Nuevos tiempos y retos
Hemos escrito hasta la saciedad que estamos registrando hace algún tiempo fenómenos diversos y variados que involucran lo político, lo social, lo económico, lo tecnológico, lo cultural y hasta lo religioso. La constante aparte de ciertas transformaciones y reordenamientos viene dado por que las herramientas, los alicates y los análisis que disponíamos han tenido que redefinirse como consecuencia de los hechos que nuestra Venezuela contemporánea muestra.
De tal manera que de entrada no nos asombra para nada el variopinto escenario que hoy tenemos frente a nuestras pupilas. Todo lo contrario, estamos sobre el curso de la marcha tratando de ensayar, aprender y en la medida de lo posible dar cuenta de la precipitación y eclosión de los partidos, los liderazgos y el renacimientos de ciertas figuras, que aparentemente, dan un cierto aire a la política venezolana y fundamentalmente a los venezolanos.
Sin embargo, la realidad, que es cruda, que tiene dientes, que es injusta y dramática, nos muestra una sociedad que gravita es la parafernalia, el discursos maniqueo y las esperanzas fugaces de un liderazgo poco democrático, militarista y trasnochado de un permanente candidato – presidente que ochos fatídicos años no tiene obra que mostrar.
Frente a esto a pesar de los debilitados que están los partidos y del desencanto de “muchos” venezolanos con la actual política y sus representantes emerge dentro del laboratorio que es Venezuela algunas candidaturas que encarnan precisamente el gran rechazo no sólo al pasado cercano sino más todavía a esta etapa hostil, sinsentido y corrosiva que lejos de transformar al país y su sociedad ha representado un retroceso en todos los ordenes.
En ese escollo y tras múltiples ensayos y acuerdos emerge la candidatura “política” del ex alcalde, actual gobernador del Zulia y candidato unitario Manuel Rosales. Dicha candidatura junto a la del Conde del Guacharo nos guste o no conforman la única alternativa viable frente al liderazgo del candidato presidente. Lo observado en Venezuela, la precipitación de los hechos del cada día, indiscutiblemente, nos exigen la readecuación de nuestros instrumentos e hipótesis. La ciencia política venezolana, pareciera no estar preparada ni conceptual, ni metodológicamente para abordar estos nuevos fenómenos que desbordan la actividad concreta de los científicos políticos, muchos de los cuales no militamos ni ejercemos la política, pero que indiscutiblemente influimos y más todavía, nos corresponder romper los muros de cristal de la academia, para tratar de comprender y explicar las nuevas realidades y tiempos.
Por ahora nos corresponde esperar. Lo cierto del caso es que la elección próxima esta mediatizada, contaminada, sumergida en irregularidades, debilidades partiditas, déficit de liderazgos, desencanto y sobre ellos nos corresponde cabalgar. Hugo Chávez, Manuel Rosales y Benjamín Rauseo. Hay quienes señalan que en el proceso comicial de diciembre de 2006, los venezolanos nos corresponderá escoger y/o elegir cual es la enfermedad de la cual deseamos padecer y morir. Las opciones son Sida, Cáncer y Ébola. Un militar desfasado, un cómico y un político. Saquen ustedes sus propias conclusiones. Veremos …
(*) Profesor de la Universidad de Los Ande