Ni del mapa ni del campo

El pasado sábado 6 de junio, el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, sufrió muchas desilusiones. La primera fue la eliminación de su país del Mundial de Alemania – algo lamentable para su pueblo que, en su mayoría, no comparte el radicalismo de su gobierno y del régimen fundamentalista islámico. La abstención de más de la mitad de los iraníes en los últimos comicios, tras la prohibición a que postulen los candidatos reformistas del partido de ex mandatario Jatami, parece indicar que el tipo de fanatismo y nacionalismo (uno de libre expresión aunque no siempre de buen gusto) preferido por la mayoría de los persas.

La segunda desilusión para Ahmadinejad – quien habría ido al Mundial si su equipo clasificaba – fue la de contemplar a seguidores de la selección de Portugal desplegando banderas de su país junto a la de Israel, que se manifestó antes y durante el partido entre el equipo lusitano y el persa, la identificación de la gente con el derecho a existir de esa nación a la cual el “Hombre Nuclear” ha amenazado, en repetidas ocasiones, con borrarla del mapa.

¡Son unos cuantos europeos!, pudo pensar Ahmadinejad, pero menos le habrá gustado cuando un jugador de Ghana, en plena celebración de un gol de su selección contra los checos, ondeara una bandera israelí. Si bien el futbolista John Pentsil juega en Hapoel Tel Aviv, se sospecha que habría hecho ese curioso gesto, justamente, festejando doblemente, la victoria de su equipo y la eliminación de la selección del hincha que expresa su deseo de dejarlo, no solo sin empleo, sino sin ciudad a la que representa cuando juega en Israel.

Sr. Ahmadinejad, reciba el mensaje de gente sencilla – en las gradas y en los campos – que por prudencia o conveniencia no le llega por medio de políticos, comunicadores e intelectuales: Israel está en el mapa y su bandera – esperemos que, pronto, junta con la palestina – es común a la de personas de todos los credos, razas y nacionalidades que comprenden el peligro que usted representa para la humanidad.