Política y familia en Venezuela
Dadas las condiciones de precariedad que está enfrentando Venezuela en estás dos últimas décadas de su historia política y constitucional, se nos presenta de suma importancia pensar y reflexionar sobre el estado de la familia en el país, a raíz de la persistente crisis político institucional venezolana.
¿Por qué?, simple; bajo el marco cotidiano de un Estado trasgresor e irrespetuoso que promueve en la ciudadanía el irrespeto a las jerarquías y las instituciones, la familia como base de toda sociedad se ve afectada en su cotidianidad de vida trastocada por todos los problemas reales que se proyectan en los medios de comunicación y en las continuas confrontaciones verbales entre los poderes establecidos, y con ello el irrespeto al otro, al ciudadano, al diferente. Así, del día a día, la familia aumenta sus tensiones, sus conflictos, sus desafueros, que de hecho el desgobierno promueve bajo una base ideológica totalmente autoritaria en donde el “manda más” lo dispone todo, incluso pretende disponer hasta en la educación de las generaciones futuras.
Si bien es cierto, en las condiciones actuales de interacción medios, mercados, Estados e individuos, la familia cambia de marco tradicional conceptual y de parámetros tradicionales en muchos aspectos. Como tal, aquellas familias de padres divorciados, viudos, abuelos al cuidado de sus nietos, parejas del mismo género, solteros con hijos va en aumento y ello trae consecuencias socio-políticas que los legisladores deben tomar en cuenta a la hora de oporacionalizar y crear leyes en pro- de focalizar nuevos derechos sociales que en el pasado no se pensaban.
No en vano, aún existen esas mentes conservadoras alejadas de las realidades sociales vigentes en tiempos de globalización, aunadas a los problemas económicos que padecen nuestras sociedades por la mala gestión de gobiernos clientelares, populistas y corruptos, que promueven, no la creación de familias, (independientemente de su estatus) sino la creación de la desfamilia, precisamente por las coyunturas económicas de desajustes demoledoras de conciencia en un compartir en común e incluso, la ruptura familiar.
El Metapoder: dinero amor, amor dinero. Sacrificio afectivo familiar en decadencia. Incluso en familias con altas remuneraciones. Los hijos pasan a ser la propiedad privada casi exclusiva del sentimiento de chantaje del poseedor de la custodia en sociedades matriarcales como las nuestras, en donde se pone fin a la búsqueda de un crecer en común pero no juntos. Así se evaden responsabilidades. ¿Los grandes perdedores? Las generaciones en crecimiento y desarrollo psicológico.
Pues bien, la desestructuración y destrucción familiar va de la mano de dimensiones externas e incluso como todo Estado fascista promueve el repliegue a una sola forma de ver el mundo. Esos cabezas de cartón anclados en el siglo XIX y parte del XX, que en muchos sentidos se condicionan en varias religiones monoteístas. Lo que significa que no entienden que hay que vivir nuestras propias vidas en un mundo desbocado en la individuación de la globalización.
Significa así promover los entornos familiares independientemente de la mezcla sanguínea para estabilizar los afectos entre hombres y mujeres, dando píe a mejores relaciones psicológicas entre estos, conllevando a sociedades menos tensas y más prosperas en sus entornos domésticos. Ello va en pro de mejores formas de desarrollo personal, profesional, un mejor equilibrio entre trabajo y familia, moral e incluso ético-religioso, mejores formas de democratización social. Dando mejores formas de convivencia humana.
En su libro “La democracia y sus enemigos” el sociólogo alemán Ulrich Beck reflexiona: “al destruirse las formas de vida de la familia nuclear surge como horizonte de sentido el conflicto amor al amor, ¿cuáles serían los efectos secundarios, cuál, por así decirlo, el “espíritu” no querido que nacería de un conflicto entre los sexos y en el amor cargado romántica y terapéuticamente? ¿Tiene esto consecuencias para la ciencia, la política, el desarrollo tecnológico o la ecología?”.
Asimismo, dentro del ámbito familiar, también se está produciendo un acelerado cambio. Al mismo tiempo, hombres y mujeres trabajando; féminas en el trabajo, padres en casa al cuidado de los niños; madres solteras trabajando criando solas a sus hijos; o, padres solteros trabajando, y a su vez criando a sus chicos, con las mismas ocupaciones y responsabilidades. Nuevos matrimonios en segundas nupcias, que le plantean al mundo cognitivo del niño, que las relaciones afectivas también son probables con personas de distinta sangre. Más abuelos, tíos, primos, una suerte de interconexión entre distintas familias, que con el paso del tiempo, en muchos casos se vuelven familias como si fueran de sangre.
De hecho, sí tiene sus enormes consecuencias, con todo y sus rostros draconianos ocultos. Pero en definitiva el asunto gira entorno, a que tanto el Estado, como muchos individuos, no han entendido estos cambios sociales de base y al no entender dichos cambios se ayuda aún más a la no creación de formas familiares. Dicho sea de paso, la destrucción de la familia es la destrucción de la sociedad y por ende de toda política racional para la prosperidad de una nación.