¡Por fin gobiernan los ñángaras!
Las ideas de Carlos Marx y Federico Engels expresadas al mundo en sus trabajos “El Manifiesto Comunista” (1848) y “Socialismo: Utópico y Científico” (1880), dieron origen a generaciones de luchadores sociales que se dedicaron a llevarlas a la práctica. Su primer triunfo ocurrió en Rusia en 1917 cuando la Revolución Bolchevique dio origen a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y el segundo en 1949 cuando la revolución de Mao Zedong dio origen a la República Popular China. Después de esas victorias, el comunismo se expandió por todo el mundo, logrando imponerse en varios otros países.
El comunismo también llegó a Venezuela, pero sus defensores no pudieron duplicar los éxitos de sus camaradas de otras latitudes; porque, al principio, desde 1917 hasta 1958 Venezuela estuvo gobernada por regímenes dictatoriales que no lo permitieron. Durante los breves intervalos cuasi-democráticos del General Isaías Medina Angarita (1941-1945) y de Rómulo Gallegos (Febrero a noviembre de 1948), los comunistas criollos aún no lograban estructurar una organización ni reunir los medios que los convirtiese en una verdadera alternativa de poder.
A partir de 1958, cuando es derrocado el último de los dictadores venezolanos del siglo 20, los comunistas empiezan activamente a buscar el poder, tanto por vía democrática como por medio de la fuerza, pero siempre con resultados desfavorables. Su primer intento, en 1958, lo hacen democráticamente, sin candidato propio, apoyando a los partidos que lanzaron las candidaturas presidenciales de Wolfgang Larrazábal Ugueto y Rafael Caldera Rodríguez, logrando contabilizar al final, un apoyo popular del 4,27%. (Aunque perdieron las elecciones, que fueron ganadas por Rómulo Bentancourt quien obtiene el 34,61% de los votos válidos).
Durante el período de 1959 a 1973, descartan la democracia e intentan la vía revolucionaria, organizando guerrillas urbanas y rurales, pero sin éxito.
En 1973 vuelven a intentar la vía democrática, esta vez lanzando sus propios candidatos a la presidencia de la república. En ese entonces los votos sumados a favor de Jesús Angel Paz Galarraga y José Vicente Rangel, registran un apoyo popular a favor de los comunistas del 9,31%. (Vuelven a perder las elecciones que son ganadas esta vez por Carlos Andrés Pérez quien obtiene el 48,70% de los votos válidos).
A pesar de no haber ganado las elecciones de 1973, los comunistas venezolanos no se desanimaron, ni regresaron a sus prácticas guerrilleras; siguieron participando en los procesos democráticos siguientes, proponiéndole a los venezolanos una variada gama de candidatos a la presidencia, pero nunca lograron obtener apoyo popular suficiente.
En 1978 logran el 7,83% al sumarse los votos de sus cuatro diferentes candidatos (José Vicente Rangel, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Américo Martín y Héctor Mujica), pero pierden las elecciones ganadas por Luis Herrera Campins que obtiene el 46,64% de apoyo popular.. En 1983 Teodoro Petkoff y José Vicente Rangel logran captar en conjunto 7,48%; los comunistas vuelven a perder las elecciones, esta vez ante Jaime Lusinchi que obtiene el 56,72% de los votos; y en 1988 Teodoro Petkoff, Edmundo Chirinos y David Nieves logran sumar sólo el 3,65% del apoyo popular y los comunistas pierden nuevamente las elecciones ante Carlos Andrés Pérez que logra captar el 52,89% del voto.
El sentimiento popular venezolano -mayoritariamente adverso a los comunistas- no cambia para nada como consecuencia de las intentonas golpistas de 1992, pero los partidos Engelsiano-Marxistas, al observar la favorable reacción popular al discurso del senador vitalicio Rafael Caldera Rodríguez, pronunciado en el Congreso Nacional y en el cual prácticamente justifica la intentona golpista del 4 de febrero, le ofrecen su apoyo para una eventual candidatura suya. Al año siguiente, Caldera se lanza a conquistar la presidencia y es electo con el apoyo de una aglutinación de partidos comunistas junto al recién creado partido Convergencia. Los comunistas logran ese año de 1993 el 11,58% de los votos válidos (649 mil 314 votos equivalentes al 6,70% de los electores inscritos).
