Opinión Nacional

O nos agarra el chingo o el sin nariz

En la Venezuela de mi infancia, se solía decir o nos agarra el chingo o el sin nariz cuando nos enfrentábamos a una situación dilemática en la que estábamos convencidos de que, hiciéramos lo que hiciéramos , íbamos a terminar mal parados. Hoy a la oposición le ocurre lo mismo con respecto a la decisión, sobre si le conviene o no firmar el acuerdo, producto de la mesa de negociación sutilmente coordinada por Gaviria. Digo esto porque es tan malo firmar el acuerdo como no hacerlo, ¿y por qué es así? De no firmarlo estaríamos mostrando ante la comunidad internacional, aunque no sea cierto, la presunta intransigencia de la oposición ante una probable salida constitucional y democrática. Firmándolo, no se logra otra cosa que poner en blanco y negro lo que el gobierno quiso desde el principio y, por lo tanto, una vez más, la oposición ha tenido que bailar al son de la música del régimen.

Ahora bien, ya que no quedó más remedio que desmantelar la mesa de «diálogo» – tal como la definió desde un principio el gobierno – y ahora que caeremos inexorablemente en un estéril e infructuoso debate en el ruedo de una Asamblea Nacional pírrica, ¿de dónde sacaremos recursos para galvanizar a un pueblo que cada día luce más desorientado? El Catiazo es, sin lugar a dudas, un paso en el buen camino, pero de nada sirve que nos concentremos
sólo en la ciudad capital. El país es mucho más importante que Caracas así seamos parte integral del etnocentrismo capitalino. Los actos de Acción Democrática, demás partidos y organizaciones civiles, deberían estar
dirigidos a movilizar, en favor del revocatorio del Presidente y de sus representantes locales (Gobernadores, Alcaldes y Diputados), a Barquisimeto, Maracay, Cumaná, San Félix, Mérida, Valencia, Maracaibo y también Guarenas, Guatire, Altagracia de Orituco, El Tigre, El Vigía. En fin todas las ciudades y pueblos del interior. Caracas sola no gana elecciones, si no recuerden lo que les ocurrió a Larrazábal, Uslar Pietri y a tantos otros
que convencieron a la capital pero no a la provincia.

Los asesores del Presidente están conscientes de esto. Por eso Chávez multiplica sus giras al interior desentendiéndose de lo que ocurre en la capital.

A la oposición, además de desunida y con poca imaginación, le falta gasolina para emprender una gran batalla a lo largo y ancho del territorio nacional. Al gobierno le sobran recursos para enfrentarla en su terreno. Por qué
entonces no emulamos a José Antonio Páez, y en vez de caer en el terreno del enemigo, enfrentándolo frontalmente en batallas que se sabe de antemano perdidas, no utilizamos mas bien la técnica guerrillera de atacar y replegarse en mil lugares a la vez, sin anuncios, sin fanfarria, sólo con presencia y acción. Cada uno de los grupos que forman la oposición deben actuar en el territorio en el que tiene mayor fuerza. Eso sí, con un objetivo común a todos. La reconquista del poder no es un mero ejercicio mediático, es una labor de hormiga en la que se debe convencer al ciudadano común que no es peor lo nuevo que lo conocido. Pero para eso se necesita tener un rostro
presidenciable, se necesita saber quienes y como piensan gobernar, y que van a hacer para sacar a Venezuela del foso. Si ese mensaje no llega a todos los rincones del país , por natural inercia, el pueblo preferirá malo conocido que bueno por conocer.

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