Opinión Nacional

No hay noticias

La noticia, la gran noticia, es que no hay noticias.

Finalizando el acto de prestidigitación diplomática que condujeron los colombianos para reducir a decimales la incontinencia verbal de nuestro comandante-presidente, pareciere haberse acabado las noticias.

No le quedó otra a la prensa escrita y digital que rellenar sus portadas con eventos de bajo impacto comunicacional y acudir a rebuscar cualquier tema que llenara de letras sus portadas.

 A ningún medio se le ocurrió titular en grande -por ejemplo- que por debajo de la mesa y en absoluto silencio, como ocultados en las sombras, la compañía petrolera venezolana colocó en el mercado, sin ninguna transparencia, bonos por más de mil millones de dólares, con vencimiento en el 2014, que unidos a una emisión del Gobierno, de tres mil millones, suman a la ya abultada deuda de la nación, unos cuatro mil milloncitos adicionales. La voracidad de este gobierno no parece tener límite alguno y nosotros, los venezolanos, continuamos observando estos desmanes, sin que se nos mueva una ceja.

Parece no tener importancia el hecho de que la próxima semana se cumplirán tres largos meses de dieta cambiaria, sin una forma abierta de acceder a las divisas que se requieren para sostener las necesarias importaciones de este país. Los inventarios descienden por un tobogán y pronto, muy pronto, estaremos en una situación bien comprometida, en muchas de las actividades que requieren de importaciones para sostenerse. Durante los tres años anteriores se manejaron importaciones de más de tres mil millones de dólares mensuales. El nuevo sistema de divisas ha entregado solamente seiscientos millones en tres meses. Media Venezuela se está peleando por la emisión que está en los bancos, que no alcanzará para cubrir un mercado seco y necesitado. Giordani nos contará otro de sus fantasiosos cuentos, para adormecer nuestros sentidos.

Estamos mal, pero vamos para peor, parafraseando una versión mejorada del juego de palabras que hiciere famoso Teodoro Petkoff durante uno de los gobiernos de la cuarta republica.

En las últimas seis semanas que anteceden a las elecciones, el gobierno quemará lo que tiene y lo que cree tener, para generar una ilusión óptica de paz, prosperidad, progreso, justicia social, arrepentimiento, unión, felicidad y esperanza. Lo hará moviendo todos sus recursos comunicacionales y de persuasión de masas. Generará noticias, y si no se producen, las inventará. Atacará con más fuerza que nunca a la apátrida burguesía y nos mostrará toda clase de inexistentes sueños y fantasías de futuro.

En seis semanas, en sólo seis semanas, tenemos la responsabilidad única e impostergable de decidir lo que queremos para nuestros hijos, nuestros amados hijos. El día siguiente a ese gran día, tendremos noticias con que rellenar la primera página. Millones de venezolanos usarán su derecho a escoger el país en el que vivirán sus hijos.

                                                                        

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