Opinión Nacional

No existen dos seres humanos iguales

Simple: ambas se originaron antes de la invención humana de la ciencia: la más poderosa fuente de verdad—que no es absoluta, como las de los credos y los partidos, sino relativa, porque siempre está sujeta a ser actualizada por los nuevos descubrimientos y conocimientos producidos por una cada vez más sofisticada y avanzada ciencia.

En cristiano, la ciencia es objetiva; sin parcializaciones subjetivas de ningún tipo, y basada en evidencias y hechos comprobables, mientras que las religiones y las ideologías son eminentemente subjetivas y fundamentadas en visiones, suposiciones y añoranzas—la primera nos muestra la realidad tal cual es, las segundas expresan deseos de cómo quisiéramos que fuese la realidad.

Pero no sólo es nada fácil aceptar la realidad tal cual es, sino que nuestros genoma, epigenoma y cerebro, la simplifican constantemente, para que podamos manejarla desde niños y vivir—y hasta ser feliz—en ella.

Sólo vemos, oímos, olemos, palpamos y saboreamos, lo que nuestros cerebros hanfiltrado de la inmensa cantidad de información que ingresa a nuestros organismos a través de nuestros órganos sensoriales, dejándonos percibir, sólo aquello que “necesitamos” para sobrevivir en el ambiente y los diferentes hábitats que hemos estado ocupando desde hace aproximadamente unos 600 a 750 siglos.

Esa diversidad de hábitats es lo que llevó a la naturaleza a desarrollar lareproducción sexual, que garantiza que cada nuevo ser vivo de cada especie (vegetal o animal) sea único, sin duplicado; con la finalidad de que si las condiciones climáticas o algún fenómeno natural catastrófico dificulta la supervivencia de la especie, por lo menos sobrevivan algunos de los muy diversos individuos y puedan seguirse reproduciendo y manteniendo en existencia a su especie.

Pero cuando comenzamos a usar con cada vez mayor efectividad nuestro “sexto sentido”: el raciocinio, inventamos cosas que no existen en la naturaleza, pero que nos permitieron vivir en grupos cada vez más numerosos y guiados por un objetivo común,colectivo, que estaba por encima del valor de cualquier individuo del grupo: la magia y la religión—con el muy tenebroso “efecto secundario”, de que todo aquél que no “entrase por el carril”, era expulsado del grupo o asesinado.

Aún así, nunca dejaron de existir los gentiles, herejes, infieles, posesos, incrédulos, contra los cuales las dictaduras de la mayorías, perpetraron todo tipo de atrocidades, que pueden resumirse en las ignominiosas frases: “cabeza de turco”, “chivo expiatorio”, “cacería de brujas”, “supremacía racial”, y más recientemente, “intolerancia”.

Pero el uso cada vez más sofisticado del raciocinio—a una velocidad que percibimos como pasmosamente lenta—se concentró cada vez más en observar de cerca y escuchar al maestro de todos los maestros: la naturaleza; y ello nos ha llevado al convencimiento [lamentablemente no a todos; aún]—de que la diversidad física y mental de los individuos de cada grupo humano; no sólo no es—en ninguna forma—perjudicial, sinoindispensable para el progreso de todo grupo de seres humanos, llámese éste, familia, etnia, nación o estado. Y la única forma que ha encontrado la humanidad para sacarle provecho a tan abrumadora cantidad de puntos de vista y posiciones morales, es la democracia, que no es sólo el “gobierno del pueblo”, sino la separación del poder absoluto del déspota en tres poderes autónomos e igualmente poderosos: ejecutivo, legislativo y judicial; bajo el permanente y constante escrutinio de lo que hacen y dejan de hacer los titulares de los cargos públicos, mediante un efectivo ejercicio del derecho a expresar libremente el pensamiento y el derecho a estar informado.

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