Opinión Nacional

NO MÁS! MÁS NO!

Viernes, dos de la tarde casi en punto. Tres patrullas repletas se detuvieron frente a la casa y un carrito por puesto, golpeado, gris, había señalado el destino. Un joven flaco, mal vestido, sin detalles para la memoria se bajó y señaló, aquí. Lo demás fue rápido. Una docena de seres armados entraron a la casa, a decir verdad un rancho limpio, de dignidad repleto, distribuidos para el asalto un primer grupo por el callejón de la izquierda, otro por el de la derecha y el tercero, del comandante escoltado por dos subalternos, cauto, entró por la única puerta. La operación duró pocos minutos. La presa estaba escondida tras un libro, su más alto refugio. Los niños, como si vieran una película refugiaron sus miedos sin signos de terror en su inocencia y, al fondo en el patio vecino, un señor, contemplaba la escena, tras sus lentes, paseaba sus ojos por “Crimen y Castigo”, quedó suspendido como en acto final de una película de terror. ¡Es ese! gritó el taxista. Un joven muy flaco, un poco más allá de la mediana estatura estaba ya de pie. Lo demás fue sencillo. El comandante se sonrió. ¿Él? Sí, respondió con rabia el taxista, él! Venimos por usted, no se preocupe, se aclarará todo, pero debe venir con nosotros. Son órdenes. Lo llevaremos a una prefectura, en Sabaneta. Y, de nuevo advirtió, no se preocupe. Pueden llevarle hamaca. Se disculpó. La mamá de los niños, serena como un roble, cubría de fe y amor a los hijos. Inmutable como si nada sucediera o como si ocurriera algo normal, tal como sabía era. A apenas unos diez minutos del viaje, el comandante se detuvo y propuso dejar libre al flaco, éste dijo, es menos peligroso que San José. Y se rió. Pero, el taxista advirtió, si lo soltáis te denuncio. Ese me despreció, ayer pasé por su casa y no me quiso comprar los perfumes y es el dueño del carro que se decomisó lleno de propaganda subversiva, allá en Ojeda.

Podría seguir en esta historia que, narrada hoy, material podría ser para un cuento, pero dejo el episodio tal cual fue. Hablo de mí, de mis dos mayores hijos, uno de ellos trágicamente ido y en mí eternamente vivo en la sublimidad de mis sueños, y de mi papá y de la mamá de los niños. Pero sobre todo, quise hablar del hombre bueno, tendría cuarenta años, no se de él, solo que era bueno. El Comandante, el jefe de la misión, para quien yo, un muy joven bachiller, presidente del centro de estudiantes de economía carecía, ante sus ojos, de las cualidades de un peligroso guerrero que pudiese poner en riesgo al régimen. Tiempos fueron de yerros, de episodios sangrientos unos cuantos, de asesinatos fueron, de implacables persecuciones, de órdenes macabras, de “disparar primero y averiguar después” principal argumento que Betancourt, el padre de la democracia, así bautizado para esconderle sus crímenes, había empleado como arma para defender a su hija y como slogan teórico, si así llamar se puede, la expresión “la democracia construye, el comunismo destruye”, con la cual se adornaba los puentes destruidos en las más transitadas carretas. También responsable fue de la miserable exclusión e implacable persecución a quien adeco o copeyano no fuera y, de manera aun más concreta a los comunistas y miristas. Siempre supe que el autor de esta macabra jugada era el propio Rómulo, pero el placer de sus ejecuciones estaba en manos de sus secuaces y de los verdugos, según fueran los casos. El placer estaba en los perfumeros, a quienes sin razón alguna, nutría el odio su alma. Los tiempos que vinieron luego los sabemos. Rómulo triunfa, pero dejó secuelas. La mayor fue no haber dado a la democracia contenido histórico, convertirla en mera ideología que si bien alimenta el espíritu como valor político trascendente, la podredumbre real que la sustenta generó el aparatoso triunfo de una derrota, el golpe del 4F, y a guión seguido, la victoria política de Chávez. Verdad absoluta es cuanto cuento y verdad que reivindico ahora la del comandante, aquel, que bueno era y tantos había en esa era.

