Opinión Nacional

Oscurantismo educativo

La Ley Orgánica de Educación recientemente aprobada por la Asamblea Nacional sin haber tenido su legítima discusión y debate, como ha sucedido con otras leyes que han sido aprobadas como si se tratase de unos estatutos para el funcionamiento de una junta de condominio, no sólo incurre en claras contradicciones, sino que lesiona procesos y dinámicas de estricto tenor técnico y humanístico que pretenden desnaturalizarse, politizarse e ideologizarse.

La Ley Orgánica de Educación centraliza en el Estado Docente una serie de funciones que a nuestra manera de ver no sólo están mal planteadas y desfasadas, sino que usurpan competencias, lesionan autonomías y dinámicas, además de postular una concentración de roles y establecer lineamientos que van desde imponer la obligatoriedad de la doctrina Bolivariana y Robinsoniana, prohibir expresamente fundaciones, asociaciones civiles y otras figuras que coadyuven en el proceso educativo como las FCU, delegar y responsabilizar la evaluación del proceso de ingreso, ascenso, promoción y desempeño de los profesionales del sector educativo a poderes e instancias ajenos al quehacer educativo, no técnicos y encima ideologizados.

Asimismo, la Ley es partidaria de instaurar la municipalización de la educación y además, encauzarlo todo en torno al proyecto de desarrollo nacional endógeno (de cual proyecto y de cual desarrollo se habla) y el fortalecimiento del poder popular y los consejos comunales como agentes del proceso educativo (confundiendo lo estrictamente técnico con lo político e ideológico). En lo atinente a la Universidad y la Autonomía Universitaria la Ley Orgánica de Educación trastoca directamente los procesos autonómicos que nuestras universidades tienen y que han dado frutos y permitido que la sociedad venezolana sea una sociedad profesional, democrática plural, critica. Se postula elegir y nombrar en base a la democracia participativa a las autoridades e intervenir en diversos procesos, siempre hemos creído en el trabajo laborioso de los obreros y empleados, pero ello no implica que tengan voz y voto en lo atinente a la conducción académica de la Universidad, porque si es así entonces los reservistas y soldados deberían escoger al Ministro de la Defensa y los médicos al Ministro de Salud, y los vigilantes de transito al Ministro de Infraestructura … más aún un obrero y empleado puede opinar e incluso llegar a votar pero cabria ver sobre qué criterio en temas como el diseño un pensum de estudio, la viabilidad y relevancia de un doctorado, o en la pertenencia o no de una materia electiva, las pasantías o la dotación de las bibliotecas.

Nadie puede negarse al progreso y desarrollo humano, inmaterial y espiritual, científico y técnico. La educación conforma el elemento más importante y dinámico del mundo globalizado de hoy. Sin embargo, la Ley Orgánica de Educación mescla elementos y criterios técnicos con aspectos y elementos políticos e ideológicos, lesiona la meritocracia, altera mandatos, funciones, perfiles y concentra excesivamente en el Estado docente y otros entes ajenos al proceso educativo competencias y tareas y son los indicadores del oscurantismo al que estamos llegando creyendo que es un progreso.

(*) Profesor de la Universidad de Los Andes E-mail:

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