O corremos o nos encaramamos
La erosión y desconfianza dejada por los partidos políticos en los ciudadanos y electores en Venezuela es lo que explica parte de los cambios y mutaciones en las percepciones, actitudes, y en la propia cultura política en los venezolanos en los años noventa y siguientes. El resultado global de estos cambios se expresa en los procesos de recomposición que ha sufrido el sistema político en su conjunto, en cuanto a los actores, funciones y evaluaciones de los ciudadanos y electores.
La vocación de cambio esta justificada y se manifestó en la Venezuela contemporánea en el triunfo de Hugo Chávez Frías. Desde la elección emotiva del presidente Chávez en diciembre de 1998 hasta hoy ha transcurrido una década, tiempo suficiente que ha permitido evaluar no sólo a los nuevos actores políticos y liderazgos que hacen vida dentro del oficialismo y proceso, sino además, a los actores y liderazgos emergentes dentro de la oposición.
El vector de cambio mostrado y buscado por los venezolanos hace diez años está intacto. De tal manera que si bien es cierto la experiencia de Chávez en el poder intento modificar y transformar un orden y un modelo basado únicamente en la presencia de los partidos políticos, y durante esta década se han introducido nuevos elementos, estructuras y dinámicas, no es menos cierto que buena parte de los venezolanos viven en igual o peores condiciones, se nos deterioro la calidad de vida, la salud, el empleo, la seguridad. En fin en ese aspecto esta revolución tiene profundas deudas porque no ha podido aterrizar y materializar logros referidos a esas materias.
La vocación democrática y libertaria de los venezolanos a pesar de los ataques y manejos está intacta. Los venezolanos hace muchas décadas decidimos no sólo vivir en democracia, sino en un estado de plenitud de libertades y derechos que por circunstancias históricas y coyunturales se nos han querido arrebatar. Venezuela escogió y ratifico su condición progresista, democrática y libertaria el pasado 2 de diciembre de 2007 cuando defendimos las bases y principios de la Constitución Bolivariana de 1999.
La precariedad, ofuscación, debilidad y bloqueo de las instituciones democráticas y características particulares de quienes hoy son gobierno, su actitud poco democrática, ramplona y que en la práctica ha mancilladlo a la democracia, sus procedimientos, los poderes constituidos, autoridades electas, derechos, libertades. Ahora bien, el momento actual más allá de de servir para evaluar, diagnosticar, y concluir que hemos retrocedido como país, economía, sociedad y demás, nos corresponde estimular el debate, la discusión, las propuestas, e impulsar todo tipo de acciones cívicas y ciudadanas, manifestaciones, marchas, nuevos movimientos, nuevos partidos, debates en las escuelas, consejos comunales, asociaciones de vecino, universidades y cuanto espacio público creamos sea propicio para estimular y hacer despertar a los venezolanos que somos los únicos dueños y responsables de este país.
Hasta cuando permitiremos que nos cierren medios, nos confisquen tierras, nos persigan con listas tascon o maisanta, nos invadan fincas, cierren empresas, multen a cuanto venezolano, comercio, firma o grupo, sólo por disentir o pensar distintos. Este país es de todos lo he señalado hasta la saciedad y todos tenemos el deber de defenderlo como igualmente nos corresponde defender el espíritu y letra de la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999.
Venezuela no voto en diciembre de 1998 por un caudillo criollo, por una dictadura no de derecha ni de izquierda, el pueblo venezolano votó por el cambio, por una alternativa, por algo distinto a la corrupción, al despilfarro, a la ineficiencia, al personalismo, la corrupción y demás elementos que correen indiscutiblemente un régimen, un país, una sociedad. El momento actual no es para llorar, no es para reír, el momento actual es para pensar y fundamentalmente asumir nuestras responsabilidades colectivas que muchas veces nos gusta relegar a los demás. Este país mejorará en la medida en que tengamos más ciudadanos y menos individuos, más instituciones y menos personalismo, más academia y menos cuarteles, más libros y laboratorios que tanques y cohetes. En fin todos tenemos que reconstruir a este país de las ruinas en que gradualmente ha ido quedando. O corremos o nos encaramamos.