Por qué no voy a votar
01. Porque en Venezuela, los candidatos (a Presidente, Diputados nacionales y estadales, Gobernadores, Alcaldes, Concejales y Miembros de Juntas Parroquiales) “ganan” las elecciones con sólo una MINORÍA—sí, aunque una mayoría aplastante de los votantes no vote por ellos—porque ninguna disposición constitucional, legal o reglamentaria establece que gana el candidato que obtenga—al menos—el 50 % más uno del número de electores válidamente inscritos. Pero una vez que el candidato es declarado “ganador” le afecta la vida a todos. Por ejemplo Hugo Chávez fue “electo” como presidente de la república el 6 de diciembre de 1998 con 3 millones 673 mil 885 votos frente a 4 millones 24 mil 729 votantes válidamente inscritos que se abstuvieron de votar por no estar de acuerdo con que él—ni ninguno de los otros candidatos en esa elección—fuese el presidente del país. El 6 de diciembre de 1998 había 11 millones 13 mil 20 electores válidamente inscritos, y de ellos, 7 millones 339 mil 135 (el 66,6%) no votaron a favor de Chávez, pero aún así, éste tiene ya más de 6 años destruyendo a Venezuela, al entregársela a la satrapía cubana, avergonzando ante el mundo a la inmensa mayoría de los venezolanos, y destruyendo la vida de todos los venezolanos—incluyendo la de sus partidarios políticos—
El presidente del país y los legisladores tienen tanto poder político, que debería obligatoriamente establecerse una segunda vuelta electoral—en caso de que ninguno de los candidatos obtenga—por lo menos—el 50% más uno, y no de los votos válidos, sino del número de electores válidamente inscritos, para que los votos en blanco y las abstenciones tengan el mismo valor–como debe ser–de los votos válidos emitidos. Mientras esto no se imponga en Venezuela, ningún presidente o legislador será legítimo.
02. Porque en Venezuela, los electores votan por UN (1) candidato a cualquiera a los cuerpos deliberantes (Asamblea Nacional, Consejo Legislativo Estadal, Concejo Municipal o Junta Parroquial), y las autoridades declaran “ganadores” a DOS (2) personas distintas por cada cargo (el principal y el “suplente”), quienes una vez “electos” son turnados en el ejercicio del cargo deliberante no por los electores que los “eligieron” sino por los cogollos de los partidos políticos, y no pocas veces, el “principal” y el “suplente” tienen actitudes e ideas políticas, diferentes, lo que convierte a la “elección” de estos “legisladores” en una grotesca burla a los electores. Aún así, una vez “electos” esos legisladores tienen el poder de cambiar la Constitución Nacional, las leyes nacionales y estadales, las ordenanzas municipales, y designar a magistrados, jueces, al contralor general, al defensor del pueblo y al fiscal general, afectando la vida del país y de todos los venezolanos; y porque a esos cuerpos deliberantes se “eligen” diputados y concejales “indígenas” que no son electos por los indígenas de Venezuela, sino por electores masivamente no-indígenas.
Mientras eso no se cambie en Venezuela, en nuestro país no existirá democracia, sino que seguirá existiendo una PARTIDARQUÍA, porque no es el pueblo el que elige y controla a sus legisladores, sino las oligarquías de los partidos políticos que los postulan como candidatos.
Ningún cargo de elección popular debe tener suplentes. En caso de que un candidato electo fallezca, renuncie, o por cualquiera otra razón se separe definitivamente de su cargo, debe hacerse una nueva elección para ocupar la vacante, porque esa sería la única forma de que un funcionario público con tan enorme poder político, sea desigado por el pueblo y no por la oligarquía de los partidos políticos.
03. Porque en Venezuela, una vez realizados los procesos electorales, no se abren las urnas electorales para contar físicamente los votos emitidos ante testigos imparciales—y especialmente ante los medios de comunicación—para comprobar que en efecto se emitieron los votos que registran los escrutinios, por lo que no existe en Venezuela una garantía de respeto al voto de los electores.
Quienes deciden quien debe gobernar al país y quienes deben ser sus legisladores, son los electores, y por ello todos y cada uno de los votos emitidos—incluyendo los votos en blanco y las abstenciones—deben ser respetados, y eso sólo se logra contándolos físicamente–uno por uno–en público ante testigos imparciales y los medios de comunicación
04. Porque en Venezuela, quienes “custodian” los materiales electorales, los centros de votación y en general, los procesos electorales, son los militares; como si los civiles que son la inmensísima mayoría de los ciudadanos venezolanos, fuesen unos inútiles incapaces de organizar y garantizar un proceso civilizado para elegir a sus gobernantes y legisladores; y como si la democracia sólo pudiese funcionar mediante el uso de la fuerza bruta. La ONG Súmate, tiene años comprobando ante los venezolanos y el mundo, que los militares NO HACEN FALTA para recabar eficiente y legítimamente, la opinión política, de los venezolanos mayores de edad y válidamente inscritos para votar.
Los militares sólo deben participar en los procesos electorales, como votantes, para ejercer su derecho ciudadano a elegir a sus gobernantes y legisladores. La organización y resguardo de los procesos electorales, deben estar totalmente en manos de los ciudadanos civiles, porque son ellos la inmensísima mayoría de los ciudadanos. Mientras esto no se imponga, Venezuela seguirá siendo víctima de la fuerza bruta de las armas de fuego, y no—como debería ser—de la razón, de las decisiones debatidas inteligentemente por sus ciudadanos.