Nuestra esperanza, con el “nuevo” Presidente (x)
Hoy es una fecha emblemática para la historia revolucionaria de Venezuela. Surgió en 1945 la denominada “revolución de octubre”, en época del comunismo avanzante, que emulamos con la “revolución bolchevique”, de ingrato recuerdo para el mundo que devino despues de la Guerra Fría. Sus secuelas solo las vemos en la Cuba fidelista y en Corea del Norte, bochornosos ejemplos en la historia.
Cerramos el título de nuestra esperanza en el presidente impuesto precariamente por escamones de un retroceso histórico, bajo el impulso de un mesiánico autorevelado sombra de Bolivar, quien se propuso gobernar indefinidamente sin máscara pero con garras, dispuesto a transformar el país en un “paraíso inclusivo”, cuyos mayores logros han sido: la degradación de un pueblo hasta la miseria, harto de “arepas” y de esperanzas, entrampado entre el miedo y la incertidumbre, que no se atreve a soltar sus ansias de libertad ante la vulgar amenaza del “combo socialista”. Da tristeza la forma tan servil como el pueblo obligado y amedrentado, se ha “acostumbrado al mando de un solo hombre”, y éste, bajo una férrea e intolerante dictadura, se ha aferrado al poder como el pendón heroico ganado con una verborrea insípida, soez y furibunda, que quiere calificar de “campaña admirable”, aunque su desempeño no deja de ser mas que un sortilegio sin pena ni gloria.
El triunfo del ”chavismo” nos preocupa por la interpretación que Chávez le ha dado, insistiendo en su terca propuesta inconstitucional del “socialismo” y de la “revolución”, temas que requerirían de un referendo consultivo, por ser elementos integrantes del fundamento e integración estructural del Estado, diferente al planteados en ella. No podemos aceptar a un presidente de la República que se crea un pretor romano, que gobierne con arbitrio y disponga a su antojo del mando. Su conducta subversiva inquieta, por la ignorancia de sus colaboradores al anunciar “la continuación de la revolución y del socialismo”, como si la magia del voto imantara la “varita mágica” del poder omnímodo. A esta actitud y a la terquedad centralista hay que salirle al paso, exigiéndoles el cumplimiento de la legislación sobre las capacidades y traspaso de funciones a los entes regionales y municipales, antes que florezcan los mandos y poderes comunales, que queriéndolo o no atentan contra la base fundamental del municipio como ceélula de la estructura del Estado.
Algo mas para atosigar a Chávez es la desesperanza en su magnanimidad. Olvidó que en sus 4F y 27N se produjo mas de un centenar de muertos bajo su égida y por ello nunca fue enjuiciado. Fue perdonado; mientras que él para dar valentía a su derrota del 11 de Abril, hizo enjuiciar y condenar sin pruebas a los comisarios que cumplieron con su deber de evitar muertes, negándoles el derecho a su amnistía que hoy reclamamos los venezolanos. Pareciera, que todo su séquito tuviera miedo al juicio histórico de esta tragedia revolucionaria, que mantiene a miles de venezolanos buscando paz y sosiego en tierras lejanas, donde la libertad no se compra con lentejas ni mendrugos. Pero la fe en Dios y en su divina voluntad son los aliado de quienes nos sentimos con la garganta atragantada, al no poder convencer con palabras al pueblo que ha confundido idolatría con devoción. ¡Solo Dios vive y perdona! Y como mortales creyentes en la voluntad divina, sabemos que ella llega cuando menos la esperamos. Por sus pecados, perdónalos Señor.