Nuevas mentalidades y liderazgos frente a la crisis del país
La crisis actual y evidenciada por demás de nuestras organizaciones partidistas, así como de algunas de las instituciones que conforman el soporte del sistema democrático, debemos decir que forma parte de un proceso mayor y más amplio de CRISIS Y TRANSFORMACIÓN DE UN MODELO DE HACER POLÍTICA, que entre otras cosas, demuestra la ausencia (casi absoluta) de líderes en todo el sentido de la palabra, y en gran medida explica la llegada del caudillo Chávez en las pasadas elecciones.
De modo que, frente a las pretensiones desmedidas y la ineficiencia no sólo de nuestro actual presidente, sino de muchos que nos dirigen a nivel local, viejos y nuevos lideres y agrupaciones, somos partidarios hoy más que nunca, dada las demandas y los déficits en materia de representación, participación y gobierno , de relanzar y fundar nuevos partidos, programas de gobierno y necesariamente contar con una clase política y dirigentes, no sólo dignos y preparados sino comprometidos con una lucha y un sólido proyecto democrático y con nuevas mentalidades y esquemas consustanciados con el momento actual, tarea esta que persigue elevar el nivel y calidad deplorable que caracteriza hoy a la política venezolana en sus diversos contextos.
En el mismo orden de ideas requerimos volver a debatir y retomar la discusión sobre lo que han sido estos últimos años de vida democrática, y particularmente la gestión del Chávez y de nuestro gobernantes regionales, no para echarnos la culpa unos a otros (sobre todo aquellos que han tenido injerencia en la política y la administración pública) sino para verdaderamente crear expectativas y opciones de cambio, progreso y desarrollo necesarias en nuestras actuales circunstancias.
De tal forma que en la actualidad ningún momento es despreciable para ensayar (no inventar) nuevos espacios, foros que nos permitan dentro del actual escenario político (confuso y convulsionado por lo demás) REDESCUBRIR LA POLÍTICA, además de establecer alternativas sustentadas en instituciones fuertes, en proyectos de gestión, y por sobre todo, en la presencia de nuevas agrupaciones y liderazgos que aparte de canalizar las expectativas de tantos venezolanos insatisfechos con la gestión nacional y regional, representen la esperanza de un cambio.
La AUSENCIA DE LIDERAZGOS se observa no sólo en interior de nuestras organizaciones partidistas tradicionales, sino incluso en las más diversas dependencias, ministerios, embajadas, gobernaciones, alcaldías, y demás en las que se observa una dirigencia y representantes que en sus intervenciones, declaraciones y proceder (con mínimas excepciones) dejan mucho que desear, además de sorprendernos el grado de dislexia de más de uno, lo cual aparte de ser lamentable nos proyecta malos indicios.
Estas cuestiones en la actualidad son las que verdaderamente debemos atender y debatir en los distintos niveles en los que nos desempeñamos.. La única verdad (muchos no la quieren ver y aceptar) es que la situación en los diversos niveles y ámbitos cada día se agrava más, ahora bien, habría que preguntarnos cuál será nuestro limite y tope. La ausencia de asesores, técnicos y verdaderos programas en el gobierno actual es una realidad incuestionable. El gobierno tiene que entender de una vez por todas entre otras cosas, la importancia que tienen las instituciones y los cuadros dirigentes (formados), así como también, que la función de gobierno no puede regirse en lo más mínimo por la IMPROVISACIÓN.
Frente al liderazgo populista y trasnochado de nuestro actual conductor el cual (lejos de conducirnos con certidumbre al progreso y desarrollo tanto del país como de la sociedad venezolana en todo su sentido) nos regresa con su forma de ser, discurso y práctica a etapas superadas desde hace décadas, debemos más que nunca replantear en el seno de nuestras instituciones y organizaciones la posibilidad de promover a los nuevos liderazgos visibles como una esperanza, opción y alternativa frente al liderazgo Chávez y del propio Williams Dávila Barrrios. Veremos …