Sin embargo, Caldera no permite una participación de los comunistas en el gobierno venezolano, más allá de lo simbólico, excepto durante los dos últimos años del período (1996-1998) cuando encarga a Teodoro Petkoff de dirigir la economía desde Cordiplán, quién fue percibido como un hombre franco y pragmático y que será recordado por su frase “estamos mal, pero vamos bien”.
Para asombro de no pocos, Petkoff condujo un programa económico liberal, alejado de los dogmas comunistas, pero el tiempo no le alcanzó.
Es importante notar aquí, que Rafael Caldera logra llegar a Miraflores por segunda vez en 1993, no gracias al apoyo mayoritario de los votos comunistas; sino por la conjunción de dos factores: el primero, una marcada polarización del voto entre cuatro candidatos distintos (Caldera 1.710.722; Claudio Fermín 1.325.287; Oswaldo Alvarez Paz 1.276.506 y Andrés Velásquez 1.232.653), y en segundo lugar, por la no existencia de segundas vueltas o requerimientos de mayorías en el sistema electoral venezolano. Sólo el 17,66% de los 9 millones 688 mil 795 electores inscritos, sufragó a favor de Caldera, en unas elecciones que registraron -por primera vez en Venezuela una abstención del 39,84%. (La más alta abstención registrada hasta entonces había sido la de 1988 cuando llegó al 18,8%).
En 1998, los comunistas habiendo asimilado la experiencia de las anteriores elecciones, tampoco lanzan candidato propio, sino que ocho de sus partidos, apoyan la candidatura del teniente-coronel retirado Hugo Chávez Frías, cuyo partido político, Movimiento Quinta República (MVR), recibe un apoyo popular del 40,17% mientras que sus aliados comunistas lograr aglutinar en conjunto el 15,74% [MAS 9%, PPT 2,19%, PCV 1,25%, IPCN 1,03%, GE 0,86%, MEP 0,84%, SI 0,57% ; y AA 0,29%]. La abstención registrada fue del 36,55%.
Pero los ñángaras… ¡ Por fin habían llegado al poder !.
La inmensa mayoría de los electores que sufragaron a favor de Hugo Chávez, lo hicieron por la imagen de un comandante en traje de campaña y boína roja pronunciando la frase “por ahora”, expresada luego de aceptar que el intento de golpe no había cumplido su cometido de tomar el poder.
Los venezolanos, quedaron convencidos de que un “recio militar” sí iba a poner orden en el desórden existente, acabar con la corrupción y satisfacer las necesidades populares largamente olvidadas por los gobernantes.
Pero el candidato victorioso al adolecer de una estructura político-partidista que le permitiese formar gobierno, cae presa de sus aliados comunistas que tenían 40 años luchando por llegar al poder. Aunque diversos sectores critican a Hugo Chávez de haber “militarizado” el gobierno, la realidad es que la presencia de uniformados –activos y retirados- en su gobierno, es abiertamente minoritaria en comparación a la presencia comunista.
Esto se hace mucho más evidente, cuando son electos los integrantes de una Asamblea Nacional Constituyente en julio de 1999: los comunistas la dominan abrumadoramente, y utilizan su poder “supra-constitucional” (novísima doctrina jurídica inventada por ellos y no existente en ninguna otra parte del mundo), para literalmente tomar por asalto todas las instancias del poder nacional y dedicarse a cambiar todas las leyes del país, empezando por una “Ley de Amnistía” que los exculpa a ellos mismos de todos los delitos políticos “y conexos” cometidos hasta ese momento.
Nada oculto detrás de sus actuaciones se observa la ejecución de un extendido plan, para desmontar todas las organizaciones e instituciones del país, desde las cuales pudiesen derivar alguna forma de poder o influencia política, los partidos Acción Democrática y Copei, partidos que se turnaron en el poder desde 1958 hasta 1998..
¿Pero que ha estado pasando en el resto del mundo mientras los comunistas venezolanos disfrutan alborozados de una especie de orgasmo político; y comienzan ¡ Por fin ! a poner en práctica en Venezuela lo que aprendieron de Marx y Engels?.
22 años antes del triunfo de los comunistas en Venezuela, en septiembre de 1976, había fallecido Mao Zedong, y posteriormente “La Banda de Los Cuatro” [Jian Qing, -viuda de Mao-, Wang Hongwen, Zhang Chunqiao y Yao Wenyuan], fue “purgada” y Deng Xiaoping asumió el control del Partido Comunista Chino.
