Nuestras gorgonas y otras más
Los griegos nos lo dieron todo, al menos las fuentes y las bases de toda la cultura occidental y no contentos con ello la de casi todo el mundo. En efecto, a ellos debe Occidente su filosofía, y con ella todo su universo: metafísica, ética, política, ontología, la lógica, la dialéctica, también su pensamiento científico, pues, en justicia, es imprescindible superar la idea de que la ciencia tendría su origen en Descartes, según los franceses; en Roger Bacon si se cree a los ingleses su clásica soberbia y con no menos arrogancia, que tal vez podría legitimarse, en Kepler, Copérnico, Galileo, Newton… La matemática es griega sin negar a Egipto, Babilonia, Mesopotamia, la física, en fin… el modus operandi para hacer ciencia es de los griegos. El imperio de Euclides perdurará incólume por mas de dos mil quinientos años, hasta cuando se superó su geometría, su método, etc. Y como bien dice un maestro que copó parte fundamental del pasado siglo, Bertrand Russell: “La filosofía y la ciencia comienzan con Tales de Mileto, en el siglo VI antes de J.C”. Y en tantas oportunidades afirmó, la ciencia tal cual la tenemos hoy es una invención de occidente y, agregó, reproduzco su idea, el piso de occidente es Grecia. Viene este reconocimiento porque me es imprescindible afirmar que los griegos son también los creadores de un pensamiento mítico, que si bien propio de todas las culturas, está en él todo, al menos todo lo que hacen los dioses, los semidioses, los humanos, de modo que nada de cuanto hace el hombre en cuanto a ser humano, sus vicios, sus aciertos, sus amores, sus despechos, sus abandonos, sus conquistas, sus trampas, sus traiciones, sus, en fin, sus aberraciones, abominables crímenes también son parte de su literatura, épica, drama, escultura, etc. en donde se hacen corpus sus mitos.
Allí la perversidad de algunas mujeres, de muchas, a decir verdad, jamás se repetirá en la historia con tanta monstruosidad. Tal magnitud del mal sólo es pensable en dioses o semidioses, Las Gorgonas, por ejemplo; empero, no es poca la crueldad, la insania, las atrocidades en mujeres que, como Clitemnestra, constituirá con sus hijas, personajes fundamentales de la tragedia; pero, en fin, de una u otra menara, el amor y los actos y hechos a él ligados, adulterio, traición, abandono, incesto, parricidios, etc., de una u otra manera explica y, casi justifica, la conducta de tan temibles damas. No menos grave la conducta de mujeres perversas en el imperio romano, Mesalina, Agripina, son ejemplos elocuentes y tal como afirma bien San Agustín, en La Ciudad de Dios, fue la degradación moral del imperio romano la causa de su destrucción y no las prédicas de la verdad del cristianismo de la era. En el Nuevo Testamento, para Herodías y su hija Salomé, carece la lengua de un adjetivo adecuado que pueda calificar o determinar semejante conducta. Y podríamos seguir. La Papisa Juana es un caso especial, combinación de lujuria, poder, violencia, corrupción, sexo, pero, siempre la razón puede darnos cuenta de tales atrocidades. Cuesta, pero se puede. Una vez más, el amor, la ambición, el afán de poder, estuvo presente, pero, en cada una de esas mujeres y en cada uno de esos casos, hay que reconocer la autonomía de esas damas y reconocerles sus propósitos para ejercerla. Propósitos de los cuales su placer, su dicha, su poder, su libertad eran el fin de sus acciones, y para ello los métodos carecían de escrúpulos.
En el país donde yo vivo todo ocurre al revés. El pensamiento mítico empieza a tener cuerpo, a desarrollarse en magnitudes nunca conocidas, de manera inversa. En aquellos mundos, el griego, el romano, etc., el pensamiento mítico precedió al pensamiento lógico, aquí, en este país mío, el pensamiento mítico, no se si sería posible hablar de pensamiento, en cambio, sí del hecho mítico, aparece de modo inverso. En efecto, en el mundo entero la ciencia, la tecnología y el arte en todas su manifestaciones han alcanzado legalidad y legitimidad nunca antes conocida ni vivida, para el caso científico, la ciencia ha roto todo dogma cuando ha demostrado sus propias limitaciones y el arte sigue su camino de responder a su ser, descubrir la esencia del hombre y humanizarlo, y, como consecuencia de ello, surge una nueva ciencia, y la ética se ha ganado un espacio en ella. En esta era, entonces, pareciera no haber lugar para el mito, tal lo vivieron los griegos. Pero, Venezuela, donde yo no se si exactamente vivo, porque vivir así con tanta zozobra, tanta angustia tantos miedos, no es pertinente hablar de vida, las cosas de otro modo son. El socialismo, como un fundamentalismo nos codena, o somos socialistas o morimos. Socialismo, patria o muerte. Y en ese camino de ser ciertas algunas estadísticas, lo transitamos con éxito semanalmente. No se si ciertas son las cifras, alrededor de un centenar a la semana son los muertos; pero, lo peor de ese hecho no está allí, que es macabro, sino en los vivos que quedan muertos o los que son indiferentes ante la muerte, la propia o la de su vecino.
