Ni comandante, ni sargentos
Aunque usted no lo crea, algunos compatriotas que durante 14 años han despotricado del teniente coronel cautivo, ruegan porque las vírgenes que con fe fingida le llevaron Jaua y Cilia a la Habana hagan el milagro, el cual sería uno muy grande, de que regrese sano a Venezuela quien aplicó el concepto de que los disidentes son enemigos a los que hay que pulverizar. Hoy, los insultantes epítetos endilgados por el de Sabaneta les parecen requiebros. Traen a colación los desaguisados que cometen los monaguillos que pretenden oficiar misa. También sostienen que es preferible un original que malas copias.
Coinciden con aquel anciano de Siracusa que era el único que no festejaba la muerte del tirano de turno, porque su experiencia le indicaba que cada vez venía uno peor. Se arrepienten de haber pensado que no podía haber alguien más perverso. Pareciera que esa es una característica de algunos venezolanos. Pronto olvidamos. Así, Juan Vicente Gómez es rehabilitado porque se rodeó de ministros talentosos y por haber construido carreteras. Las torturas en la Rotunda son consideradas como algo menor y no se toma en cuenta que las carreteras fueron construidas con trabajo esclavo de presos políticos. Pérez Jiménez es alabado por modernizar Caracas, pasando a segundo plano los asesinatos, torturas, cárceles y exilios de quienes defendían la democracia.
Con el teniente coronel mudo sucede algo similar. Ya algunos lo añoran. Quizá en su caso se deba a que consideran que es de poca nobleza atacar a un enfermo en fase probablemente terminal. Pero lo que quizá induce a olvidar sus fechorías es la actuación chabacana y agresiva de sus dos sargentos, nada distinta a la de su comandante pero priva aquello de que “nunca segundas partes fueron buenas”.
Vienen tiempos aún más difíciles. Los sargentos aspiran cambiar sus insignias de rayas por los soles de generales y piensan que demostrando mayor agresividad pueden lograr más respaldo de los seguidores de Chávez. Se equivocan, hay indicios de que el pueblo está cansado de las confrontaciones. Terminarán degradados a soldados rasos. Para enfrentar al sargento inmaduro y al sargento con ínfulas de boxeador es necesaria la unidad. Sí hay salida electoral pero nuestro candidato Capriles debe entrar en mayor sintonía con esa oposición que con razón hace reclamos sobre las trampas del CNE. Ciertamente este organismo no cambiará, ni se conseguirán las condiciones que por ley corresponden, pero debemos dar una demostración contundente de que rechazamos sus abusos. Por otra parte, quienes actúan destructivamente atacando a la MUD y a Capriles porque no están de acuerdo con algunas de sus actuaciones, deben ser constructivos y criticar sin descalificar. Chávez no regresará al poder, ya hasta sus acólitos le están achacando la orden de devaluar el bolívar débil en un 46, 5%, pero sus sargentos son un peligro que tenemos que neutralizar. ¡Ni el comandante, ni sus sargentos, ni castrocomunismo, queremos democracia! ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!