Por siempre

Sr. Hugo Chávez Frías, ante la cruda realidad de su fracaso, otro más
en una larga y oprobiosa lista, he decidido prepararle su discurso de
renuncia, en el cual Usted pueda reinvindicar, si ello es posible,
aquel terrible fiasco histórico que protagonizara el 4 de Febrero de
1992, usando las mismas palabras que utilizó entonces para evitar un
mayor e innecesario derramamiento de sangre inocente.

He aquí su discurso:

«Primero que nada quiero dar buenos días/tardes a todo el pueblo de
Venezuela, y este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes
soldados de nuestra FA, que en defensa de la libertad y del sistema
democrático, se negaron a derramar de manera innecesaria e
injustificada la sangre de sus compatriotas, como sucediera en Febrero
de 1989. Compañeros: Lamentablemente, desde ahora y por siempre, los
objetivos que nos planteamos para destruir la Democracia y el Estado de
Derecho en Venezuela jamás serán logrados, ya que la nuestra es una
nación firme en su creencia y defensa de los valores democráticos y
libertarios que inspirasen a nuestros fundadores y a El Libertador
Simón Bolívar. Es decir, nosotros, acá en Venezuela, y este es un
mensaje para todo el continente, no logramos controlar el poder, ni lo
lograremos. Ustedes lo hicieron muy bien al desobecer mis órdenes de
reprimir al pueblo, pero ya es tiempo de reflexionar y de darle
oportunidad al país y al conjunto de hombres capaces y rectos que lo
componen, de enrumbarlo definitivamente hacia un destino mejor. Así que
oigan mi palabra. Oigan al presidente Chávez, quien les lanza este
mensaje para que, por favor, se mantengan firmes en su defensa del
pueblo y de sus libertades, ya que, en verdad, los objetivos que nos
hemos trazado a nivel nacional es imposible que los logremos.

Compañeros: Oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les
agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante
ustedes, asumo la responsabilidad del fracaso de este movimiento
militar bolivariano, permaneciendo en el país y afrontando la justicia
por mis crímenes y desafueros. Muchas gracias.»

Como ve, le damos la oportunidad de que salga de nuestras vidas de
manera honrosa, y que con este acto de sincero logre la paz que hoy,
evidentemente, no tiene.