Opinión Nacional

Porqué hay que votar

“Historia magistra vitae” * y quien la ignora está condenado a repetirla decía George Santayana, porque no hay nada nuevo bajo el sol (“nihil novum sub sole”). En junio de 1924, la oposición democrática italiana decidió retirarse del parlamento y de otras instituciones, como una condena moral al gobierno fascista, por el asesinato del líder socialdemócrata Giacomo Matteotti y en general por el progresivo estrangulamiento de la democracia. Mussolini aprovechó la oportunidad para acelerar la consolidación de la dictadura. La totalidad de la historiografía mundial considera la actuación de la oposición italiana como un gravísimo error político. En efecto, la omisión en política raramente es efectiva. Es evidente que al gobierno chavista le interesa fomentar la abstención, como mecanismo para dividir la oposición. Está ampliamente demostrado que, en las elecciones regionales del 31 de octubre, la oposición perdió varias gobernaciones y decenas de alcaldías por la abstención, más allá del descarado ventajismo oficial, la confiscación del CNE y las ilegalidades en el registro y en la cedulación. El argumento de los abstencionistas, además del moral, es que si toda la oposición se abstiene de participar, el gobierno perdería legitimidad en el ámbito internacional. Desgraciadamente, con el apoyo popular al gobierno que reflejan todas las encuestas, en la comunidad internacional prevalecería la opinión de que una oposición dividida y débil no quiso contarse, incluso si la totalidad de la oposición decidiera abstenerse, lo cual es irreal porque por lo menos en las aproximadamente 80 alcaldías, donde ganó la oposición, es absurdo pensar que los alcaldes promuevan la abstención. Necesitan de una mayoría de concejales para poder gobernar eficientemente. Además, los alfabetos en política saben que se participa en elecciones no sólo cuando hay probabilidades de ganarlas. Las campañas electorales sirven, entre otras cosas, para mantener y fortalecer la organización de los partidos y la comunicación con las bases y reactivar la mística de los militantes. La gran fortaleza de Chavez es una favorable correlación de fuerzas, que, además del ingreso petrolero, está basada en el vacío que deja una oposición dividida entre demasiados partidos debilitados y una sociedad civil que, ingenuamente, ha internalizado la prédica antipartido, que objetivamente favorece al caudillo. La abstención es una abdicación castrante. Hay que reagrupar y fortalecer a los partidos.

(*): La Historia es la maestra de la vida

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