Opciones frente a los desatinos
Los problemas y deficiencias que se observan en nuestras democracias y particularmente lo que concierne a Venezuela (problemas de gestión, gobernabilidad, falta de calidad en cuanto a la política que se diseña y práctica, entre otros) en cierta forma devienen y tienen su origen, básicamente como lo hemos expuesto a lo largo de muchos artículos en una disfunción institucional, concretamente en un desajuste de algunas de las instituciones democráticas, donde sobresale la responsabilidad de los partidos políticos en cuanto al vaciamiento del contenido político de la representación y canalización de intereses, expectativas y demandas de la ciudadanía.
Los partidos políticos tradicionales y más todavía la ola variopinta de nuevos agrupaciones y partidos hoy en el gobierno, han mostrado claras debilidades y fallas en lo que respecta a la demandas y exigencias de unos ciudadanos de unos venezolanos no sólo en su aspecto inmaterial cívico y humano, mucho menos han podido dar respuesta a las incertidumbres que los venezolanos tenemos en nuestro quehacer y cotidianidad. Hoy padecemos los dramas materiales e inmateriales de una sociedad que parece haber perdido el rumbo y donde el oficialismo se limita a vanagloriar los desatinos del presidente Chávez.
Aceptémoslo o no, la representación de los diversos sectores del demos, se llevó a cabo mediante la acción de los partidos políticos y la clase política tradicional, por tanto, desde el momento en que nuestras organizaciones entran en una situación de agotamiento, merma y declive de sus funciones políticas, aparte de generar un vaciamiento del funcionamiento político de la democracia en su conjunto, se produce una vacío en cuanto a la representación política, que genera per se la búsqueda de otros actores y organizaciones, que intenten representar los diversos intereses y grupos que se puedan sentir anomicos y alienados del sistema político y social vigente. Hoy a diez años los errores reiterados, la mala gestión, la corrupción aunado a la crisis económica vuelve a colocar contra las cuerdas a los actores políticos que tiene sobre su pecho diez años ejerciendo gobierno.
De esta manera, la representación política, como realidad inseparable y definitoria de las democracias modernas (representativas), ha sufrido de acuerdo a muchos autores tales desajustes y transformaciones, que ha provocado serias dificultades en la buena marcha y funcionamiento de nuestras nacientes democracias. Los problemas que genera el vacío de representación, ha afectado el desarrollo y conformación de una cultura política democrática, lo cual ha sido aprovechado por nuevos actores que no garantizan la formación de una cultura política democrática, siendo clasificados así como antipolíticos, militaristas y neopopulistas.
Ciertos autores señalan que los problemas que enfrenta Venezuela de gobernabilidad y de reordenamiento institucional están referidos a situaciones de desconsolidación y descomposición del régimen político establecido a partir de ese acuerdo fundacional conocido como el “Pacto de Punto Fijo”. Sea propicio el momento para impulsar nuevos debates, nuevas agendas, nuevos acuerdos y pactos que desemboquen en opciones reales y viables de cambio, mejora, recuperación del dialogo, fortalecimiento de la oposición frente al desgobierno y la entelequia política de la quinta república.
El escenario social y político actual de reordenamiento y de transformación es simplemente el producto de un conjunto de distorsiones resultado de la incapacidad reiterada de los actores de representar e identificar a los ciudadanos. Los venezolanos quieren respuestas, quien gestiones, quieren sentir que el Estado existe y los protege, pero además, los venezolanos pedimos a gritos el rescate del Estado de derecho, que prive la Ley, que se retomen el dialogo y el respeto por el disidente, por el que legítimamente piensa distinto. Este país ha sido maltratado en el pasado y en el presente. Celebramos el que nuevamente se impulse la mesa del dialogo y la unidad a lo largo y ancho del país, la misma no puede ser artificial, debe tener sustancia, musculatura, objetivos y la firme voluntad de aportar, de buscar causes legítimos, democráticos y electorales que permitan que muchos venezolanos vuelvan a creer en las organizaciones, en los gremios y naturalmente en la política como actividad noble y de servicio y finalmente pensar en un país y sociedad en la que el único tema no sea el caudillo de turno.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes