Nosotros, acá en Caracas, no logramos controlar el poder
(%=Image(1572354,»L»)%)»Nosotros, acá en Caracas, no logramos controlar el poder», fueron las (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/hchavez/4f.asp»,»palabras televisadas»)%) del teniente Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992, luego de un débil amago de Golpe de Estado. En aquellos días, el oficial no sólo falló en la planificación del atentado, sino que su impulsividad y temor signaron una ejecución cruel, por el número de víctimas, y torpe, por los resultados. Aunque las anécdotas de blindados accidentados son motivo de goce para algunos, tal vez no sería del todo inexacto hablar de la naciente fobia mediática del teniente, pues entre los civiles asesinados en ese suceso hay algunos técnicos del canal del Estado: VTV.
Hoy, pasados diez años , Hugo Chávez Frías aún no logra domar su descontrol patológico ante el poder. A pesar de recibirlo de un pueblo emotivo que le endosó en su voto confianza, paciencia y, sobretodo, esperanza, el teniente nos muestra cada día que, para él, «el derecho está en las armas, el temor oprime las leyes».
Agenda Alternativa Bolivariana
La Agenda bolivariana ofertada en pleno (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/hchavez/toma.asp»,»discurso de Toma de Posesión»)%) en 1999 fue otro de los planes fallidos de Hugo Chávez, pues la infancia abandonada, desempleo, delincuencia, crisis en salud y una corrupción antológica son los pilares de esta gestión de gobierno que se posicionó como la redentora de los males democráticos. Este descalabro del dorado político, puesto que es innegable que el país compró tickets para un show de redistribución de la riqueza y restauración moral, ha desatado una oleada de decepciones dentro de la sociedad civil organizada, que dejó volar sus expectativas ante un señor sincero desde sus inicios, ya que el Presidente sólo exhibió violencia, irrespeto e inseguridad. Tal vez el Primer Mandatario venezolano se encuentre en la misma pendiente que la protagonista de (%=Link(«http://www.randomhouse.com/boldtype/0698/wurtzel/»,»Nación Prozac»)%): «la locura es saber que estás haciendo una completa idiotez, pero que, pese a todo, no puedes impedirlo».
«Pues, yo tampoco quiero mando»
La última alucinanda afirmación de Hugo Chávez es la comparación de su lamentable asonada del 04 de febrero con el (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/venezuela/19abril1810.asp»,»19 de abril de 1810″)%), cuando el Ayuntamiento caraqueño tomó el poder en nombre de Fernando VII y destituyó al capitán general de Venezuela, Vicente Emparan, desatando un proceso que meses después detonaría la » declaración de la independencia plena.» La conducta maníaca de nuestro Presidente lo lleva a negar que, para la Venezuela de 2002, él es nuestro Emparan, sólo que esta vez el pueblo caraqueño no necesitaría una mano eclesiástica que le de la seña para gritar: «No lo queremos»…Igual nuestro golpista de fiesta no está dotado de la dignidad necesaria para responder como Emparan: «Pues yo tampoco quiero mando».
Vivimos tiempos dictatoriales, amparados por igual en el arsenal y la avidez de la Fuerza Armada Nacional que, cual matón a sueldo, recibe su paga en efectivo y está presta a mostrar sus fusiles de asalto en caso de disentimiento o inconformidad con el sistema. Del 4 de febrero de 1992 no emergió una utopía democrática, al contrario, el tahúr mostró sus intenciones violentas y egocéntricas. El Tic tac, tic tac, tic tac, que soñamos para el fin de esta pesadilla está demasiado lejos, ahogado en sangre y diatribas callejeras.
Es probable que lo más paradójico de todo sea que Chávez sí tuvo esperanzas y fe en una vuelta facsímil a los aciertos y desatinos del (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/bolivar/default.asp»,»Libertador»)%), pero no previó, como si lo hizo la filósofo (%=Link(«http://www.mcu.es/lab/libro/premios/biografias/zambrano.htm»,»María Zambrano»)%), que «la esperanza puede aliarse también con la ilusión, puede dejarse vencer, apenas nacida, por la avidez de logro, por la impaciencia, y decaer convirtiéndose en ilusión, en la ilusión que se alimenta de espejismos en los que la propia ansia se refleja».