A partir de 1977 Deng Xiaoping introduce importantes reformas en virtualmente todos los aspectos de la vida política y económica de China. Instaura la administración económica descentralizada y la planificación racional y flexible a largo plazo destinada a lograr un eficiente y controlado crecimiento económico. A los agricultores campesinos chinos les permitió controlar individualmente y tener la autoridad sobre la producción y las ganancias.
Deng hizo énfasis en la responsabilidad e iniciativa individual en la toma de decisiones económicas, y en los incentivos materiales como recompensa a la actitud empresarial y a la iniciativa; y en la formación de grupos de gerentes y técnicos bien educados y capacitados como punta de lanza para el desarrollo de China. Liberó a muchas empresas industriales del control y supervisión del gobierno central y le dio a los gerentes de las fábricas la autoridad para determinar los niveles de producción y la búsqueda de ganancias para sus empresas. En las relaciones internacionales, fortaleció el comercio internacional, los lazos culturales con Occidente, y abrió las empresas chinas a la inversión extranjera.
Es decir, la China comunista había adoptado el modelo económico liberal.
En Europa, sucedía algo similar.
Diez años antes de que los comunistas tomaran el poder en Venezuela, en noviembre de 1989 se había derrumbado el Muro de Berlín y todos los partidos comunistas de Europa fueron totalmente transformados. Para 1990 todos los países ex-comunistas (Albania en 1991), celebraron rápidamente, elecciones relativamente libres que sacudieron a los viejos regímenes.
En la mayoría de los casos el poder pasó a manos de aquellos con muy poca conección con el viejo liderazgo; o hacia comunistas disidentes. En la mayoría de los casos también, los partidos comunistas se desbandaron o fueron reformados adoptando nombres diferentes para poder competir con los nuevos partidos por los votos y la influencia política.
La primera ola de elecciones (1989-90) se inclinó fuertemente contra los candidatos comunistas y a favor de candidatos respaldados por movimientos populares de masas. En Polonia, por ejemplo, el movimiendo Solidaridad de Lech Walesa apoyado por los trabajadores barrió con casi todos los cargos a ser electos en 1989.
En Checoeslovaquia, el Foro Cívico de Václav Havel (y su contraparte eslovaca) derrotó decisivamente a los candidatos comunistas en las elecciones de la asamblea de 1990. Los líderes comunistas de la vieja guardia también fueron expulsados ese año de Hungría y Alemania Oriental. Y aunque los gobiernos comunistas de Albania y Bulgaria fueron reelectos; hasta estos regímenes de línea dura fueron derrotados por la oposición en la segunda ronda de elecciones (Bulgaria en 1991 y Albania en 1992).
En Rusia sólo se permitió al Partido Comunista participar –como partido- en las elecciones de 1990 por los 1068 escaños del Congreso de los Diputados del Pueblo; sin embargo, muchos de los candidatos fueron respaldados por grupos de interés de extracción popular que habían aparecido durante la política del Glasnost (la política soviética de “apertura” que se inició a finales de 1980). La organización, Rusia Democrática, obtuvo 190 escaños en esa elección.
Las tres repúblicas bálticas, Estonia, Latvia y Lituania, expulsaron a su ex-líderes comunistas; especialmente en Lituania donde el movimiento popular Sajudis obtuvo el 65% de los escaños parlamentarios
Todo el mundo sabe las razones por las cuales sucedió esa debacle política en el mundo comunista: la economía centralmente planificada es una receta para el desastre.
Por ello, las siguientes preguntas obligadas:
¿Cómo es posible que los comunistas venezolanos ignoren el colapso mundial de su ideología –especialmente en cuanto a lo económico- y estén re-comenzado a instalarla en Venezuela; si ya todos sabemos hacia donde nos conducirá?.
¿Cómo es posible que la inmensa mayoría de los venezolanos que no comulga con la ideología comunista –como lo han demostrado repetidamente los escrutinios electorales- permita que una minoría comunista conduzca al país hacia un desastre anunciado?
Hasta Teodoro Petkoff los ha llamado “La izquierda borbona. La que no olvida ni aprende”.
¿No son suficientes 15 meses contínuos de deslizamiento hacia el precipicio, para que detengamos esta locura?