No reparar
Empiezan los lapsos establecidos para los reparos. Hay malestar y desconfianza en la calle que lleva a algunos a no querer reparar. Los venezolanos que repetidamente firmamos, estamos seguros de nuestras firmas, de que el proceso de recolección fue hecho apegado a las normas impuestas por el CNE, de manera transparente. Sin embargo, con el cambio de las reglas de juego algunas de nuestras rúbricas fueron invalidadas, rechazadas de plano, otras sencillamente extraviadas, y otras deberán someterse a reparo. Sobran las explicaciones.
Particularmente me negaría a jugar con un árbitro burlón, pero me parecería grandioso que, muy a pesar de los obstáculos impuestos, se ganase el juego ante testigos y observadores internacionales, demostrásemos al gobierno que los venezolanos tenemos una vocación democrática de enormes magnitudes, y que somos capaces de batirnos en el campo de los votos, sin miedo. Que somos valientes, pues. Pero la valentía se convierte en heroicidad cuando la victoria se obtiene en medio de grandes contratiempos. Y con la gesta emprendida, estoy más que segura que hay millones de héroes y heroínas en todos los rincones del país.
Sin titubeos debemos acudir mayoritariamente a demostrar que nuestra firma está allí, que voluntariamente firmamos para revocar el mandato del presidente Chávez, y que lo hacemos ejerciendo plenamente un derecho constitucional.
Los venezolanos nos hemos crecido en un campo lleno de titanes, para vencer. Rendirse no es la mejor opción. Una salida violenta, tampoco. Nuestra mejor arma ha sido un bolígrafo y, luego, será el voto. Ya hemos demostrado que estamos dispuestos a dejar el resto en esta lucha que pacífica y democráticamente hemos comenzado. Por eso hay que hacer un último esfuerzo y reparar.
No reparar, significa demostrar a nuestros hijos que cuando el camino se hace difícil, lo mejor es tirar la toalla y ceder nuestros planes para que otros los realicen.
No reparar, significa que lo valores de libertad, justicia y democracia no nos son imprescindibles, que podemos vivir presas del miedo, que no nos importan las arbitrariedades y que en las dictaduras se vive mal, pero se vive.
No reparar, significa que dialogaremos con el silencio y miraremos solamente en una dirección.
No reparar, significa que la admiración de nuestros hijos será para otros que fueron mucho menos cómodos que nosotros.
No reparar, significa, que las amenazas constantes de que son víctimas los trabajadores de distintos entes públicos por ejercer su derecho, no nos atemorizan porque nosotros nunca podremos ejercer los nuestros.
No reparar, significa que las persecuciones a líderes políticos, sindicales y empresariales no nos interesan porque nunca seremos uno de ellos.
No reparar, significa que no querríamos disfrutar de las cosas hermosas e interesantes que tiene el mundo, como la cultura de diferentes países y el avance de la ciencia, porque nos serán desconocidas.
No reparar, significa que no invertiremos nuestro tiempo en discutir con grupos diversos sobre cómo mejorar la situación del país, porque no habrá ni diferentes grupos, ni derecho al disenso.
No reparar, significa que cada vez habrá más niños en la calle medio desnudos, porque no habrá suficientes recursos para otorgarles alimento y vestido.
No reparar, significa que daremos permiso al gobierno para que use nuestro principal recurso para el sostenimiento de otros regimenes totalitarios a costa de nuestra pobreza.
No reparar, significa que nuestra comodidad desaparecerá al tiempo que nuestros empleos también lo hagan por la desaparición del empresariado privado.
No reparar, significa que los heridos, los torturados, los fallecidos de tantas fechas murieron en vano, porque nosotros no supimos honrar sus memorias.
No reparar, significa aceptar que todos los venezolanos de corazón, más que de nacionalidad nos quedemos sin patria, por oscurantismos xenofóbicos.
No reparar, significa que no habrá quien haga un réquiem a nuestros muertos, porque la libertad de cultos estorba en un proyecto totalitario.
No reparar, significa que no nos importará que nuestros hijos aprendan de una educación anacrónica en lugar de una educación competitiva ante el avance y la prosperidad.
No reparar, significa que moriremos sin evolucionar, que no habrá pasado un segundo de nuestras vidas en que no lamentáramos haber querido vivir en un lugar y un tiempo distintos, con desarrollo, bienestar y progreso.
No reparar, significa que nuestra rabia y nuestra testarudez, pudieron más que nuestras ganas de luchar concienzudamente por un país justo y libre.
Con todas estas significaciones que tiene no reparar, cabría preguntarse si llegó el momento de decidir nuestro futuro, el de nuestros hijos y el del único país que nos pertenece, y tomar la determinación de acudir, unitariamente, a pesar de los escepticismos y bajo protesta, a los reparos.