Nuevamente las elecciones locales se posponen ¿a dónde vamos?
Con las festividades decembrinas llegaron las 5 leyes del poder popular y en silencio quedó el llamado a realizar las elecciones de Concejales y Juntas Parroquiales, según lo establecía la Ley Orgánica del Poder Público Municipal en su última reforma, la cual fue precisamente promovida a los fines de posponer la elección del 2009 para este último semestre del 2010.
El permitir que las elecciones locales previstas no se realicen cuando estaba anunciado, me genera la sensación de haber perdido una gran oportunidad para el debate sobre el destino de la descentralización a través de instrumentos como las ordenanzas; sobre la ciudad y su organización mediante el municipio; sobre nuestra identidad como ciudadanos frente a la realidad de nuestra propia comunidad y la participación ciudadana, y además sobre la comuna como forma de organizarnos frente al municipio como la unidad política primaria prevista en la Constitución y registrada en nuestra historia como la forma para organizarnos en sociedad.
Esta oportunidad electoral, tal vez, y ya nunca lo sabremos, pudo haber legitimado esas dos instancias locales del Poder Municipal, creadas constitucionalmente, y además, tal vez, podría haber permitido que esos espacios de poder político se hubieran enriquecido con la necesaria pluralidad que requiere toda democracia y más nuestra sociedad que necesita hoy más que nunca retomar los valores esenciales de la democracia. No dudo que con la pluralidad de representantes en esas instancias locales, el Municipio pudo haberse fortalecido políticamente para exigir con legitimidad el respeto a la Constitución y a las instituciones políticas creadas en ella.
Tuvimos un 2 de diciembre de 2007 y un 26 de septiembre de 2010 dos fechas democráticas, civiles y ciudadanas, que pudieron haber sido complementadas con otra fecha: la elección de concejales y juntas parroquiales, que alimentara constructivamente la lucha por recuperar un sistema de gobierno en el que la inclusión, la tolerancia y el respeto a la legalidad, se unieran al sentido común para lograr recuperar la Venezuela positiva, optimista y con futuro que todos queremos.
Como ciudadano, creyente fiel en la democracia y en la participación ciudadana, siento que mí concejal y el miembro de la Junta Parroquial de mí circuito no supieron responder a este tiempo histórico y en el cual como ciudadano quise tener eco en mí representante para elevar una voz de alerta y articular acciones que pudieran sensibilizar a los vecinos en función de los cambios profundos que las leyes del Poder Popular traen consigo a nuestro concepto de ciudad y a nuestra tradición como sociedad.
Hoy las leyes orgánicas relacionadas con el Poder Popular ya han sido aprobadas, deben pasar por el Tribunal Supremo de Justicia para validar su condición de leyes orgánicas y luego entonces ser promulgadas por el Presidente, ya el hecho político se consumó, y tan pronto salgan publicadas simplemente legalizarán la realidad que viven algunas comunidades que ya habían iniciado su camino a crear este nuevo ordenamiento territorial y político en el país.
Quedan muchas preguntas en el aire: ¿Qué va a pasar con la ciudad si Comunas y Poder Municipal no van de la mano? ¿Qué sucede si el ciudadano se identifica más con el Parlamento Comunal que con el Concejo Municipal con el cual hoy existe un distanciamiento importante?.
Por otro lado: ¿Cuántos consejos comunales u organizaciones comunitarias se requieren para crear la Comuna?, ¿Cuántas Comunas se pueden crear en un mismo municipio?; ¿Cómo queda la ordenación territorial cuando una Comuna se cree alterando los límites geográficos existentes entre dos municipios?. ¿Qué hacemos: guardamos silencio, somos cómplices por nuestra inacción o participamos en ese debate exigiendo que el mismo se abra pues impacta nuestra relación con la ciudad y el poder político?.
En fin son muchas preguntas que hoy tenemos en la lista de dudas, pero lo que si tengo claro es que se ha creado una estructura paralela que si funciona sustituirá el poder municipal y de no funcionar, lo que tendremos es un país institucionalmente en ruinas que requerirá mucho esfuerzo para volver a inventarse sin ciudadanos que se identifiquen con una visión de ciudad compartida.
