Opinión Nacional

Paciencia…. Unidad

Yo quisiera ver cerradito, el rostro cerquita, íntimo, que me llegara al alma, como tantas veces pasó, de este muchacho coraje, consistencia, fuerza, que es Henrique Capriles Radonski, convocándonos, intenso, a tener paciencia. A tener fe en nosotros mismos. A calmar inquietudes y moderar ansiedades. Porque nos hace falta. Porque por un tiempo muy importante, muy trascendente, él condujo nuestra esperanza y motivo nuestra ilusión. Y la emoción necesita alimentarse de esas necesidades, de esas exigencias que no responde lo mejor de nosotros cuando más lo necesitamos. Porque yo, particularmente, sigo creyendo en esa energía que su lealtad a los principios y su entrega a la lucha demuestra enfrentando estas arremetidas espantosas, inconcebibles, vergonzosas del cartel chavista que hoy ocupa el poder.

Las acusaciones emitidas contra Capriles desde esa alcantarilla putrefacta que es hoy la Asamblea Nacional. La amenaza constante que significa esta perversidad sobre su vida y que incontenible y vil convoca al odio y una venganza obscura y personalista, el escarnio desaforado, los ataques a su gente, despiadados, miserables. Creo que necesitamos esa mirada directa, esa voz de reto, ese llamado a la paciencia , esa palabra de seguridad y aliento: “ Tu arma, la única,, es el voto. Paciencia. Unidad. Es con votos que vamos a lograrlo”. Conducir. Guiar. Motivar.

Yo agradecía muchísimo cada vez que Henrique nos recibía en un lugar tras otro, abriéndose camino entre la gente que lo tocaba, lo abrazaba, lo empujaba. Esa cercanía de aquel muchacho que retaba lo peor , lo tenebroso, lo peligroso, ese poder ciego a la libertad y la decencia, a la consideración y lo honesto, ese poder espeso y militarista que parecía enterrado ya en la historia democrática y que avasalla sin miramientos, sin compasión era ganar mi propio reto. Verlo cada vez , los cuerpos de otros venezolanos cerca a él sin militares ni armas, expuesto a la reacción de los otros , desafiante y seguro, era mi propio triunfo sobre mi miedo al ver un carro siguiendo el mío, cuidar mi vida cada noche, calmar sobresaltos ante ruidos extraños en las madrugadas, aquietar mi pulso ante la angustia por un ser querido que no acaba de llegar…Porque todo eso, que es lo que no saben cómo detener aún con los actos más espantosos, las agresiones más incivilizadas, los atropellos más inimaginables, lo necesitamos todos.

Porque nada sobra para fortalecer el espíritu combativo, para afianzar la fe. El líder lo necesita también. Estar cerca. Cada vez es más difícil, cada vez cierran más puertas, nos quedan las rendijas de nuestra propia creatividad, nuestro impulso y nuestras ganas. Están las plazas y las esquinas, las calles y nuestros barrios, nuestras comunidades, nuestros vecinos. Yo recuerdo los amaneceres ayudando a nuestro padre a prepararse para salir con Luis Beltrán con Luis Lander o con Carlos Andrés a recorrer lugares. NO existía la televisión, no se acortaba el camino entre la gente sino frente a frente. Pero se hacía, y así se libró la lucha por la democracia. En eso estamos!

 

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