Pajaritos preñados del cristianismo diseminan el embarazo precoz y las ETS
El Vaticano padece de una aguda obsesión en contra del sexo; comenzando por difundir un pajarito preñado según el cual María quedó embarazada y dio a luz a Jesús, sin tener ningún tipo de contacto sexual; seguido del otro pajarito preñado que dice que todos los apóstoles de Jesús fueron únicamente hombres [pajarito preñado destinado a sacar a María Magdalena de la cúpula de poder de los primeros cristianos, porque ella era la más inteligente entre los apóstoles—también para que se olviden de otra mujer llamada Junias, quien también fue uno de los Apóstoles de Jesús de Nazaret, y de quien San Pablo dijo: “Es muy estimada entre los Apóstoles, y también fue antes de mí en Cristo [Santa Biblia; Epístola del Apóstol San Pablo a los Romanos 16:7]—y en virtud de este último pajarito preñado, el Vaticano no permite que sus sacerdotes, monjes y monjas; no sólo no contraigan matrimonio, sino que no tengan ningún tipo de experiencia sexual, dejando ver claramente que para el cristianismo las relaciones sexuales son algo pecaminoso, o sucio.
Los pajaritos preñados del Vaticano llegan hasta el extremo de recomendarle a los jóvenes que se mantengan castos (alejados de la sensualidad), como si eso fuese algo malo.
Esos no son los únicos pajaritos preñados que difunde el Vaticano en relación con el sexo—existe otro mucho más perjudicial y dañino, hasta el extremo que podrían causar la muerte: El Vaticano se opone tozudamente al uso de cualquier método, mecanismo o medicamento anti-conceptivo—entre ellos el uso del condón—recomendando solamente la abstinencia sexual: Es decir: ¡no tengan relaciones sexuales! Como si las relaciones sexuales fuesen algo malo o pecaminoso. Y este pajarito preñado del Vaticano es una de las causas más importantes de que se siga diseminando a atroz epidemia de VIH / SIDA en África.
Las muy negativas consecuencias directas de esos pajaritos preñados [es decir: mentiras] del Vaticano es provocar que a los padres les de vergüenza instruir a sus hijos sobre las relaciones sexuales y sus consecuencias, manteniendo a los más vulnerables—a los adolescentes púberes, en completa ignorancia sobre cómo se produce un embarazo, y sobre qué son y como se previenen las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual, como la Vaginosis Bacteriana, la Clamidia, el Herpes Genital, el Virus del Papiloma Humano, la Gonorrea, la Sífilis, la Tricomoniasis y el VIH /SIDA, entre otras).
La Clamidia; por ejemplo—que es la más común de las enfermedades infecciosas transmitidas sexualmente—es un protozoario que puede causar un amplio espectro de enfermedades infecciosas; como la uretritis, la epididimitis y la proctitis en el hombre; la cervicitis, el síndrome uretral agudo en las mujeres y conjuntivitis y neumonía en los bebés recién nacidos.
Todos esos pajaritos preñados del Vaticano van a contrapelo de los conocimientos científicos, y mantienen a quienes creen en ellos en la muy atrasada Edad Media (que finalizó aproximadamente en 1492, cuando los primeros curas cristianos estaban desembarcando en Macuro, estado Sucre, de la Carabelas de Cristóbal Colón.
Porque; para empezar, las relaciones sexuales son el más avanzado sistema de reproducción que evolucionó naturalmente; en forma no deliberada, a través de miles de millones de años—es un muy eficiente y sano sistema natural que otorga enormes ventajas a las especies para que puedan sobrevivir—y Dios no tiene absolutamente nada que ver con eso—son los curas de mentalidad medieval quienes tienen la cabeza llena de pajaritos preñados, quienes se oponen a cualquier cosa que tenga que ver con las relaciones sexuales fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer.
Las relaciones sexuales no sólo son el más poderoso de los instintos naturales del ser humano; sino que el comportamiento sexual está gobernado por los genes; como lo comprobaron los Dres. Ebru Demir y Barry J. Dickson, del Instituto de Biología Molecular de la Academia de Ciencias de Austria, cuyos hallazgos científicos fueron publicados en la Revista Científica llamada Cell (Célula) en fecha 3 de junio de 2005—y por ello los fuertes, hermosos, naturales y sanos sentimientos que ocurren debido a la normal atracción entre un hombre y una mujer—y entre dos hombres o dos mujeres homosexuales—son un ineludible mandato genético y natural—y también los sienten todos los curas, monjes y monjas cristianos—quienes no pueden; ni podrán, evitarlos por más que se empeñen; recen o hagan “penitencias” por tener pensamientos “libidinosos”—los que la Real Academia de la Lengua Española—una institución muy ortodoxa, conservadora, e influenciada en demasía por los pajaritos preñados del cristianismo, equipara al “pecado” de la “lujuria” a la que define como: “Vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales.”
No existe; quizás, un torbellino de emociones, más hermoso, sano y natural que cuando una mujer se siente deseada o un hombre correspondido en su deseo—hasta cuando esta bella atracción mutua, no llega al coito u a otra forma de contacto sexual—¡hasta una simple mirada o sonrisa entre adolescentes púberes, los mantiene “flotando en el aire de pura felicidad”, debido al instinto sexual!—y esto es experimentado por todos los seres humanos a partir de su llegada a la pubertad, que es cuando se convierten biológicamente en un hombre o en una mujer adultos.
Sin embargo; como ya sabemos que el cerebro humano no termina de madurar hasta aproximadamente los 22 años—lo que quiere decir, que los jóvenes entre su pubertad y esos 22 años, piensan más emocionalmente (instintivamente), que racionalmente (sopesando los pros y los contras de sus intenciones y acciones), es una muy difícil; pero indelegable responsabilidad, de los padres, maestros y profesores, educar a los adolescentes púberes sobre las relaciones sexuales y sus consecuencias, para que sepan de antemano como evitar un embarazo no deseado y como prevenir las enfermedades de transmisión sexual.
Los padres y madres, están obligados a la sobreponerse a los tabúes que les han creado en sus mentes los pajaritos preñados del cristianismo, y educarse a sí mismos—y sobre todo a sus hijos, sobre las relaciones sexuales—sin traumatizarlos psicológicamente—como pretenden los curas de mentalidad medieval, engañándolos haciéndoles creer que la atracción sexual y las relaciones sexuales, son algo pecaminoso, feo o sucio; porque la realidad y la verdad es que son sentimientos que no pueden evitar, porque sus genes los obligan a sentirlos, y son completamente naturales, hermosos y sanos—si se posee la debida educación científica—no los pajaritos preñados del Vaticano.