¡Nunca jamás!
Para mi querida amiga Trudy Spira, sobreviviente de Auschwitz
Hace 69 años, durante la noche del 9 al 10 de noviembre, las SS, organización militar y de seguridad del partido nazi, cuyo líder, Heinrich Himmler fue uno de los principales ideólogos de la «solución final», arrestaron, destrozaron las casas, sinagogas y comercios de miles de judíos y asesinaron a casi un centenar de ellos en Alemania y Austria. «La noche de los cristales rotos» como se le conoce, marcó el inicio del Holocausto.
Los antecedentes tuvieron lugar doce días antes, el 28 de octubre de 1938, cuando más de veinte mil judíos polacos que residían en Alemania, de manera intempestiva y sin previo aviso, como si se tratara de reses que se montan en un camión y se llevan al matadero, fueron secuestrados y llevados de regreso a Polonia. Los alemanes, alegaron, no los querían, a pesar de que muchos tenían muchos años residenciados allá. Aunque parezca increíble, el gobierno polaco se rehusó a recibirlos, a pesar de que eran ciudadanos polacos. Esto causó un forcejeo entre ambos gobiernos, se creó un campo de refugiados en una especie de «tierra de nadie» en la frontera, y mientras esto sucedía, los prisioneros sufrieron terribles violaciones a sus derechos humanos.
Herschel Gryszpan, un judío alemán residente en París, conoció los horrores que su familia, que estaba entre los deportados, estaba sufriendo. Desde que lo supo, se dirigió repetidas veces a la Embajada de Alemania para hablar con el secretario, Ernst Von Rath y rogarle que interviniera. Pero Von Rath no tenía la más mínima intención de intervenir. Ignoró a Grynszpan, quien lloró, suplicó, se humilló… El 7 de noviembre Grynszpan, en un acto de desespero ante la indiferencia manifiesta de Von Rath, le disparó varias veces. Von Rath murió la tarde del 9 de noviembre, dos días después. Su muerte fue asumida por los nazis como la excusa para irrumpir en los hogares y negocios de todos los judíos. Todos los judíos fueron considerados culpables por el acto de UN judío… Sólo imaginemos que todos los cristianos fuéramos a ser responsables por los actos de UN cristiano, que todos los musulmanes fueran culpables por los actos de UN musulmán, que los budistas fueran todos culpables por los actos de UN budista, o los hinduistas o miembros de cualquier otra religión culpables por las acciones de otro… ¡No quedaría piedra sobre piedra! Pues en la Alemania nazi sucedió así… El NSDAP, partido nacional-socialista del gobierno, actuó, como muchas otras veces, como ejecutor de las órdenes del gobierno y mampara de sus atrocidades.
La «historia oficial» de los nazis dijo que los ataques habían sido espontáneos. En el mundo entero se supo que no había sido así, pero fue poco lo que se hizo.
Como si hubiera sido poco lo que ya habían pasado -la historia demostró todo lo que todavía faltaba- los judíos fueron obligados a pagar una multa de colectiva de mil millones de marcos al gobierno alemán. Hermann Goering, jefe supremo de la Luftwaffe, fue encargado de dar la noticia:
«La ciudadanía judía de Alemania, como castigo por sus crímenes abominables, tiene que hacer frente a una multa de mil millones de marcos…»
Cinismo ilimitado el de Goering… nada justificaba el asesinato de Von Rath, pero por ese asesinato pagaron millones de inocentes. Los nazis cometieron el abominable crimen y los judíos encima de todo, fueron obligados a cancelar una multa. El mismo Goering se delató cuando añadió:
«A propósito, debo reconocer que no me gustaría ser judío en Alemania»
En los regímenes totalitarios es frecuente y relativamente fácil que ocurran este tipo de exabruptos, porque es el gobierno quien «paga y se da el vuelto». Hace las cosas y culpa a otros. Las versiones oficiales que dan los ministros y voceros de los hechos van de lo irracional hasta lo imposible, pasando por lo absurdo, lo ridículo, lo humillante, lo despreciable, lo cínico, lo asqueroso…
Hay que recordar para que estos horrores no sucedan, ¡nunca jamás! Tristemente, todavía en pleno siglo XXI constatamos que ese «¡nunca jamás!» no está en las mentes y en los corazones de todos…