Opinión Nacional

No somos extranjeros

Ni emigrantes en ningún país de la Unión Europea. Tenemos derecho a la libre circulación, homologación de títulos, atención sanitaria, la misma moneda y en donde somos tan ciudadanos como el resto de los más de 400 millones de europeos. No existen más fronteras que en las mentes que todavía no han asumido esta realidad jurídica y constitucional. Somos tan ciudadanos de esos países como un gallego en Cataluña, o un castellano en Andalucía o cualquier español en el País Vasco, o cualquiera de las antiguas provincias y regiones, hoy autonomías.
Creo que el problema radica en el chip de emigrar al extranjero, ante el anuncio de Angela Merkel de contratar cerca de un millón de jóvenes cualificados para trabajar en Alemania. Algunos se preguntan, ¿puede permitirse una España que tiene que salir de la crisis perder a la población mejor formada? No hay tal fuga de cerebros ni emigración alguna. Miremos los capitales que actúan en el mundo, los misteriosos “mercados” que, como un ente abstracto, todopoderoso y omnisciente campa por sus respetos en cualquier lugar, sin conocer nacionalidades, etnias, fronteras o señas de identidad.  En esta economía de casino, son omniscientes porque son ellos quienes crean las situaciones “objetivas” que producen las crisis de acuerdo con sus intereses. Y nos intentan hacer creer que  los mercados son los responsables de los precios, de la oferta y de la demanda. O sea que nosotros somos los responsables y culpables de esta crisis socioeconómica.
A otro perro con ese hueso. Cuanto más grande es una falacia más posibilidades tiene de ser creída por las muchedumbres solitarias conducidas por guías ciegos y enajenados.
En los medios de comunicación, así como en los centros de empleo y en las familias se trata de una oportunidad apasionante poder ir a trabajar en tu propia especialidad y con mejores condiciones económicas y laborales. En España casi el 20% de los licenciados de entre 25 y 29 años está en el paro. Un 44% desempeña un trabajo por debajo de su cualificación. Pero no caigamos en simplificaciones absurdas. Un español no es extranjero en ningún país de la Unión Europea.
Mientras que España ostenta el récord de desempleo en Europa, Alemania  necesita unos 900.000 trabajadores cualificados. Se dice que medio siglo después, los españoles vuelven a “emigrar” a Alemania, aunque las condiciones son diferentes desde aquellos años de hambre que empujaron a más de dos millones de personas a buscarse la vida en Europa sin más aval que las ganas de trabajar y sus manos.
Pero estos nuevos  ciudadanos españoles han estudiado, saben idiomas, han viajado, han vivido la experiencia de una beca Erasmus. Salen de España para mejorar sus perspectivas, y la locomotora de Europa -Alemania-  es uno de sus destinos preferidos. Véase el caso de enfermeras, médicos, arquitectos, informáticos, oficiales en otras profesiones que ya trabajan en Inglaterra y en otros países. A ellos se dirige la canciller alemana que, según  el semanario Der Spiegel, quiere contratar a jóvenes cualificados del sur y este de Europa ante las necesidades del mercado alemán.
El presidente del Instituto Alemán de Economía lanzó la alarma: “A partir de 2015 perderemos cada año 250.000 trabajadores”. Por el progresivo envejecimiento de la población alemana, “necesitamos urgentemente trabajadores inmigrantes, como mínimo 500.000 al año, para asegurar nuestra economía”. En diciembre de 2010 faltaban en Alemania 48.800 puestos de ingeniero por cubrir.
¿Qué efectos puede tener una pretendida fuga de cerebros para España que necesita ser más competitiva para salir de la crisis? Muchos profesores universitarios creen que pocos, porque para los jóvenes licenciados que acaban de terminar una carrera o están en paro sí supone un beneficio importante. La sobrecualificación de los jóvenes españoles duplica la media europea, y si no encuentran trabajo aquí es mejor irse a Alemania o a Reino Unido a trabajar de lo suyo que la frustración de quedarse.
Despejado el chip de la “migración” dentro de la Unión Europea, tenemos que abordar el problema del dominio del inglés, como lingua franca, además de la propia. En los niveles que estamos tratando no es imprescindible dominar el alemán, pero sí el inglés y tener la firme voluntad de aprender la lengua propia del lugar en donde lo hayan contratado.
Nadie es extranjero en su propia patria, pues ésta es, según Cicerón, en donde puedes vivir con dignidad. Y en el caso de los países de la Unión Europea  es evidente. Sobre todo hoy con las facilidades de comunicación en todos los órdenes.
 

Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del CCS

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