¡Por qué votar!
La sociedad democrática venezolana tiene el 16 de diciembre del presente año la extraordinaria oportunidad de propinarle una derrota a un buen número de gobernadores ineptos y corruptos que han actuado con servil incondicionalismo a las políticas centralistas y militaristas del jefe único del fracasado socialismo del siglo XXI.
El triunfo de la oposición en los estados más populosos y de mayor peso político en el país, tal como sucedió en las pasadas elecciones regionales, conservaría cierto poder compensatorio, independiente y capaz de contener los desmanes políticos y económicos que viene cometiendo el Comandante en Jefe con la anuencia de unos Poderes Públicos controlados desde Miraflores. Si en la mayoría de las principales ciudades del país el pueblo elige gobernadores y concejos legislativos autónomos, que apoyen y contribuyan a la movilización y protesta de la sociedad democrática, se puede impedir la aplicación de algunas leyes habilitantes que Chávez aprobó inconsulta e inconstitucionalmente.
La disidencia en importantes sectores que han venido apoyando las políticas del Comandante, no sólo son evidentes, sino que pueden adquirir una dinámica que los impulse hasta el rompimiento, si tomamos en cuenta la prepotencia, la soberbia, con que actúan los incondicionales y oportunistas que rodean al Jefe del Estado. El Comandante en Jefe puede decidir marchar solo, con las multitudes que lo proclamen y no le discutan. Eso no es una hipótesis infundada, ha venido pasando a lo largo de su mandato: primero se desprendió de Luis Miquilena y un grupo de diputados, luego de PODEMOS y finalmente de las gobernaciones de Lara y Monagas. Ninguno de los disidentes de hoy, a juicio del jefe único, puede serle más necesario que los nombrados.
Si la oposición y la disidencia obtuvieron 2 millones 600 mil votos frente a Chávez, hoy con una oposición unida, con más experiencia política y una nueva disidencia, hay que votar: para preservar el contrapeso político en gobernaciones que fortalezca la democracia social y enfrente el totalitarismo, defienda la propiedad privada al lado de la colectiva; la seguridad jurídica y la seguridad de las personas y de los bienes.
En síntesis, votar es un ejercicio democrático que ha servido en el mundo civilizado para consolidar sociedades plurales, respetuosas de los derechos humanos y ciudadanos en general, y en algunos casos, como el nuestro, evitar la prolongación de por vida del autoritarismo de Hugo Chávez.
Los demócratas no tenemos otra alternativa, debemos acumular mayor respaldo de los venezolanos oprimidos y convencer al sector abstencionista de la clase a que se incorpore a la única actividad civilizada, que es el voto, para decidir el futuro del país. La experiencia nacional e internacional indica que los autoritarismos son derrotables, aunque transitoriamente se mantengan en el poder mediante la utilización de la fuerza. Su perdurabilidad depende del espíritu y voluntad de resistencia de los hombres y mujeres que creen en las virtudes del imperio de la ley, del Estado de Derecho. Cada
demócrata en su área de influencia, con su palabra sincera y convincente puede y debe tratar de persuadir a sus amigos y a familiares acerca de que es posible derrotar el autoritarismo y encontrar medios legítimos y dignos de vivir en libertad y mejorar su calidad de vida.
El balance realizado por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) cuyos integrantes, por razones obvias, son los más interesados en ganar y preparar las condiciones para continuar la lucha para derrotar a Chávez y a sus acólitos, debemos reconocerlo como producto de una investigación técnica y sincera, tanto por la confianza que hemos depositado en ellos, como por la experiencia y capacidad de la mayoría. Si alguien tiene algunas críticas que hacer, debe ejercer su derecho legítimo a realizarlas, tomando en cuenta que para que sean respetables, debe fundamentarlas en estudios o investigaciones técnicas, y no apoyado en creencias o especulaciones personales, sin basamento objetivo alguno.
La derrota debe ser enfrentada con la gallardía de Henrique Capriles y los miembros de la MUD, con el coraje de los mismos para continuar la lucha por la derrota de Chávez y sus candidatos incapaces y oportunistas que intentan preservar o ganar algunas gobernaciones para aumentar sus riquezas mal habidas. Si no colaboramos ni votamos le estamos entregando el país a los llamados socialistas del siglo XXI, combinación del estalinismo y el fascismo.