Poder ciudadano
Observé – escuché – a un candidato del oficialismo pedir desesperadamente refuerzos a la Guardia Nacional durante el simulacro electoral en el Liceo Baralt, de Maracaibo. El oficial al mando le respondió que con el número de efectivos destacados en el Centro de Votación era suficiente paras garantizar la seguridad. El hombre tuvo que resignarse y le ordenó a su gente rojita replegarse a una esquina donde permanecieron allí con cara de aflicción.
La razón de pedir más Guardias no era invocar la protección de la gente sino que las camisas rojas del oficialismo estaban totalmente disminuidas 20 a 1 en el ejercicio electoral del domingo. Los candidatos del gobierno nacional se sintieron desbordados y les cundió el temor por la mayoritaria expresión ciudadana que da señales muy claras de querer participar en las próximas elecciones del 26 de septiembre.
Lo visto, sentido y temido por el oficialismo en la jornada pre electoral del 22 de agosto se denomina Poder Ciudadano, aquel que se ejerce por decisión propia y colectiva de los ciudadanos y no a través de instituciones que, en la actual Venezuela, están rendidas a los pies del gobernante de Miraflores.
El Poder Ciudadano es sencillamente la capacidad que tiene la gente de ejercer acciones para incidir y transformar la estructura de la cual forma parte y, en el caso de las elecciones del 26 de septiembre, la posibilidad de cambiar el rumbo político de la República Bolivariana de Venezuela, mal gobernada, orientada al comunismo fracasado y caracterizada por altos niveles de corrupción.
Cada elector venezolano tiene la gran oportunidad de demostrarle al gobierno nacional que en el país existe una mayoría opuesta al socialismo, a las políticas de expropiaciones, de regalos a países amigos, de guerras ficticias que sólo sirven de excusa para comprar armas y a que dejen perder millones de kilos de comida mientras la gente tiene necesidad de alimentarse.
Cada votante puede demostrar que más allá del poder gubernamental existe un verdadero y robusto Poder Ciudadano capaz de rechazar las políticas y estrategias violentas del oficialismo, de división y odio social, y reordenar al país mediante la opción de elegir un nuevo Poder Legislativo, independiente, equilibrado y centrado en la atención de las necesidades de la gente.
Es a esa fuerza del Poder Ciudadano que teme el gobierno nacional y por ello trata de llevar la contienda del 26 de septiembre al escenario de la violencia y confrontación para intentar alimentar la abstención y evitar esa avalancha de votos como pre anunció el simulacro electoral del domingo 22 de agosto.
En esta hora, después de innumerables procesos electorales y de zancadillas a las cuales se ha prestado el Consejo Nacional Electoral, como retardar el proceso hasta la medianoche (referendo presidencial del 2004) no se puede caer en esa trampa cazabobos de la provocación y el hostigamiento.
Hay que reservarse para la verdadera contienda que será dentro de un mes donde las únicas armas serán los votos, de ahí que nadie debe quedarse sin sufragar desde muy tempranas horas el 26 de septiembre y superar los obstáculos que pondrán en el camino.
Todos los ciudadanos tenemos el noble e ineludible deber de votar, de ir con entusiasmo y firme decisión a un proceso vital para rescatar la democracia venezolana de la agonía y el peligro que significa la implantación del comunismo.
Para demostrarnos a nosotros mismos que somos el verdadero Poder Ciudadano.