Opinión Nacional

Palabras bonitas y significantes

Sin intervención de ningún ente regulador, los habitantes del mundo cibernético votaron el domingo pasado con el fin de identificar las palabras que expresan el contenido más apreciado por los hombres y mujeres del mundo.

Casi, parece una cursilería cuando nos encontramos sumergidos en una nación donde la agresión verbal es el comienzo de cualquier discurso.

Amor, libertad, paz, vida y azahar fueron las palabras que obtuvieron los primeros cinco lugares dentro del pensamiento de los votantes globales del mundo hispano parlante.

Las cuatro que ocuparon los primeros lugares tienen que ver directamente con los sentimientos y las aspiraciones más caras y mejor apreciadas por el hombre y la mujer racionales y desarrollados.

La quinta, azahar, tiene implícita la idea de una relación estable bendecida por el matrimonio y además, trasmite sensaciones de frescura, de primavera, de limpieza, de manojo de flores que invitan a cualquiera de las situaciones que describen las palabras que le precedieron.

En una sociedad que se respete, sus ciudadanos aspiran a disfrutar y tener como valores fundamentales e ineludibles el amor, la libertad, la paz y la vida.

Venezuela está sumergida en los antónimos de todas estas palabras.

El odio, la represión, la guerra y la muerte son palabras de uso continuado. Propiciadas desde los más altos sitiales del poder político. Difundidas y justificadas por casi la totalidad de los dirigentes oficiales de la nación.

Estirando la liga de la interpretación encontramos que la paradoja venezolana se extiende al ámbito internacional.

Se realizan todos los esfuerzos políticos y económicos para ingresar a MERCOSUR. Se utiliza, en la versión más vil del significado de esta palabra a los gobiernos “amigos” de Brasil y Argentina para lograr una acelerada cabida en el grupo de naciones que conforman esa subregión –por cierto, bien distante geográfica y conceptual de nosotros- ¿para qué? Para anunciar inmediatamente sus defectos y cuasi declarar su defunción. Antónimo de vida.

Aprovechamos una excusa –la firma por parte de Perú y de Colombia de tratados de comercio con los Estados Unidos- para denunciar nuestra pertenencia a la Comunidad Andina de Naciones. De donde, circunstancialmente y por razones de rotación desempeñamos la Presidencia. También proclamamos su muerte.

Odiamos – antónimo de amor- a nuestros vecinos de la cordillera que Bolívar atravesó para libertar a todas estas naciones.

Accedemos a cualquier reunión internacional casi con el único objetivo de disentir con cualquier concepto que signifique paz. Amamos la guerra –su antónimo-, asimétrica por definición, pues no realizamos que casi en cualquier circunstancia nos encontraremos en desventaja.

Despreciamos la vida, ejercemos el cultivo de la muerte –su antónimo- al extremo de que se cuentan en muchas decenas de miles los ciudadanos de Venezuela que han perdido la vida en circunstancias violentas y las autoridades se muestran incapaces de identificar y mucho menos castigar a los responsables de esos crímenes. Estamos al borde de la guerra civil, no lo realizamos.

No puede un país vivir adecuadamente cuando su dirigencia política está embarcada en utilizar y valorar todas las palabras que son antónimos de las palabras mas bellas del idioma de acuerdo a una elección libre y limpia que realizaron los ciudadanos del ciberespacio.

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