Pasaportes y gasolina endógenas
Sacar el pasaporte siempre ha sido una tortura, pero hay que reconocer que seis años de revolución bonita han elevado el trámite a niveles tan altos como los más sofisticados suplicios chinos. Oigo por la radio que en la DIEX de La Trinidad, en Caracas, casi se forma una poblada ante la indignación de la gente que había pasado toda la noche a las puertas del local para descubrir por la mañana que se habían acabado los números. La gente alegaba que se los dan a gestores y no quedan para los que hacen la cola. Ante esto me pongo a indagar por teléfono en unas agencias de viaje conocidas y me dicen: “Trae una foto de frente con fondo blanco y quinientos mil bolívares, y te lo sacamos en un par de días”. Después de varias llamadas ya lo consigo por trescientos mil ¡Qué maravilla la oferta y la demanda! Supongo que el precio variará de acuerdo con la urgencia del cliente y también dependiendo de la temporada, alta o baja. A lo mejor también es más barato en las zonas deprimidas respecto a las más boyantes ¡Hay que reconocer que el mercado es un invento espectacular! Y me pregunto ¿Cómo es posible que estemos creando semanalmente empresas comunitarias de todo tipo cuando no somos capaces de expedir un pasaporte?
A esta deficiencia administrativa y gerencial se suma otra que es atribuible a definición de políticas públicas. Hay escasez de gasolina en Gran Sabana y en el Táchira se reducirán los despachos en un 20% por instrucciones del Ministerio de Energía y Petróleo (El Universal 31/07/05). La lógica del gobierno es impecable: Si se llevan un montón de gasolina para Colombia significa que el Táchira puede abastecerse con 20% menos. Eso es una verdad como un templo, lo que resulta ingenuo es suponer que bajar el suministro reducirá el contrabando en vez de crear desabastecimiento. Las fugas se pararán un par de días para evitar ruidos y luego volverán igual que antes. Porque basta con calcular que por 1000 litros, que se compran en una bomba con cien mil bolos, se obtiene al otro lado de la frontera un millón de bolívares, por la medida bajita, y esto da para pagar todas las corruptelas y complicidades que sean necesarias. Hasta que al final terminen de entender que cuando se mantienen brechas tan abrumadoras con respecto a los precios internacionales la propensión a aprovecharse de la diferencia es indetenible, ha pasado antes con el café, con los pescadores y con la misma gasolina. Otra vez la lógica del mercado es implacable. Además el contrabando, a lo largo de la historia, ha sido visto como una actividad económica natural de los pueblos, como una manera de preservar sus libertades. Así vemos a los wayú que controlan el flujo de gasolina por la Guajira como si fuera una tradición de su cultura ancestral.
Reflexiono acerca de que tal vez yo sea un escéptico, que no me doy cuenta del potencial de desarrollo endógeno y distribución del ingreso que tienen estos oficios. La gestión de documentos crea puestos de trabajo en todo el país y el contrabando de gasolina dinamiza los estados fronterizos. Además, el valor agregado que generan se distribuye entre mucha gente: empleados de la DIEX y de las bombas de gasolina, guardias fronterizos y, si me apuran mucho, queda para los empleados de PDVSA y hasta para funcionarios de Seniat, si se les ocurre pasar por allí.
Al final va a resultar que son proyectos endógenos que conforman el socialismo del siglo XXI. Siendo así, será mejor que alguien los asesore para que se organicen en cooperativas y tengan acceso a créditos blandos.