País despoblado
Triste tragedia la de un país, donde su población está condenada a vivir separada. Porque alguien así lo decidió, él encontraba que era la mejor manera para mantenerse en el poder.
Sembrando odio y sed de venganza, ponía a pelear a unos contra los otros. Así de sencillo, si lograba hacer pasar su mensaje, de que unos eran responsables de las vicisitudes de los otros, estaba seguro que podría manipularlos para siempre.
No sería necesario un ejército, ni policías, bastaba con armar a los suyos, para que el mismo sector social que manipulaba, sirviera de escudo a su supuesta revolución.
Un país dividido se convierte en una nación de hermanos separados, unos emocionalmente sin posibilidad de reconciliación, otros físicamente ya que por primera vez en la historia el venezolano se convirtió en emigrante.
Lo más duro han sido las separaciones definitivas…vitales, ya que desde que comenzó esto, 200.000 venezolanos perdieron la vida en manos del hampa. Tan bien armada con equipos militares, que nadie se explica cómo fueron a parar en sus manos.
El crimen más grande es haber sumergido a Venezuela en una guerra fratricida, un cálculo político que necesitaba extraer lo más oscuro del ser humano, pecados capitales que nos disminuyen y nos hacen menos civilizados.
Las manifestaciones contra nuestros valores venezolanos las vimos en los discursos de odio, en los insultos televisivos, el vocabulario soez, en la forma inculta de hablar, todo planificado para promover un comportamiento revanchista y agresivo. Donde los defectos se mostraron como algo bueno, donde la gente del Gobierno puede abusar y donde no existen derechos para los que están en desacuerdo.
Los defectos se promovieron, las ofensas, los golpes y los comportamientos histéricos los presenciamos todos. Asaltos cometidos por bandas de motorizados, agravios a los empresarios, a diplomáticos, a miembros de la Iglesia, a los judíos, a los evangélicos.
Despidos masivos, condenas sin juicio, exilios forzados, todo como dentro de un circo romano, arrojando cristianos a las fieras.
Para entender y sentir lo que vivimos, debemos movernos en el nivel de los ámbitos, al destruir los lazos afectivos y de unión, partimos la nación en dos. Si controlamos una parte, se puede destruir la otra, sobre todo si contamos con las armas y el poder. Esa conducta ¡es un crimen!
Muchos de nosotros hemos vivido lutos, algunos obligados a sufrirlos en la distancia, duelos físicos y emocionales, que han dejado heridas profundas que solo el tiempo y la fe podrán sanar.
Cuando «¡Un solo ser te falta, todo queda despoblado!», expresaba Alphonse de Lamartine. Ese ser al que hace referencia el poeta francés, no puede entenderse como uno cualquiera, es una persona en torno a la cual hemos compartido la vida, que llegó a ser para nosotros «única en el mundo», puede ser un amigo, un pariente, un compatriota, alguien con quien compartiste tu formación o simplemente la vida.
Al faltarnos ese alguien, el universo entero parece quedar despoblado. En realidad al separarnos nos empobrecemos, en nuestra riqueza interior, en el aspecto creativo, en el amor que solo sirve para darlo, en lo que nos hace humanos. Perdemos en sentimientos y en valores, nos acercamos a las bestias.
Ciudades como las nuestras sólo están de verdad pobladas cuando sus habitantes tejen vínculos, cuando podemos construir dentro de ellas relaciones de encuentro y de afectos, cuando juntos podemos ser creativos o solidarios. De lo contrario, las ciudades se convierten en un «desierto», un lugar sin posibilidades para desarrollar el libre juego creador.
En estas navidades solo pediré un regalo al Niño Dios, sueño con que mi país vuelva a poblarse, de ciudadanos creativos, con esperanzas, que puedan vislumbrar un futuro para los suyos … pero sobre todo le ruego que podamos vivir juntos y en paz … Amén.
Excónsul de Venezuela en París
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
