Norte, brújula y hoja de ruta
“ No porque corra un navío tormenta o se anegue,
han de dejar los otros de navegar”
Cervantes
En estos tiempos en que la mayoría de los venezolanos se encuentran desorientados es bueno detenerse un rato a reflexionar sobre uno de los asuntos esenciales que será necesario resolver en un próximo futuro. Se trata, al igual que para cualquier buen navegante, de fijar el norte para determinar a dónde queremos llegar, dotarse de una buena brújula para no perderse en el camino y disponer de una buena bitácora, o como se dice hoy en día, de una hoja de ruta para superar los eventuales tropiezos que la navegación por mares procelosos pueda acarrear.
El norte es lo esencial. Si tenemos que definirlo con una sola expresión esta sería la “recaptura de la democracia”, ya que solo así se podrá asegurar la justicia social y por lo tanto crear condiciones para un desarrollo económico armónico y sustentable.
Vale la pena tratar de exponer cual es el significado de estos conceptos y cómo pueden ser alcanzados en la práctica. Ante todo, para conseguirlos es urgente recuperar, para la sociedad venezolana, el pleno ejercicio de la democracia dentro de un marco de tolerancia ante las ideologías y visiones de los distintos grupos y personas .
¿Qué significa entonces reconquistar la esencia de la democracia? Pues bien, habitar en un país en el que se recupere el espíritu de las leyes, en el que el estado de derecho sea una garantía tanto para vivir en paz como para asegurar la justicia en sus variadas manifestaciones. Un país en el que la participación popular sea algo más que un legítimo recurso a la protesta y se convierta en un proceso constructivo de participación ciudadana en todo aquello que ataña directamente a su bienestar. Un país en el que la representación popular, a todos los niveles, sea la expresión legítima de la voluntad popular, con elecciones que consagren el método de la doble vuelta para el candidato que no obtenga en la primera ronda más del 50% de los votos. Esto permitiría no sólo el respaldo mayoritario para los elegidos, sino que además impondría a la clase política la conciencia de que las alianzas son necesarias para formar mayorías estables. Un país en el que se aprecie, en su justo valor, la importancia y el papel que deben desempeñar los partidos políticos, las ONG y la sociedad civil en general, dejando que cada quien ocupe el espacio que le corresponde con sus respectivos derechos y obligaciones. Un país en el cual la transparencia sea el valor ético por excelencia. Cada uno de nosotros debe rendir cuentas de nuestros actos, es un concepto esencial para volver a creer en que podemos vivir en un mismo espacio sin tener que temer las imposiciones de la ley del mas vivo. Asimismo, las fuerzas armadas deben recuperar su carácter institucional, asegurar la soberanía nacional y el mantenimiento del orden constitucional.
¿Qué significa asegurar la justicia social? Esta es una verdad tan evidente que a veces nos resulta difícil expresarla en pocas palabras. Venezuela ha sido hasta ahora una sociedad de exclusión para las mayorías, que no pueden satisfacer sus necesidades básicas y, menos aún, autorrealizarse como personas. La pobreza es una ofensa inadmisible en un país que aspire a ser otra cosa que una eterna nación subdesarrollada. La educación tiene que estar al alcance de todos y debe ser la palanca que permita la superación efectiva de todos los venezolanos. La administración de la justicia debe estar al servicio de todo aquel que cumpla con sus obligaciones sociales y proteja los derechos legítimamente adquiridos. Para que eso sea una realidad las normas jurídicas deben ser reformuladas, cuando sea necesario, para asegurar el bien común. En un país funcional el respeto al derecho es una condición sine qua non, pero no existen derechos sin sus respectivos deberes y por lo tanto la solidaridad no puede ser un concepto meramente retórico. El esfuerzo mayor tendrá que ser la necesaria incorporación a la sociedad de todos los que han sido excluidos y brindarles las oportunidades para que puedan convertirse en ciudadanos responsables de su propio destino.
¿Cómo pueden crearse las condiciones para un desarrollo económico armónico y sustentable?. En primer lugar, asegurando de manera efectiva una justa y adecuada redistribución de la riqueza. Para lograr ese objetivo es necesario internalizar que si bien la función del Estado para lograr ese objetivo es necesaria, ella por sí sola no asegura que esa meta se alcance; se requiere además que la sociedad encuentre los cauces necesarios para que los individuos puedan realizar aquellas actividades de carácter económico para las que estén más capacitados.
El derecho de propiedad debe ser un bien al cual tengan acceso todos, sin restricciones de ninguna naturaleza. Los más desposeídos, los que viven en circunstancias precarias, deben tener derecho a que sus posesiones le pertenezcan jurídicamente y que esa titularidad esté debidamente reconocida por las leyes así como por las diversas maneras de asegurar, mediante el registro, la efectiva titularidad sobre los mismos. Por eso será indispensable desarrollar planes específicos para combatir la pobreza. El Estado tendrá que ser el garante de que esos planes se efectúen y sobre todo que se cumplan. Además, deberá dejarle espacio a los ciudadanos o campesinos para que por sí mismos desempeñen las actividades económicas que los beneficien directamente. No puede existir gobernabilidad sin enfrentar decididamente la pobreza.
