar. Otro grupo de potenciales abstencionistas en el bando democrático son los que piensan que, dada la desastrosa situación económica, sería mejor que ganara Maduro para que el chavismo cosechara el costo político de lo que “sembró”. Se trata de un argumento inmoral, porque siempre hay trabajar por lo que consideramos sea el bien común y nunca preferir un “mal común” seguro, porque pensamos que podría convenirnos en un supuesto, pero incierto, futuro. Además en política nunca hay que renunciar a la posibilidad inmediata de ejercer el poder, apostando a una eventual mejor situación futura, porque nunca se sabe a ciencia cierta que nos deparará el porvenir. Finalmente, con el precio del petróleo a más de 100US$ dólares, una administración eficiente, sin despilfarro interno ni externo, tiene la posibilidad de recuperar la economía del país en un aceptable mediano plazo. ¡A votar!
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