Observaciones de año nuevo
Nos encontramos ante una encrucijada política muy difícil pues el régimen que nos destruye, hace piruetas para tratar de ordenar su dirigencia.
Nos encontramos ante un desaguisado económico, producto de una política monetaria absurda, que nos coloca al borde de un precipicio que los conductores del régimen no quieren reconocer y mucho menos tratar de resolver.
Nos encontramos ante una tragedia nacional producida por la emigración de una numerosa partida de jóvenes preparados, talentosos y emprendedores, que con sus familias, se han dirigido a otros países y tratan de incorporarse a esas sociedades. Constituyen la mayor muestra del despilfarro de talentos que se inició con aquel famoso pitico.
Nos encontramos ante una crisis institucional en la que el Poder Ejecutivo ha secuestrado a todas las otras ramas del poder público, lo que le permite «legislar», interpretar y aplicar las leyes a su conveniencia.
Si se lograra una solución ajustada a Derecho, se podría comenzar un proceso de reordenamiento nacional que lograra el concurso de todos los ciudadanos de buena voluntad.
Si las nuevas autoridades provinieran de un proceso imparcial y honesto, se podría rediseñar un país valioso para todos.
La condición fundamental está en que la nueva dirigencia reconozca su condición de servidores de la ciudadanía, de administradores del bien común y proveedores fundamentales de la felicidad colectiva y actúe en consecuencia procurando la acción colectiva.
Nuestros deseos van encaminados a que se ponga punto final al proceso destructivo nacional. Que ponga fin a la indeseable división de la ciudadanía. Que se reconozca la nación como una unidad, como un equipo, como un cuerpo que tiene objetivos comunes.
La encrucijada venezolana, seguida por todos los países de buena voluntad, debe tener un giro que nos coloque en el lugar que merecemos, que nos llene de orgullo a todos y que sea el que merezcan nuestros hijos y nietos. Roguemos por ello.
