Opinión Nacional

No comprendieron nada…

Ya en varias oportunidades, mi viejo y muy estimado amigo Emilio Figueredo Planchart, me ha reclamado mi silencio de los últimos meses, ante el drama venezolano de hoy. Quiero reconocer que, a diferencia de algunos medios ligados a mi larga carrera de más de 40 años como analista político y que hoy me perciben como una “amenaza” a la sacrosanta unidad de la oposición, Venezuela Analítica, Gente del Siglo XXI, Noticiero Digital y El Nuevo Herald de Miami, han permanecido abiertos a mi voz, muchas veces áspera, pero consistente en decir mi verdad.

El verdadero drama no se llama Hugo Chávez, sino que se manifiesta trágicamente en una “oposición” sin mensaje, visión de futuro, ni sentido del Estado y conocimiento de la realidad nacional, de no ser así, un engendro como la “revolución bonita” no hubiese tenido chance de sobrevivir 7 años sin hacer nada útil por el país. Las esenciales falencias apuntadas, y que sin duda aquejan a nuestra “oposición” son básicas, pero no son las únicas, aspectos hay más espinosos y graves, rozan los eternos temas de la ética y la política, de la política y la verdad. Olvidan en pocas palabras aquellas sabias palabras de Don Antonio Machado, cuando en charla con sus imaginarios alumnos (en su obra “Juan de Mairena”) les cita a Maquiavelo: “no conviene irritar al enemigo” y añade el admirable sevillano: “máxima que olvidó Maquiavelo, procura que tu enemigo nunca tenga razón”.

La ilegitimidad de Chávez:

En Venezuela, el chavismo ha hecho del fraude electoral una política de Estado, ha montado –quizá su único ensayo eficaz- una maraña jurídico-tecnológica e informática casi impenetrable. Ninguna elección en nuestro país, con esas reglas de juego, reflejará jamás la voluntad del soberano, el pueblo lo sabe y lo siente, por ello se abstuvo y se seguirá absteniendo si las condiciones no cambian. Sabemos que NO HAY SALIDA ELECTORAL VOLUNTARIA. Las cursivas en “voluntaria” no constituyen un accidente de “tipeo”, sólo una movilización masiva, combatiente, decidida podría torcerle el brazo a la autocracia y obligarla a abrir el compás. Si esa movilización se diera, entonces sí, la presión internacional se haría sentir, por ahora no entienden nuestra pasividad sino como resignación o falta de gónadas, es más, no están seguros si Chávez no es el menos loco de los venezolanos. Y no les falta razón.

La ilegitimidad de Chávez se demostró el 15 de agosto del 2004 y se ratificó aplastantemente el 4 de diciembre próximo pasado y se ratifica cada día en la calle aunque las partidas, públicas o secretas, para “contratar” encuestadoras crecen exponencialmente en el sector público. Por contraste o argumento en contrario, la oposición en tanto representa la mayoría del país es legítima. ¿Pero lo es toda ella? ¿Quiénes constituyen la oposición venezolana?

RADIOGRAFÍA DE LA OPOSICIÓN VENEZOLANA:

Tenemos que agradecerle a Chávez haber despertado la conciencia ciudadana en el pueblo venezolano. Hoy existe una sociedad civil alerta y no dispuesta a dejarse llevar como reses al matadero, el empresariado con más lentitud y remilgos parece empezar a comprender que el “proyecto” no respetará cuellos de ningún color sino los que les son propios a ellos, que no hay arreglo ni “diálogo” posible sin venderle el alma al diablo ¡hay sobreoferta!

Las ONG; pequeñas agrupaciones que se han ido formando casi espontáneamente; individualidades esclarecidas o al menos con inquietud por lo que está en juego, que es el país, pura y simplemente. Vuelven los ojos hacia los viejos y nuevos partidos, buscando una conducción profesional para una batalla que no ganaremos sino con inteligencia y genuino desprendimiento, y que sólo ganaremos si esa “sociedad civil” –como se ha dado en llamarla- encuentra un confiable canal de comunicación con quienes con nuestros errores y fallas nos hemos dedicado al estudio y la praxis de la política y sobretodo si ese combate existencial es dirigido por quienes crean y sientan la democracia en los huesos y en el alma, que comprendan que LA PRIORIDAD nacional es sanear la deuda social, atacar la miseria, no repartiendo comida, sino enseñando y proveyendo la cultura del esfuerzo y del trabajo.

¿Que le objetamos a Chávez?, la corrupción, la escandalosa inseguridad, los atropellos sistemáticos contra los medios y los periodistas, la destrucción del tejido institucional y social del país que hoy “funciona” como una monocracia primitiva, nepótica, antihistórica, casi teocrática, vamos camino de ser un gran clan totémico (me niego a imaginar cual animal se escogería como tótem. Todo menos una nación moderna, que tiene derecho a tener un destino, por el cual tantas generaciones de venezolanos ofrendaron su sangre, sus hijos, sus bienes, todo aquello por lo cual vale la pena vivir. Sobre todo le cobramos a él (y a la comunidad internacional, por su comodidad e indiferencia) el descaro con el que niega toda salida pacífica y civilizada, repudiamos el fraude, la negativa a acatar –después de 7 años de desafueros- el dictamen real del pueblo que dice amar.

Esa legitimidad incuestionable que reclamamos para el pueblo venezolano, vejado, vendido, humillado, entregado por espejitos o flores de “papier maché”, ¿la tienen los partidos políticos llamados en teoría a la conducción de la batalla?

Ninguno de los partidos políticos venezolanos de oposición –del gobierno ni se diga- ostentan mandatos legítimos de sus bases, o de lo que de ellas quede. Conque cara los tristes tigres que en la madrugada del 16 de agosto el 2004 se metieron el rabo entre las piernas y como perro de borracho, huyeron, pidieron como si estuvieran jugando gárgaro, “taima” por 48 horas “para tomar una decisión”, mientras el pueblo tascaba el freno de la indignación y de la burla de su voluntad expresada en larguísimas colas para votar, a lo largo de innumerables horas. Sólo faltaba que UN HOMBRE, llamara a defender la voluntad popular, ninguno de quienes se encontraban en el estado mayor de la tristemente célebre Coordinadora Democrática, calzó la medida de ese hombre. No han debido pasar ni 24 horas sin que todos y cada uno de los reyes del micrófono y de la vocería de la CD, renunciaran en bloque a sus cargos y consultaran a sus pretendidos mandantes quienes debían asumir la primera fila de combate.

Han hecho todo lo contrario, con un caradurismo inenarrable se atornillaron a sus generalatos sin soldados, en forma idéntica que Chávez, dejando a las bases sedientas de cambio y renovación frustradas y confundidas. La única diferencia y debo este reconocimiento a Jorge Rodríguez, fue que al menos lo hizo con mas estilo, no llegó a esconder a los miembros de mesa, a echarle candado a los centros de votación ni a apagar las luces de los mismos. Sé que esta afirmación la utilizarán contra mí, dirán que perjudico la “unidad”, que le hago el juego al gobierno y quien sabe cuantas cosas más, no demasiadas porque yo a diferencia de algunos de ellos no tengo prontuario.

A todo ello les respondo la verdadera unidad, la necesaria, la posible, no puede construirse sino con la credibilidad, la confianza, la transparencia, la sociedad civil venezolana no está dispuesta a escoger entre dos clases de pillos. El país que deseamos lo construiremos los venezolanos decentes, con amor por lo nuestro y acendrada voluntad de sacrificio, o no será.

*Politólogo y abogado,MS y Ph.D en Administración Pública.

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