¡Paren, ya!
Primero fue la insurgenciagolpista contra ungobierno electo por el pueblo, borrando los avances en la convivencia democrática y pacífica para consagrar la violencia. Luego, la pretensión de retrotraernos dos siglos a la épica emancipadora como única referencia valedera para conducir la Venezuela actual. Junto a ello, la reivindicación del militarismo, del hombre fuerte que tira la parada, ignorando los esfuerzos de abnegados civiles a lo largo de nuestra historia porconstruir una república moderna que dejara atrás el caudillismo. En consecuencia, fueron acosando a las universidades autónomas, asiento del debate plural, del pensamiento crítico, y, en el camino,arremetieroncontrael reconocimiento de los derechos fundamentales y universalesde la humanidad, sin duda lamayor conquista de la civilización. De la mano se asociaron con los regímenes más retrógradas y primitivos del mundo,como el de Cuba, regentada como feudo personal por un par de ancianos patriarcas, con todo y siervos. ¡Qué vergüenza los aplausos a rabiar de connotadas dirigentes “revolucionarias” que, en ocasión de las exequias de Chávezel propio Día Internacional de la Mujer,dirigieron aAmadinejad, jefe de un gobierno oscurantista que pisotea a las mujeres, llegando hasta avalar sumuerte a pedradas por adulterio! A la par, se atrincheraronen el patrioterismo más primitivo y ramplón para blindarse contra los vientos libertarios y modernizadores delintercambio mundial, en nombre de la lucha contra las injusticias del capitalismo (¡!)
Progresivamente fueron remplazando la institucionalidad del Estado de Derecho por la voluntad de una sola persona y elevaron a virtud la sumisión abyecta a ésta, abdicando de toda capacidad por tener ideas propias. ¡El regreso al Etatcestmoi del Rey Sol, Louis XIV!Igual, se dedicaron a deificar al caudillo,estimulando los reflejos mágico-religiosos ancestrales de una población ignorante, hasta llegar al punto en que hoy se venera a su momia como máxima expresión del amor por la Patria. Así desembocaron enmanifestaciones animistas, de comunión con el espíritu omnisciente, como lo que atestigua elahora místico Isaías. Finalmente, descartaron olímpicamente todo el conocimiento científico acumulado sobre la materia para señalar, sin rubor ni vergüenza alguna, que el imperio y los “enemigos de Venezuela” le provocaron el cáncer a Chávez. Primero lo asomótímidamente Nicolás, el heredero designado, como si fuera un desliz involuntario, pero luego, en ausencia de todo llamado al recato, la repitió impúdicamente. Para colmo, Evo Morales, Presidente de Bolivia, cogiendo línea, afirma que Chávez fue envenenado (¡!) y llama a una investigación médica. Para no quedar fuera, quien tiene bajo su responsabilidad la conducción de la empresa más importante del país, Rafael Ramírez, le da beligerancia a semejante disparate. Pero el broche de oro lo pone el propio ex ñángara Nicolás, afirmando que, en el cielo, “frente a frente con Cristo”, su adorado Comandante sin duda influyó en la designación del primer papa latinoamericano (¡!).
Señores oficialistas, ¡basta! ¡Paren, ya, carajo! ¡No se puede acelerar tanto en retroceso;en pleno Siglo XXI no se puede regresar al oscurantismo de un solo sopetón!Un poquito de dignidad, de amor propio, del sentido del ridículo, ¡por favor! Recuerden que ustedes se disfrazaron de “izquierda” para camuflar su naturaleza fascista e, incluso, llegaron a autocalificarse de “humanistas” (¡!). Hagan aunque sea un esfuercito por aparentar que son de avanzada, que creen en el progreso, etc., etc.¡La estulticia no puede esgrimirse como argumento, sean cuáles fuesen los réditos electorales esperados! Y, por último, un poco de respeto por el pueblo, en particular, por el pueblo chavista. Un poco de sentido ético en la campaña, ¡basta de tan grosera manipulación de los sentimientos de la gente!