Opinión Nacional

Para ganar, ¡atréve a cambiar!

Sin hacer un análisis profundo de la situación de Venezuela y de sus regiones en particular, usted quizás sin advertirlo, tiene a su alcance las herramientas necesarias y un potencial desconocido para fortalecerse y convertirse en parte e un equipo ganador que pueda ayudar de modo muy sencillo a cambiar las cosas en el país. Para ello será prioritario propiciar un sincero cambio en nuestro interior, poniendo especial atención en la sociedad y su efectividad como órgano plural, mas que en cada uno de nosotros como individualidad. Sabemos además, que en específico, tenemos muchos defectos y debilidades, pero a la vez poco resaltamos en los demás sus éxitos y virtudes, lo que se observa con recelo o simplemente con indiferencia y esto merma considerablemente la posibilidad de un sano entendimiento y un mejor desempeño del aparato colectivo.

Para superar éste escollo, no podemos aplicar recetas cosméticas inmediatas que nunca resolverán el fondo del problema, por el contrario, tenemos que aplicar medidas prácticas, coherentes y sinceras que poco a poco estimulen el cambio y posibiliten una más fluida relación personal de interdependencia y no de independencia. Debemos comenzar por hacer una justa valoración de las personas que nos rodean, así como medir con honestidad nuestro verdadero potencial interno, respetando, por supuesto, los argumentos o actitudes del otro, aunque no las compartamos en un momento, pero dejando siempre el campo abierto y abonado a un entendimiento honorable, inteligente y concreto.

Si sólo por un día, una semana o un mes, por ejemplo, nos dedicamos con paciencia tolerante al esfuerzo de un cambio para con los demás (en la familia, el trabajo o en la calle) veremos que al igual que una dieta seria, consciente y posible, nos mejorará no sólo el espíritu, sino también el cuerpo; porque no se trata de una actitud aislada o temporal, se trata de la formación en nuestra mente de un buen hábito que nos ayudará a crecer como seres humanos de manera sólida y con criterio de permanencia.

No debemos jamás anteponer lo inmediato sobre lo importante y en eso muchas veces flaqueamos ante una posición determinada, más por necesidad, que por nuestra verdadera capacidad, y casi siempre fundamentamos ésta aspiración, midiendo sólo mi éxito y no el ajeno, o propiciando de alguna manera su fracaso. Esta es una conducta equivocada en las relaciones interpersonales, pues sólo plantea un escenario competitivo y no uno cooperativo en donde nos beneficiamos todos.

Debemos entonces, estructurar en la mente y el corazón de cada quien el imperativo de la ganancia mutua, en donde todos nos sintamos bien por las decisiones aprobadas, comprometiéndonos a la vez, en la sinergia de un plan de acción que represente genuinamente las aspiraciones de la gran mayoría.

Si adoptamos éste hábito como norma, nos apartaremos a tiempo de la arraigada y nociva dicotomía del
fuerte vs. el débil, o del ganador vs. el perdedor, cuando podemos sin duda ganar y ser fuertes todos, pues nadie es tan malo como se pretende acusar ni tan bueno como se quiere promover, ya que hay rasgos de virtud en el malvado, pero también hay rasgos de maldad en el virtuoso.

Nada de lo que hoy pedimos que se haga o se cambie se concretará definitivamente, si nosotros mismos no estamos convencidos de un cambio interior y superior de cuerpo y alma. Te invitamos a dar un paso al frente para avanzar y ganar. ¡Atrévete!

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