Por la marcha errática de nuestras fuerzas armadas
El discurso del almirante Molero como vocero político de nuestras fuerzas armadas, desencaja totalmente del ser y el deber ser de la institución militar venezolana, cuando ésta se venía incorporando al modernismo militar del siglo xxi, y accedía a las teorías que fundamentan a las fuerzas armadas como institución útil y necesaria en el Estado moderno.
Su discurso desentona y desencaja del proceso de institucionalidad iniciado luego de la muerte del general Gómez, el inicio de la democratización impulsado por el general López Contreras, la modernización del Ejército y la Armada promovida por el general Medina, el nacionalismo del general Pérez Jiménez, y la reinstitucionalidad concebida, formulada e iniciada en 1958, cuando se dio impulso a la modernización legal con la reforma de la Ley Orgánica del Ejército y la Armada, y se originó el nombre de Fuerzas Armadas Nacionales. En 1983, con la reforma de la LOFAN, se instituyó una Fuerza Armadas profesional y despolitizada, dirigida al cumplimiento de la indiscutible misión de “defender la patria y sus instituciones” y garantizar la libertad del Estado democrático, social, de derecho y de justicia, que permita la racionalidad y el libre pensamiento de todos los venezolanos, como único valor garantizador de la emancipada voluntad para discernir y establecer el modelo de país que queremos. Nunca, bajo la férula de un liderazgo desfasado, mitómano y pueblerino, creyente en la beldad de los ideales independentistas del siglo xix, y la posible conversión de nuestro pueblo en vasallo de mentecateces e idolatrías, surgidas de un pueblo dominado por mentes fracasadas, cuyo pensamiento es solo bandera para el apremio y el logro de beneficios “compasivos” del “pueblo que es Chávez”.
Fue nuestro orgullo pertenecer a una institución apartidista, profesional, ética y moralizadora, conscientes del rol que nos correspondía al jurar a Dios y a la Patria en presencia de la bandera, defender la patria y sus instituciones hasta perder la vida si fuere necesario, y nunca pasó por nuestras mentes jurar por defender un partido o color político y un presidente, que en contra de la Constitución ha confundido la mente de los militares, catequizándolos como integrantes de grupos desintegrados en la FAN, uno defensor de la ideología comunista, en contra de una mayoría consciente de la existencia de un Estado constitucionalmente ideado para una independencia verdadera. Privó en nosotros la Ética como ciencia, que en su contexto afinca la moral, cuyas reglas hacen que el hombre distinga lo bueno de lo malo a pesar de su diversidad, y que así como en la familia y en la escuela, también en las fuerzas armadas sus integrantes aprenden los principios morales, calificados como juicios del valor. Eso que determinan al “deber ser” y no al “ser”; es decir, tomar como valedero el fin institucional que le dio su origen y justificación, y no la mediatización mesiánica e interesada por un fin que pareciera no tener fuerza ni moral ni ética.
Queremos alertar a los miembros de la FAN confundidos, para qué, igual que el pueblo al que pertenecen, despierten de esta pesadilla que sabemos los atemoriza. Que revisen los principios constitucionales sobre la Institución y, como fuentes de convicción, usar la dialéctica con sus superiores, para que estos entiendan los límites de la obediencia y la subordinación, cuando estas chocan con los términos constitucionales de la disciplina. Es hora de decirle NO al comunismo, NO a la injerencia cubana, NO a la radicalización del militarismo antidemocrático, Recordemos con Confucio, que cuando prevalezca la igualdad y la unión en democracia, seremos una república que debe ser gobernada por los más sabios y virtuosos, donde la moral y la ética, sea el fundamento de la conducta privada de las personas y las normas del buen gobierno. Moral, basada en el altruismo, la tolerancia, el respeto mutuo, la armonía social y el cumplimiento del deber, para constituir el ideal de una sociedad verdaderamente democrática. Nuestro militar debe estar convencido, que es el intelecto culto del pueblo el que debe decidir el tipo de sociedad y el sistema de gobierno que debemos tener, no la voluntad de mesiánicos personajes que inducen su voluntad bajo el engaño de un torcido mesianismo. Cuando decimos que “la patria es primero”, debemos entender que es la patria forjada por el intelecto de sus pobladores, no por la voluntad de un líder. Por ello, para mantener la patria en democracia, debemos unirnos todos los militares de Venezuela, sea cual sea su categoría, clase o situación, para decirle NO a la estupidez de “independencia y patria socialista”, y recalcar que: ¡En democracia, viviremos y venceremos¡.