HRCHF alimenta su proyecto, en su praxis política de esa podredumbre, descociendo por razones de su oportunismo político*sus fuentes de, al menos algún valor moral e histórico, como fueron los textos y orientaciones de Kleber Ramírez, y en su lugar de manera grotesca sus “lecturas” de la “postmodernidad”, imbecilidad que si tuviera algún mérito queda reducido a los pantanos de las ideologías siempre con pretensiones hegemónicas del eurocentrismo, pero que para este mundo prelógico, precapitalista, premoderno como lo es Venezuela, solo puede alimentar la retórica de la mediocridad y en su narcicismo asumir el tal socialismo originario, indoamericano bolivariano, robinsoniano, zamorano, humanista, cristiano… Y si algo de esto pudiese sustentarse, si algo pudiese en honor a la verdad decir de ello, sería su negación. En efecto, del cristianismo hereda la Inquisición, de Zamora, un caudillismo sin ideas, pero pisoteando su federalismo; de Simón Rodríguez deformó sus sueños y transformó su prudente soledad en escandalosa misoginia, de Bolívar el delirio y amor por la libertad lo trueca por el imperialismo de chequera y convirtió en alucinaciones la falacia del socialismo originario e indoamericano. Ah!, casi lo olvido, su humanismo, una charca, un estercolero donde pacen la lista de Tascón y las nuevas listas, que se construyen siempre bajo sus órdenes, para asegurarse de que “quien no es mi subordinado, mi esclavo, mi secuaz, es mi enemigo”. Un infierno donde el odio se cultiva en la violencia de la palabra para crear la atmósfera para el delito y el estimulo a la impunidad. De la política un ejercicio de la retórica en donde se la rectitud, el equilibrio, la verdad y la ética se sustituyen según los miedos y las circunstancias. El Uribe, lacayo, miserable, criminal, las FARC, ejército de libertadores, y en breve, intercambia el sujeto al mismo verbo, para afirmar, desvergonzado, lo inverso. Con traje de palestino se inclina a pedir perdón a los judíos. A su diestra se ubica Lina Ron y a sus espaldas La Piedrita, guardianes de la revolución y su justicia, pero al soplar mal el viento, de revolucionarios en dos palabras o tres se hacen traidores, contrarrevolucionarios e, incluso, asesinos. El amor se invoca para preguntar al condenado de que forma quiere que le corten el cuello en el corto camino hacia el cadalso.

Me he visto en la extrema necesidad de escribir esto, así de esa forma, porque papá soy y abuelo soy. Mis hijos, según en ejercicio de la libertad plena de su conciencia, han respaldado, unos, al proceso, otros, lejos de él. Las fuentes de su actitud pudieran estar en esta historia en unos, en otros, también pero en diversos momentos y dimensiones de su existencia plena. Pero, la verdadera razón, la vive cada quien, sin que yo jamás hubiese tratado de moldear su consciencia, son sus decisiones. Respetado sus decisiones y sin importar su talante, su tono y su verdad, con Pascal, siempre me digo que “el corazón tiene razones que la razón no comprende” y sus decisiones me enorgullecen, porque propias son. Pero otra vez, el perfumero de la anécdota “originaria” de este texto, ha tocado con violencia las puertas de mi alma. A uno de mis hijos se le condena por no dar obligado el día de salario para abonarlo en pago voluntario a la publicidad del proceso. Se le persigue para que se retrate y sin saber qué piensa y como piensa, se le exige, para conservar su trabajo, que apoye al comandante por la importancia que para la revolución tiene ganar la enmienda. Los secuaces verdugos llevan las cabezas de los disidentes, de los revisionistas y de los enemigos y enemigo es todo que por dignidad diga NO!. No se trata de un NO político, en el sentido feo que esta palabra ha adquirido a la manera en este tiempo. No, eso no. Se trata de un no consciente, que reivindica los valores supremos de la constitución, del derecho humano al trabajo, a la vida, a la libertad y se va aun mas al hondo, a lo profundo, a la sentencia ética y de altura política, de verdadero humanismo: “a cada quien según sus capacidades, según sus necesidades”, tal dijo Marx, en una de sus mas felices expresiones, valor esencial de lo que él llamara comunismo.

No reproche nadie que no hubiese tocado este tema. Muchas veces lo he hecho, esfuerzos por demostrar, incluso, que el único gran beneficiado de esa “revolución” es el imperialismo y lo ayuda a vivir, porque, no se si Chávez tiene idea de esto, pues, mientras mas larga tiempo alcance el mandado absoluto de Chávez, mas rechazo histórico generará y su mal ejemplo será expuesto para frenar los sueños de paz, justicia, ética, arte, ciencia, libertad, como hoy con propiedad se hace del comunismo real de los soviéticos, la tragedia sin fondo de Corea del Norte. En cambio, asesinaron muy temprano a Allende, porque su camino era mal ejemplo para el “capitalismo salvaje”, sencillamente porque se pudo conseguir acercar a la realidad la utopía: el socialismo, en su fase inicial, el comunismo como meta debía ser, para que valga el sueño, separador de toda alienación, y, la peor de todas, la sumisión del hombre al Estado, de este al dictador, cuya muerte debería producirse en esa etapa superior. Espacio de la libertad como consciencia y práctica social. Y mantengo, iluso tal vez, la esperanza de que la gran mayoría de este pueblo nuestro, diga a su presidente, NO MÁS, MÁS NO!. E Invoco a la Providencia e incluso a los dioses que el comodante venera, para que él oiga, y sus verdugos regresen tras lo humano.

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