Opinión Nacional

Por qué Fidel Castro dijo lo que dijo

Tanteo tres hipótesis para tratar de explicarme la sorprendente declaración de Fidel Castro, al periodista norteamericano, Jeffrey Goldberg, The Atlantic Monthly, en el sentido de que “el modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros mismos”.

La primera es que, “regresado de la muerte” (como el mismo le confesó una semana antes a Carmen Lira, directora del diario “La Jornada” de México), algo o mucho de su razón se le quedó en “el más allá”, y ahora es un anciano que puede disparatar sobre lo que quiera, como un cuentacuentos que no puede evitar que de su maltrecho inconsciente fluyan sus pensamientos más oscuros, reprimidos y asfixiantes, y los suelta ahí, no para que nadie se preocupe por ellos, sino para que se entere del verdadero  estado de su salud mental.

Creo en ese orden, que la  manía que disfrutó durante el primer mes de su resurreción “de que el mundo estaría al borde de una guerra nuclear promovida por Barack Obama, y ejecutada por Mahmoud Ahmadinejad y Benjamín Netanyahu (como si la “Guerra Fría”  no fuera una desgracia del pasado y no existiera un mundo multipolar con la capacidad y disposición de evitarlo), así como su arrepentimiento por haberle insinuado a Jruschov en el fragor de la crisis de los cohetes que no se oponía a un holocausto mundial aunque la primera víctima fuera Cuba y ser el inspirador y factor de la hórrida represión de los homosexuales en la isla hasta fecha muy reciente, juegan  a favor de este argumento o mea culpa.

No se me escapa, sin embargo,  que de seguidas surgen como fuegos fatuos,  señales intermitentes, luces que me inclinan a moverme en la dirección contraria, como puede ser la de que en Castro vagan aun briznas de racionalidad y las utiliza, tanto para el relanzamiento de su carrera política, como  para revelar que “regresado de la muerte”, “del más allá”, se ha encontrado con una Cuba que pide a gritos un cambio en el liderazgo y en el modelo económico y político, y que la gerontocracia, no solo sea separada de los altos mandos.  sino que se dedique “a un buen morir”.

O sea, que como  escribió ayer, Ana Julia Jatar, en un excelente artículo en “El Nacional” (¿Que quiere Fidel?),  la frase tendría que verse como la puerta franca para una solución negociada del problema cubano, que empiece  permisando los cambios capitalistas que viene implementando su hermano Raúl y el inicio de conversaciones con el gobierno de Barack Obama para regularizar de una vez por todas las relaciones Cuba- Estados Unidos.

Y liquidada la segunda, voy con la tercera, que es la que más comparto, y que no contradice básicamente   la tesis de Ana Julia  Jatar, sino que más bien la complementa, pero eso si, poniendo como principal destinatario extranjero de la frase, no a Barack Obama, sino a Hugo Chávez.

¿Y por qué a Hugo Chávez? Porque siendo el jefe de un estado rico a causa de su inserción en el mercado capitalista mundial vía sus exportaciones petroleras, se ha prestado a sustituir a la Unión Soviética en el subsidio que permitió durante casi 40 años que los Castro sobrevivieran, pero que justamente se derrumbó por ser socialista y comunista, y los Castro, quieren ahora hermanos y cofrades que los subsidien, pero no pobres, inmensamente pobres y mucho menos condenados a colapsar y   derrumbarse.

De ahí que Castro sea tan enfático con el periodista de The Atlantic, no solo en sostener que “el modelo cubano no funciona”, sino, igualmente,  en que  “no funciona ni siquiera para los cubanos mismos”.

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