Ni el pasado ni el presente
En numerosos venezolanos de distintas edades, status, ocupación y genero se puede constatar ciertamente un sentimiento de hastió, de rechazo y agotamiento frente a los liderazgos, el pensar y el quehacer de lo que ha sido el pasado nefasto que el país todavía recuerda, y sin ser injustos, nos referimos categóricamente a la vieja dirigencia, y vieja no en edad sino en predica y visión, esa añeja y degradada dirigencia es en buena medida responsable de cómo esta el país y fundamentalmente de la generación de relevo nefasta que hoy copa la escena publica nacional.
Los venezolanos nos saturamos hace ya un tiempo de esos políticos degradados que asumieron su ejercicio como una rutina hueca, sin contenidos, sin objetivos ni principios. Y así como muchos venezolanos legítimamente “rechazamos” a estos liderazgos, igual o más nos sucede con la generación y dirigencia quintorepublicana (salvo muy honrosas excepciones) que respalda el proceso, y que es tan voraz y depredadora como la anterior.
Venezuela y Mérida respectivamente merecen unos representantes más serios, comprometidos, responsables y vinculados a un proyecto de crecimiento, desarrollo, innovación y progreso. Los venezolanos y los merideños merecemos una clase política con más nivel, y no hablo de títulos, hablo de condición humana, de sensibilidad, además de coraje y ganas de emprender cambios para el bien de todos. Es realmente lastimoso ver las declaraciones y el desempeño de algunos ministros, gobernadores, alcaldes, directores y demás, para no hablar del máximo líder de la revolución, donde aparte de privar un cierto resentimiento, abundar la inoperancia, la discrecionalidad y corrupción, no se aterrizan los proyectos, con lo cual se sigue engañando a una parte del pueblo que se niega a naufragar en las promesas de calle de la dirigencia del pasado y sobre todo del presente.
En el país si bien es cierto, las instituciones están vendidas a menos y nadie puede desconocer igualmente la desazón y los problemas que los “venezolanos” diariamente padecen, no es menos cierto, que debemos en primer lugar no abandonar el debate, la discusión e incluso las ganas de propugnar un cambio, de soñar. En segundo lugar, es menester el impulsar las diversas iniciativas, liderazgos, proyectos y esfuerzos que en cada rincón del país, y en toda la larga y ancha geografía nacional tenemos los venezolanos.
Resignarnos a soportar los males que padecemos diariamente los venezolanos es un ejercicio irresponsable de indiferencia, de abandono e insensibilidad al que no podemos llegar y si por diversos factores hemos llegado, es preciso ensayar y más aún apoyar por lo menos en lo que a región refiere, el que tengamos que aceptar por el voto popular de un grupo de venezolanos al presidente Chávez, no nos limita a tener que soportar a tantos gobernadores, alcaldes, concejales, o diputados de la asamblea nacional o del consejo legislativo regional de nuestros estados. Ahora es cuando los venezolanos y más quienes legítimamente diferimos de cómo se maneja el país, a sus regiones, sus recursos y demás.
En el caso de Mérida es intolerable como una ciudad tan culta y formada, sede de la Universidad de Los Andes ha retrocedido sostenidamente por la incapacidad e indiferencia de sus gobernantes. Sin embargo, las circunstancias de la región dan la impresión que los merideños apoyarán nuevas caras y liderazgos, y castigarán con su voto a quienes han ejercido de forma nefasta la política y la primeras magistraturas, sean estos del pasado o del presente. Es decir, se apostará al futuro, al cambio. Comienza a tomar mucha fuerza y tribuna la candidatura a la gobernación del Estado Mérida del Profesor Léster Yomar Rodríguez Herrera. Veremos como se bate el chocolate tanto en Mérida como en otras regiones y capitales del país que buscarán un cambio en sus actores.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes