Opinión Nacional

No al golpe de estado y magnicidio

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La oposición democrática debe pronunciarse categóricamente en contra de un golpe de estado militar y de un asesinato presidencial.

En esta materia, no puede haber medias tintas. Los demócratas tienen que sentirse indignados cuando escuchan a algunos decir que el término del mandato de un presidente electo debe ser el magnicidio. Las salidas de fuerza solamente han conducido a mayor violencia como lo demuestra el asesinato de Gaitán en Colombia. Quienes piensan y calculan que con la muerte de un mandatario se resuelve la crisis que atraviese una nación se equivocan. Este crimen solamente provocaría una ola de fanatismo, brutalidad y barbarie.

Si quien lo ejecutara fuera cercano al poder, protagonizará una persecución sangrienta de los supuestos culpables en el seno de la oposición. Si por el contrario, el movimiento magnicida fuera opositor al gobierno, tendría que someter de forma atroz a los oficialistas que seguramente contraatacarán. En ambos casos, la consecuencia sería la guerra civil o, como alternativa, una dictadura de uno u otro signo.(%=Image(1487210,»R»)%)

Todo defensor de la libertad, tiene que pensar en España y Chile. En ellos, los autócratas evitaron el comunismo, pero sufrieron feroces autoritarismos en donde la muerte y la tortura se hicieron cotidianas. Los demócratas deben hacer un doble esfuerzo, por una parte imposibilitar que el neototalitarismo de izquierda en Hispanoamérica conculque las libertades y los derechos humanos, y por la otra, impedir que como consecuencia de los atropellos de los nuevos déspotas, caigamos en la tiranía y la opresión militar.

Las recientes resoluciones de UNASUR aparentemente respaldaron a Evo Morales en el conflicto Boliviano, y Hugo Chávez hasta cantó victoria por ese supuesto apoyo. Sin embargo, su lectura reitera tres preceptos democráticos claves: Uno, se le dio un no rotundo a las dictaduras y al principio de que no se reconocerán gobiernos no electos por el pueblo. Dos, se afirmó la doctrina de no intervención de un país en los asuntos internos de otro, y tres, se requirió que las partes en pugna encuentren la salida al conflicto a través del dialogo democrático.

Estos mandatos multilaterales obligan a los aspirantes a dictador, a medir sus pasos antidemocráticos, porque su legitimidad depende de mantener la apariencia de democracia aunque no sea de su agrado… y este será su talón de Aquiles.

Los pueblos de Venezuela y Bolivia están demostrando que el “socialismo del siglo XXI” o comunismo del siglo XX, no se podrá imponer con la mitad o menos de los ciudadanos de un país; lo cual forzará alternativas en democracia.

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Las fuerzas armadas deben entender estos claros mensajes. Los Pueblos ya probaron el régimen de libertad y no quieren volver al oscurantismo militarista. Se imaginan ustedes tratar de imponer un gobierno militar en Argentina, Venezuela o Brasil ¿Cuántos ciudadanos masacrados costaría? ¿Cuántos crímenes de lesa humanidad?
Las actuales circunstancias en algunos países le exigen a los ciudadanos de uniforme que se conviertan en los defensores de la única juez imparcial que puede prevenir un desastre fratricida: La carta magna del país. Todo dentro de las leyes, nada fuera de ellas. Martin Luther King, Mahatma Ghandi y Nelson Mandela mostraron que el camino a la victoria no es la revancha sino la resistencia, las luchas civiles y el hacer uso de la ley suprema de una nación, la Constitución.

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