Pero, vuelven los peros para buscar alguna racionalidad a cuanto pasa. Dije que las mujeres semidiosas o diosas o las mujeres humanas por ser de carne y hueso como el hombre, extraídas de él, bien por amor, o por codicia, o por maldad o quien sabe por qué más, actuaron en beneficio propio, buscaron garantizarse su libertad, era, tantas veces, por limitar los poderes de los dioses o compartirlos o superarlos. Las mas para zafarse del mando del hombre y, casi siempre, por deseos de poder. Aquí no, las mujeres, éstas que viven y disfrutan el poder, hacen todo cuanto creen bueno hacer para y en beneficio de su Zeus. Nada de rebeldía ante él, sino sumisión y complacencia. Ni siquiera tienen humanos celos entre sí parta ver cual es superior en sus servicios, sino que hay un acuerdo para ver quien de entre ellas mejor sirve a su dios, a su amo, a su señor. La presidente de la AN se retracta en instantes para salir de su bello embeleso ante el cardenal Urosa, para ultrajarlo luego y calmar la furia de su dios. La defensora del pueblo, tiene la consciencia tranquila, así duerme, afirma y duerme bien, porque de intranquilizarse ante el asesinato por silencio de Franklin Brito, su Dios se turbaría y su furia podría tirarla al Hades. Las Cuatro del CNE, con su ternura extrema, aúpan, corean, justifican, la malcriadez, la arbitrariedad, lo macabro del juego de su Dios para la destrucción de la verdad, del derecho, de las reglas mínimas del juego, y así quede justificado el abuso sin limites del poder. Sórdida música de cámara para que alcance la sublimidad dionisiaca el rey. La presidenta del TSJ, ah, que caso extraño, no recuerdan los dioses, ni leyenda alguna caso parecido. La bella imagen de la justicia ciega, se tradujo siempre como el privilegio del juicio ético y científico sin atención a quien se hacia justicia o a quien se castigaba, sin mirar a los actores en litigio solo asumiendo con rectitud la verdad de la ley, pero nuestra Juez ve todo aquello que los ojos del amo le imponen ver y sus sentencias son la ejecución de la voluntad de su señor. El jefe está disputándose el honor de ser el mejor ventrílocuo entre los grandes, Tony Pares, Paco Miller, Donoso…
Ah! Pero donde el amor a su dios alcanza proporciones de entrega absoluta, como si repitiera con Santa Tersa de Ávila su entrega a Cristo, es nuestra señora Fiscal, con el perdón de la Dra. de la Iglesia y Santa, pero en mi intento de explicarme y traducir la conducta de esta señora nuestra, he tomado algunos versos de su bellísimo soneto de la Santa, No me mueve, mi Dios, para quererte, la doctora santa llegó con él al éxtasis, nuestra doctora sabia, la fiscal, pareciera superar este estadio, un especial clímax, con su decisión de ofrendar a su Dios, en una extraña bandeja a la familia de Franklin Brito, acusándola de haber incurrido en el delito de seducción e inducción para el suicidio, o algo así, y hacerlo en este tono y en decisión aleccionadora. Y así, bajo ese embrujo, pareciera repetir la doctora fiscal, de la doctora santa:
No me mueve, mi Dios, para quererte
El cielo que me tienes prometido
No me tienes que dar porque te quiera,
Pues aunque lo que espero no esperara
Lo mismo que te quiero te quisiera.
Como vemos, el mundo en Venezuela no existe como espacio de la ciencia, la ética, el arte, la razón. No existe eso que con acierto se llamó pensamiento lógico. Ni estado de derecho. Ni derechos humanos. Aquí no existe el mundo y quizá en él pudiéramos existir pero no somos. Todo cuanto ocurre no tiene razón teórica y la práctica social, religiosa, legal… etc. no tiene modos de ser comprendida, asimilada, salvo si creyésemos que hay una paranoia colectiva, una especie de esquizofrenia que se ha apoderado de todo y de todos para satisfacer a nuestro rey, que andando desnudo, se glorifica su desnudez y se celebra su belleza seráfica, cuyo modelo es él, como en todas las otras religiones suele suceder. Aquí no es un mandato transparente para amar a Dios por encima de todas las cosas, aquí se sirve y se complace para probar fidelidad, obediencia, sumisión a su Dios, en su identidad tan cerca de Cronos y tan lejos de Cristo.