Tampoco es posible seguir pensando que el Estado substituya al individuo para realizar tareas que no le competen. El espíritu rentista, derivado de la titularidad del Estado sobre los recursos del subsuelo, ha distorsionado la vida política en el país. Los dueños de las riquezas del país son sus habitantes y no el gobierno de turno. Mientras eso no cambie, los gobernantes seguirán actuando como tutores de unos eternos menores de edad, usando las riquezas del país en la forma que mejor les parezca, sin darles oportunidad a los venezolanos de desarrollar plenamente sus potencialidades. Un cambio en la política petrolera, facilitando una verdadera apertura que asegure una mejor explotación de ese recurso no renovable, es una manera de generar condiciones económicas que propicien el desarrollo de diversas actividades económicas.
Hasta ahora me he referido al norte hacia el que deberíamos navegar hasta llegar a un punto en el que la sociedad venezolana deje de dar vueltas en círculos, tratando de dilucidar si es mejor alcanzar el punto en el que el Estado lo resuelva todo o permanecer donde solo impere la ley del más fuerte. La tierra prometida, hacia la que debemos enfilar nuestro rumbo de navegación, es aquella en la que el bien común no es un producto para el solo disfrute de los ungidos, sino un espacio en el cual todos podamos, sin distingo de clases, razas, religiones o ideologías, convivir y poder desarrollar al máximo todas nuestras potencialidades y convertirnos algún un día en una nación del mal llamado primer mundo.
Ahora bien, debemos admitir que no podemos realizar la esperanza de llegar a esa tierra de gracia en la que tanto soñaron nuestros antepasados si no nos dotamos de la brújula que nos posibilite no perder el norte. Nuestra brújula particular debe estar atraída por la fe en que sí existe ese norte que hemos descrito anteriormente. Nuestra principal labor será convencer a la mayoría de los venezolanos que allende los mares agrestes de la política, hay un espacio abierto para todos y en el cual, en lo esencial, hay condiciones ideales para prosperar y ser algo más que una eterna posibilidad.
Lo primero que tenemos que asegurar para navegar norte franco es hacer un esfuerzo de buena voluntad para disminuir la excesiva polarización que le impide a los venezolanos ponerse de acuerdo sobre el rumbo a seguir. Ni aquí ni en ninguna parte del planeta existe un hombre que por su mera voluntad o caprichos pueda definir un rumbo diferente al deseado por la mayoría. Lo importante entonces es convencer a la tripulación de la nave que el destino propuesto llevará sanos y salvos a todos a la tierra prometida. De lo contrario, seguiremos inmersos en luchas estériles que acabarán tarde o temprano con una rebelión que podrá, en el peor de los casos, hundir al país en el caos y en una guerra fratricida en la que no habrá sino perdedores.
Más allá de las metáforas, la salida necesaria para orientar al país hacia su nuevo destino pasa necesariamente por la celebración a finales de este año del referéndum revocatorio del Presidente de la República. Esta salida constitucional permitirá, en el caso en que el Si prevalezca, que se celebren nuevas elecciones para designar a un nuevo Jefe de Estado y que éste pueda, si así lo entiende, dirigirnos hacia el norte deseado. De no ser posible la realización del referéndum porque el gobierno no lo permita, o lo dificulte de tal manera que lo retrase hasta convertirlo en una farsa mediante la cual aún perdiendo quede gobernando el vicepresidente, entonces se abrirán otras rutas, que ya no serán norte franco y por lo tanto acarrearán peligros imprevisibles.
Lo cierto es que si la mayoría tiene el norte claro, es difícil que el capitán y algunos tripulantes le impidan a la mayoría asumir el destino del país y dirigirlo hacia la meta fijada. Pero lo importante en estos momentos en que la tormenta se avecina, es mantener la sangre fría, evitar provocaciones, concentrarse exclusivamente en la realización del referéndum y convencer a los venezolanos que el norte que se persigue es beneficioso para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Por lo tanto, y para concluir estas largas reflexiones, es necesario tener clara la hoja de ruta y evitar acciones políticas que no estén estrechamente relacionadas con la realización del referéndum. La discusión política debe centrarse en debatir los principales problemas del país y no la personalidad de quienes actualmente desempeñan los cargos . Lo importante es evaluar la gestión y no las peculiaridades del responsable de la misma. Los hombres tarde o temprano desaparecen, es la ley de la vida, pero los problemas subsisten hasta que la voluntad de todos decide que para poder vivir en paz y progresar es necesario resolverlos y enderezar los entuertos. Espero que todos tengamos la paciencia, la voluntad y sobre todo la ambición de construir una Venezuela mejor y para ello quiero recordar lo que decía (%=Link(«http://jaserrano.com/unamuno/»,»Don Miguel de Unamuno»)%) : “ No seas avaro, no dejes que la codicia ahogue a la ambición en ti ; vale más que en tu ansia por perseguir a cien pájaros que vuelan te broten alas , que no el que estés en tierra con tu único pájaro en mano “